En Donde Habitan Los ángeles
Enviado por • 29 de Septiembre de 2013 • 1.091 Palabras (5 Páginas) • 523 Visitas
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DONDE HABITAN LOS ÁNGELES
CLAUDIA CELIS
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Después del entierro
M
IS
pasos retumban en el corredor. Las casas vacíasexageran los sonidos. Y más todavía las que extrañan a susdueños. Las que están tristes. Las que están de luto. Medetengo. El silencio es tanto que se puede escuchar. La casaparece más grande. Enorme. ¿Será que la tristeza nos haceempequeñecer?... Tengo miedo. Necesito un abrazo de mistíos. Su consuelo. Su compañía. Su amor. Me siento comoaquel niño indefenso y atolondrado que llegó aquí devacaciones hace dieciocho años, sin siquiera sospechar queesta ciudad se convertiría en su ciudad, esta casa en su casa, yestos tíos abuelos en sus padres.
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La
s v
acac
iones
E
L tren comenzó a frenar... Habíamos llegado a San Miguel. Miestómago se hizo nudo y las palmas de mis manos seempaparon. Recordé a mi mamá despidiéndome en el pueblo:"Te portas bien, Panchito... Te lavas las manos antes de comery no te olvides de los dientes... Sé bueno con mi tía Chabela y,sobre todo, obedeces a mi tío Tacho..." ¡El tío Tacho de mimamá!... ¡Mi tío Tacho! Mi estómago se amarró en nudo ciego.Con toda seguridad, él nos iría a recibir.Miré por la ventanilla. Ahí estaba: altísimo, el pelo demasiadocorto, casi a rape, y su eterna bata blanca. Miraba el tren conansiedad, como con ganas de vemos, de que bajáramos ya. Encuanto aparecimos por la puerta del vagón, su mirada sevolvió indiferente y hasta algo burlona. Al verme a mí, setransformó en la de un halcón que ha descubierto a su presa.Me puse detrás de mi prima Peque. Con su falda me sequé elsudor de las manos y también unas gotas que escurrían pormis patillas. Ella me jaló cariñosamente del brazo y me dijo:-Saluda, Panchito.Me armé de valor: -¿C-c-cómo l-l-le va, t-t-tío?A todos los chicos nos saludó con fuertes jalones de pelo, y ala Peque, a la Nena y a Lola, que ya eran grandes, con ligerosapretones en los cachetes. Caminamos hacia el coche, dondenos estaba esperando Lino Pirnos, su chofer.Lino Pirnos se llama en realidad Noé López. Su cambio denombre se debió a que cuando mi tío fue Presidente Municipalde San Miguel, Noé lo acompañaba a todos los actos políticos,
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y como al final de éstos ponían el disco del Himno Nacional, encuanto Noé se sentía cansado o aburrido, se le acercaba y ensecreto le pedía que ya se tocara el Himno para que pudieranirse, pero, con su muy particular forma de hablar, le decía:-Dotor, ¿ya tocamos l'ino p'irnos? y Lino Pirnos se le quedó.Un tiempo después me enteré de que mi tío no sabía manejar.Sorprendido por este descubrimiento, le pregunté: -Tío, ¿porqué no aprende?Él respondió enojado:-¿y Lino en qué trabajaría? ¿Cree que yo mismo le iba aarrebatar la chamba?... ¡Qué mal me conoce, Panchito!Llegando al coche, saludamos a Lino y tratamos de ganamos ellugar unos a otros. Mi tío, con voz enérgica, nos indicó:-No cabemos todos de una vez. Haremos dos viajes.-Que se vayan primero los chiquitos, ¿no le parece, tío?-dijo la Peque.-¿Por qué los chiquitos? -respondió enojado--. No, Peque, espésimo sobreproteger a la gente. Lo dejaremos a la suerte...¡Lino, présteme una moneda!Mi tío Tacho se hablaba de "usted" con todo el mundo, sólo setuteaba con mi tía Chabela.Voló el cobre: "¡Águila!... "¡So!!...A las tres grandes les tocó irse en la primera tanda. La Peque lepropuso quedarse con nosotros, pero él respondió con un norotundo; entonces
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