Ferdinando El Toro
Enviado por loreto288 • 29 de Diciembre de 2014 • 588 Palabras (3 Páginas) • 261 Visitas
FERDINANDO EL TORO
Vivía una vez en España
un toro joven llamado FERDINANDO.
Todos los demás toros jóvenes, con los que crecía, se pasaban el día corriendo y saltando, dándose golpes unos a otros.
Ferdinando, no.
Él prefería estar tranquilamente sentado y oler las flores.
Su lugar favorito estaba fuera, en el campo, bajo un árbol.
Allí se sentaba a la sombra del árbol y olía las flores. . . . . su madre, que era una vaca, se inquietaba algunas veces por él. Temía que pudiera sentirse aislado así tan solo.
“¿Por qué no no juegas con los demás toros jóvenes y te peleas con ellos?”, le preguntaba. . . . . . Pero Ferdinando movía la cabeza: “¿Me encuentro más a gusto sentado tranquilamente y oliendo las flores.”
Su madre dejaba hacer lo que él quería y ser feliz. . . . . Con el paso de los años Ferdinando fue creciendo,
hasta hacerse muy grande y fuerte.
Todos los demás toros se peleaban unos contra otros constantemente; se empujaban con la cabeza y se embestían. Sin embargo, lo que más deseaban . . . . . . era que los dejaran participar en las corridas de Madrid.
FERDINANDO NO; seguía sentándose tranquilamente en su lugar preferido y olía las flores.
Un día aparecieron cinco hombres y venían a escoger al toro más grande, veloz y fiero para la corrida de Madrid;
Los demás toros corrían dando vueltas, resoplando y empujándose, realizando los saltos más atrevidos, para que aquellos hombres vieran que eran muy fuertes y temibles y así ser elegidos.
Ferdinando sabía que él no sería elegido y buscó su sitio preferido bajo la encina para seguir descansando a la sombra.
Pero no se fijó dónde se sentaba y se sentó sobre una abeja.
Y la abeja le picó.
¡AY! Ferdinando se levantó de un brinco, dando berridos de dolor. Bramando y resoplando echó a correr dando cornadas al aire como un loco.
Al verlo, los cinco hombres gritaron de alegría. Era el cornudo más grande y temible. ¡Precisamente lo que necesitaban para la corrida de Madrid!
En un carro se llevaron a Ferdinando.
¡Qué día más alegre en la plaza de toros! . . . Las banderas ondeaban, sonaba la música . . . .
y todas las chicas guapas llevaban flores en el pelo.
Pronto comenzó el desfile en la arena.
Primero iban los banderilleros con unos palos de agudas puntas para pinchar al toro.
Les seguían los picadores con largas lanzas para ponerlo más furioso.
Y después apareció el matador; se inclinó ante las damas. Sobre el hombro llevaba el trapo rojo y con la espada debía darle al toro la última estocada.
Poco después salió el TORO. Era – – – – . Ferdinando.
Le llamaban Ferdinando, el temible. Y todos tenían miedo de él . . . . .
Y el matador . . . .estaba paralizado del
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