Empezaba otro día más para Aldana

Empezaba otro día más para Aldana , aunque ella no quería despegarse de su cama no tenía otra opción, se sentó en ella y alcanzó su pantalón , pasó una pierna , mientras pensaba para sus adentros qué tenía que cambiar en ella para ser aceptada, pasaba la otra pierna y se preguntaba por qué nadie la quería, se abrochaba el pantalón y recogía su remera, en ella estaba aún amarrado el sudor del día anterior, metía sus piecitos en unos zapatitos desgastados de tanto correr para llegar a casa al finalizar la escuela. En fin se levantó de su cama y la alistó, se colocó el guardapolvo escolar y recogió su mochila. Salió hacia la calle cerró el picaporte y aguardo su transporte.

Diez minutos después estaba subiendo las escaleras del transporte, saludó con un gesto de cabeza y sentó en el primer asiento que encontró libre, apoyo su cabecita en la ventana y observo por el rabillo del ojo a los últimos rastros de su casa.

Adormilada miraba a través del vidrio empañado por el frío las cuadras finales antes de llegar a su escuela. Al bajar agacho la cabeza y se hizo un ovillito el corazón, sabía que en ella estaban clavadas las miradas expectantes de los chicos que siempre se prestaban a molestarla. Camino más aprisa hasta llegar a su salón de clases, detrás suyo entró la profesora, Aldana tomo asiento luego del saludo rutinario, alcanzó sus útiles y preparó su tarea, una varilla se posó sobre su mesa asustándola, agarró su libro y como de costumbre le tocó leer, no quería molestar a su profesora por ende se exigía el mayor cuidado. De todas maneras se molestó, y sin siquiera mirarla cortó su lectura.

Aldana pensaba para sí misma si en alguna ocasión en algún lugar del mundo alguien se habría rebelado contra aquella forma de enseñar, con sus trece y pocos, se sentía débil ante aquel sistema que la oprimía, de repente sintió un dolor punzante en el brazo, cuando observó a su alrededor entendió que había hecho ruido con su lapicera un par de veces reiteradas y el dolor que sentía era causado por el borrador lanzado por su profesora. Sus ojos se abrieron de par en par y no cabía en sí misma del miedo que sentía, ante aquella autoridad que la miraba con ojos furiosos. No supo cómo actuar y optó por quedarse en silencio, la mujer la enganchó de un hombro y la sacó fuera del aula, allí el dejo hasta que el día finalizó.

Cuando llegó el momento de marcharse, tuvo que soportar las risas en grupo de sus compañeros quienes se burlaban de ella, día tras día. Aldana no entendía el por qué actuaban así con ella sería porque era callada, esa era su única posibilidad, o quizás era que era demasiado aplicada, no lo sabía, lo único que sabía era que le dolía y mucho. Sabía que algo tenía que hacer…

Años después, Aldana cumplía sus 17 años y se encontraba en plena campaña electoral, fruto de su pleno trabajo y dedicación se encargaba de coordinar

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