Figuras Retóricas
Enviado por GAOS670908 • 23 de Enero de 2015 • 5.551 Palabras (23 Páginas) • 267 Visitas
PLEONASMO.
Se produce esta figura cuando el emisor añade palabras que no suponen ninguna mejora para la comprensión, aunque estén cumpliendo una función expresiva importante. Es normal que aparezca en el lenguaje descuidado de la calle: ¡Sube para arriba¡. Pero también lo utiliza la lengua poética: Temprano madrugó la madrugada.
SINONIMIA.
Esta figura permite insistir en una idea utilizando términos de significado similar y expresión diferente. Aunque la sinonimia es fenómeno lingüístico común, en este caso da origen a valores expresivos relacionados con la estética de la lengua.
¡Mentira¡ No tengo ni dudas, ni celos,
ni inquietud, ni angustias, ni penas, ni anhelos.
Vete, Ignacio: No sientas el caliente bramido.
Duerme, vuela, reposa: ¡También se muere el mar¡
EPÍTETO.
El epíteto es un adjetivo atributivo no restrictivo. Se adjunta al sustantivo sin nexo copulativo para expresar una cualidad sin necesidad lógica de expresarla. Predomina antepuesto al sustantivo, pero también puede ir pospuesto. Destaca una cualidad del nombre. La poesía grecolatina y su heredera renacentista usan el epíteto para señalar la perfección de la naturaleza pintando sus arquetipos. Su uso responde así a una concepción neoplatónica del mundo. Ese epíteto que pinta lo arquetípico se llama tipificador.
Por ti el silencio de la selva umbrosa,
por ti la esquividad y apartamiento
del solitario monte me agradaba;
por ti la verde hierba, el fresco viento,
el blanco lirio y colorada rosa
y dulce primavera deseaba.
Convida a dulce sueño
aquel manso ruido
del agua que la clara fuente envía.
Gonzalo Sobejano, «El epíteto en la lírica española», señala estos otros:
Epíteto metafórico y perifrástico, donde el epíteto es portador de la metáfora.
cristalino freno (lentitud de las aguas) Góngora
¡Belleza del campo apenas florido
y mística primavera! Machado
* Hemos observado en García Lorca y otros autores modernos un epíteto semejante que acompaña al sustantivo que se ha hecho metáfora, y que no siendo explicativo del tropo sí lo es del significado aludido. En estos casos, el epíteto va situado con posterioridad:
La panocha guarda intacta
su risa amarilla y dura.
El sol, capitán redondo,
lleva un chaleco de raso.
Ausencia leve como carne de niño
Epíteto enfático. Laudativo, intensificativo o denigrante por necesidad de énfasis en la expresión. Muy característico del movimiento romántico.
en vil mercado convertido el mundo
olas gigantes que os rompéis bramando
Epíteto apositivo. Situado entre pausas, casi un sustantivo, como una definición.
El aire estará en colmo
dorado, duro, cierto. Guillén.
Epíteto suprarrealista. Portador de una imagen cualitativa incoherente respecto de la significación real del sustantivo.
Una boca impotente como una fruta bestial.
2º Por Omisión de palabras
ELIPSIS.
También es la elipsis, al igual que la sinonimia, un fenómeno común en la lengua-instrumento; mas puede tener una intención estética siempre que suprime elementos de una frase, sin menoscabo de su claridad, para dar mayor energía y rapidez a la expresión. Suele la elipsis afectar fundamentalmente al verbo, que puede sobreentenderse, y convierte las oraciones en enunciados nominales.
Por una mirada, un mundo;
por una sonrisa, un cielo;
por un beso...¡ yo no sé
qué te diera por un beso¡
ASINDETON.
El asíndeton suprime las conjunciones, dando vigor y rapidez. Cuando la elisión de conjunciones tiene lugar entre sintagmas nominales se caracteriza el texto por las pinceladas impresionistas que conforman un conjunto como suma de partes aisladas.
Yo voy soñando caminos
de la tarde. ¡Las colinas
doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas¡
ZEUGMA.
En el zeugma también se omite una palabra, en este caso por haber sido nombrada anteriormente. Sin embargo la figura característica del conceptismo del Siglo de Oro suprime el vocablo aunque tenga relación "indirecta" con el nuevo elemento de la frase.
- No me canso de mi gusto.
- Yo pienso que vos lo vais.
3ºPor repetición de palabras
ANAFORA.
La figura llamada anáfora repite a principio de verso, de frase o de periodo una o varias palabras; con independencia de la fuerza expresiva que provoca con la insistencia, crea un ritmo muy adecuado a la poesía o al lenguaje hablado.
Continuamente me llaman;
continuamente me acerco;
continuamente me empujan;
continuamente me alejo
y continuamente herido
a mi soledad me vuelvo.
CONVERSION.
En la conversión la repetición de palabra o palabras tiene lugar, no inicio, sino al final del periodo. No es tan frecuente como la anáfora, pero hay grandes poetas que han sentido especial predilección por esta figura, como Bécquer. No sólo marca ritmo, además contribuye a que veamos el decurso como una ecuación.
Yo voy por un camino, ella por otro;
pero al pensar en nuestro mutuo amor,
yo digo aún: "¿Por qué callé aquel día?",
y ella dirá: "¿Por qué no lloré yo?"
REDUPLICACION.
Esta figura de repetición reitera consecutivamente la palabra sobre la que se quiere poner un énfasis especial, aunque en muchos casos sea el ritmo más que la insistencia en el contenido lo que queda de manifiesto. Desde la literatura medieval a la actual aparece con frecuencia en el verso.
...por decir amén, amén,
decían amor, amor.
Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido.
EPANADIPLOSIS.
Esta figura de repetición reitera al final del periodo la primera de las palabras mencionadas.
Mi agonía es la bárbara agonía
del que quiere evitar lo inevitable.
Dicen que me case yo:
no quiero marido, no
CONCATENACION.
La concatenación engarza las frases a fuerza de unir las últimas palabras de una y reiterarlas al comienzo de la siguiente frase. Produce efecto de coherencia entre lo que podía ser muy diferente.
Es toda ojos azules y en los ojos lágrimas.
Triste llevo la boca.
Ríete siempre.
Siempre en la cuna,
...