Estereotipos En Las Mujeres

La palabra como recurso contra los prejuicios sociales

Por María Vargas

La literatura nos ofrece la posibilidad de disfrutar y, al mismo tiempo, reconsiderar muchos de los problemas que enfrentamos como individuos y como grupo de seres humanos pertenecientes a una cultura específica. Por ejemplo, el poema Economía doméstica de Rosario Castellanos (1925-1974) , la reseña de Sutherland, J.P. sobre la historia Locos por el fútbol, un regate habilidoso o muestra personajes mexicanos que son víctimas de la discriminación y la injusticia por su condición racial o su género.

Por esta razón, en este ensayo se abordará en dos de sus textos, el cuento “Lección de cocina” y el poema “Economía doméstica” , la manera en la que la escritora chiapaneca veía su propia condición femenina y de víctima en una sociedad con roles estrictos e injustos para las mujeres que no cambian.

La historia de “Lección de cocina” es la de una mujer recién casada que, mientras cocina para su marido, sostiene un monólogo interior en el que critica con ironía y resignación el papel de esposa que deberá desempeñar de entonces en adelante. En el cuento, la protagonista señala en unas líneas llenas de carga emotiva: Se me atribuyen las responsabilidades y las tareas de una criada para todo. He de mantener la casa impecable, la ropa lista, el ritmo de la alimentación infalible. Pero no se me paga ningún sueldo, no se me concede un día libre a la semana, no puedo cambiar de amo.

La protagonista de “Lección de cocina“ se transforma para el lector en un símbolo que representa la situación del género. A través de comparaciones y paralelismos, la cocina se convierte en un lugar exclusivo para las mujeres. Este cuento, como toda la obra de Castellanos, nos alerta sobre los prejuicios sociales y sus consecuencias destructivas, nos habla de injusticias e iniquidades y de desencuentros […] entre hombres y mujeres, mujeres y mujeres, esposas y esposos.

El poema “Economía doméstica” señala el orden y la limpieza de la casa como una obligación social heredada de madre a hija, como una actitud hiperbólica tras la que se esconden frustración y deseos reprimidos; por eso los últimos versos señalan:

Esto me desazona. Siempre digo: mañana…

y luego olvido. Y muestro a las visitas,

orgullosa, una sala en la que resplandece

la regla de oro que me dio mi madre.

Pareciera que la voz del poema acepta de manera resignada un destino adverso donde la mujer es un ser pasivo, víctima y cómplice de su situación grupal. Propensa a violencia y discriminaciones y a un contexto de mitos y prejuicios que siempre la dejarán así”.

Si en “Lección de cocina” Rosario Castellanos critica con humor e ironía la relación de marido y mujer, en “Economía doméstica” lo hace con la relación madre e hija

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