Esta Noche Dime Que Me Quieres
Enviado por 10121993 • 4 de Noviembre de 2014 • 557 Palabras (3 Páginas) • 189 Visitas
Capítulo 1
Las golondrinas volaban a baja altura mientras se ponía el sol. De vez
en cuando cruzaban el porche de la antigua villa de piedra, de muros
fuertes y gruesos. En el interior, una gran escalera de madera oscura
llevaba a la planta superior. Un poco más abajo, el jardín, bien cuidado,
le confería a la casa el aspecto de estar dibujada entre las colinas de las
Langhe. Más allá, entre las hileras de viñedos de Nebbiolo, la uva se
veía oscura, tostada por el sol de todo el verano. Tancredi corría con su
hermano Gianfilippo; ambos gritaban y reían. Bruno, el jardinero,
acabó de cortar el seto con unas enormes tijeras de podar, sonrió al
verlos pasar como una exhalación a pocos pasos de él y entró en la
casa. Todo olía a romero recién cortado.
Delante del porche, en el centro de la gran mesa de piedra situada
entre los dos sauces llorones, María, la camarera, colocó el pan recién
horneado. Durante un instante, aquel perfume invadió el aire. Tancredi
detuvo su carrera, arrancó un pedazo y se lo llevó a la boca.
—¡Tancredi, te he dicho mil veces que no comas antes de cenar! ¡Si no
después ya no tienes hambre!
Pero él sonrió y echó a correr de nuevo por el jardín. El joven golden
retriever, que estaba tumbado a la sombra de una silla de hierro con un
cojín encima, se levantó y lo siguió en su carrera, divertido. Se
internaron entre las espigas y, un instante después, su hermano
Gianfilippo se lanzó en su persecución.
La madre salió de la casa justo en aquel momento.
—¿Adónde vais? ¡Comeremos en seguida!
Luego sacudió la cabeza y suspiró.
—Tus hermanos... —Se dirigía a Claudine, que acababa de sentarse a la
mesa.
La mujer volvió a la cocina. Sobre una mesa de madera antigua había
una lámina de pasta fresca recién hecha; un poco más allá, sobre una
encimera de mármol llena de cajones, todavía quedaban restos de
harina. De la pared colgaban varias sartenes de cobre. Unas cazuelas
cocían a fuego lento sobre los fogones de hierro fundido.
La madre habló con la cocinera y le dio instrucciones para la cena.
Después les hizo unas cuantas advertencias a las dos camareras.
Aquella noche tenían invitados.
Fuera, Claudine permanecía correctamente sentada a la mesa mientras
miraba a sus hermanos jugar. Estaban bastante lejos. Los ladridos del
perro llegaban hasta ella. Cómo le habría gustado estar con ellos, correr
y ensuciarse; pero su madre le había ordenado que no se moviera.
«Yo no puedo levantarme de la mesa.» Entonces oyó aquella voz.
—¿Claudine? —La joven cerró los ojos.
Se mantenía inmóvil
...