Ensayo Tiempos Modernos

Reflexión frente a película “Tiempos modernos”, de Charles Chaplin.

Producir de manera coordinada, optimizar a límites insanos el tiempo dentro de una organización, parece ser un mensaje que cruza el tiempo, desde la película “Tiempos Modernos” hasta nuestros días. No parece cine mudo, ni parece distante en su contenido. Al contrario, se impone una visión dañina del mundo de los negocios que atenta contra la vida sencilla, contra la sanidad, incluso, mental de los trabajadores, sobreexplotados, con horarios agobiantes, con una vida laboral saturada de estrés, con salarios indignos y con un trato siempre humillante, donde el menoscabo anímico y la precariedad en los sistemas de seguridad hacia las personas, es la tónica regular de un sistema económico que “usa” y “abusa” de los individuos que intentan, en este agresivo ambiente, casi sobrevivir.

La opresión, el hambre asociada a la pobreza y muchos otros eventos, entregan una mirada crítica y burlesca de una “modernidad” exitosa que se mide en la cantidad de personas que logra doblegar a su servicio y que generar finalmente, que el progreso avance. Las condiciones en que se muestra al protagonista y sus pares, hacen que estalle la reacción social, claro, siempre desde un enfoque gracioso que intenta socializar un tema de alto interés humano, el precio de la modernidad. Charlot es un individuo como nosotros, sencillo y travieso, ingenuo, que sólo busca su porción de felicidad dentro de todo un aparataje cargado de engranajes y dinámica autómata, la que incluso llega a generarle un “tic” nervioso. Hay un sistema que busca optimizar hasta grados ridículos la producción (la máquina de comer), donde lo primero es la obtención de productos y al último, la consideración a la persona.

La idea es provocar una reflexión que impida dar curso y apoyo a un sistema inhumano, donde los trabajadores resultan ser la “otra” pieza de una máquina mayor que es la sociedad o un sistema económico donde el consumo y la rapidez son los códigos que garantizan el éxito, donde la calidad y la excelencia han sido relegadas a los museos como un delicado y distante recuerdo de una vida reposada y feliz que una vez vivieron lejanos ancestros, como si de una pieza arqueológica se tratara.

Eilyn Barichivich González.

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