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Etica Y Universidad


Enviado por   •  7 de Marzo de 2012  •  1.248 Palabras (5 Páginas)  •  601 Visitas

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ETICA Y UNIVERSIDAD

“La ética, como reflexión critica del quehacer humano, estudia al hombre como ser en crecimiento y en proyecto, e intenta precisar cuál debe ser esa orientación básica para el mejor futuro del hombre”

Actualmente vemos como la comunidad universitaria ha perdido un poco de su ética, puesto que muchas veces no sabemos como comportarnos dentro de ciertos ámbitos escolares; así mismo es como en las instituciones uno de sus principales retos es formar personas con ética, es decir que sean racionales y que sepan orientarse en su vida, profesión y demás características de un ser humano, diferenciando si es una ética buena o mala.

Por consiguiente, la universidad es el entorno en donde aprendemos, nos formamos y aprendemos experiencias nuevas frente al estudio, proyectándose a un futuro lleno de muchas oportunidades para aplicar todo lo que se aprende a diario, además se conoce el lugar donde estudiamos y es así como se analiza lo que es la universidad, su misión, es decir lo que hace, enfocándose en “formar hombres y mujeres libres, críticos y comprometidos socialmente, y proyectándose a ser los mejores”

Es así pues que al continuar con lo referido a la ética, nos enfocamos en lo que puede o no caracterizar a una persona, por esto, se analiza lo que es la heteroreferencia, es decir repetir o pensar como los demás lo están haciendo, es así que muchas personas son heterorreferido porque no tienen la capacidad para decidir por si mismos ni tampoco de actuar como propiamente lo debería hacer sino que por el contrario repitan lo que otras personas hacen o les dicen.

Muchas personas son heterorreferido, existe un ejemplo claro que nos muestra lo que realmente es esto,

Teoría de Luhmann

“Había una vez un maestro de escuela que era muy exigente con sus alumnos. Estos se pusieron pronto a buscar una solución para librarse de él. Se decían:

¿Cómo es que nunca se pone enfermo? Eso nos daría ocasión de tener un poco de descanso. Nos liberaríamos así de esta prisión que es la escuela para nosotros.

Uno de los alumnos propuso su idea:

Es necesario que uno de nosotros diga al maestro: “¡Oh, maestro! ¡Creo que su cara está muy pálida! ¡Sin duda tiene fiebre! Seguro que estas palabras tendrán su efecto sobre él, aunque de momento, no quedará convencido. Pero cuando entre en la clase, diréis todos juntos: ¡Oh, maestro! ¿Qué pasa? ¿Qué le sucede?

Cuando un tercero, luego un cuarto, después un quinto le haya repetido lo mismo con cara entristecida, no hay duda de que quedará convencido.

A la mañana siguiente, todos los alumnos se pusieron a esperar a su maestro para que cayese en la trampa. El que había propuesto la idea fue el primero en saludarlo y en anunciarle la mala noticia. El maestro le dijo:

¡No digas insensateces! No estoy enfermo. ¡Vuelve a tu sitio! Pero el polvo de la duda se había infiltrado en su corazón. Cuando todos los niños, uno tras otros, se pusieron a repetirle lo mismo, empezó a creer que estaba realmente enfermo.

Cuando un hombre camina sobre un muro elevado, pierde el equilibrio apenas la duda se apodera de él. El maestro decidió entonces meterse a la cama. Sintió un gran rencor hacia su mujer, porque se decía: ¿Cómo es que ni siquiera ha notado el color de mi cara? Parece que ya no se interesa por mí. Acaso espera casarse con otro...

Lleno de cólera, abrió la puerta de su casa. Su mujer sorprendida le dijo: ¿Qué pasa? ¿Por qué vuelves tan pronto?

El maestro de escuela replicó:

¿Te has vuelto ciega? ¿No ves la palidez de mi cara? ¡Todo el mundo se

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