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Formación Del Español


Enviado por   •  8 de Junio de 2013  •  2.512 Palabras (11 Páginas)  •  342 Visitas

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Instituto Salesiano Valdivia

Lenguaje y Sociedad

Prof. Alexie Paredes Monasterio

GUÍA DE FORMACIÓN DEL ESPAÑOL

1. Preespañol: a. etapa prerromana (s. X - III a. C.)

b. etapa romana (s. III a.C. – V d.C.)

c. etapa post-romana (s. V – X)

2. Español arcaico (s. XI – XIII)

3. Español medieval (s. XIII – XIV)

4. Español preclásico (s. XV – XVI)

5. Español clásico (s. XVI – XVII)

6. Español moderno (s. XVIII hasta nuestros días)

ESPAÑA ANTES DE LA LLEGADA DEL LATÍN

Antes de la llegada de los romanos, existían en la Península Ibérica diferentes pueblos que formaron lo que se conoce como el sustrato que influyó en el latín, que luego llegó a España, aunque quedan muy pocos testimonios en nuestra lengua. Sin embargo, los topónimos, es decir, las palabras que designan lugares, poseen elementos que se remontan a épocas muy lejanas.

Los turdetanos o tartesios (pueblos prerromanos) apa¬recen citados en el Antiguo Testamento, donde se habla de las legendarias riquezas de Tarsis.

Como herencia de los iberos, mencionados por Herodoto, podemos citar el nombre del río Iber, que conocemos como Ebro, y la propia denominación de Península Ibérica.

Los fenicios se instalaron en el año 1100 a.C. Nos dejaron nombres de ciudades: Cádiz (Gáddir en fenicio, Gades para los romanos y Qadis para los árabes); Málaka > Málaga, Medinasidonia (relacionada con Sidón) y Ebusus> Ibiza (el símbolo > significa: “se transformó en”).

Los griegos establecieron centros de comercio en la península: Lucentum > Alicante y Emporium > Ampurias; pero las huellas lingüísticas del griego en el español son poste¬riores y, generalmente, llegaron a través del latín.

De los celtas, que arribaron a la península en el siglo VII a.C. y de los cuales descienden el gaélico y el bretón, heredamos topónimos como Segovia y Coímbra, y palabras como abedul, braga, brío, caballo, camino, carro, lanza, perro, pieza.

Los vascos son, de los pueblos que habitaban en España antes de la llegada de los romanos, los únicos que aún conservan su lengua, lo que quizá se explica por su acendrado nacionalismo. Los nombres Javier, Iñigo y Aranjuez son de origen vasco.

En general, del conjunto de todos los pobladores que estuvieron, pasaron o se quedaron en España antes de la llegada de los romanos, nuestra lengua recibió el siguiente vocabulario: ardilla, arroyo, barranco, becerro, bruja, calabaza, cencerro, conejo, chaparro, gordo, gorra, manteca, muñeca, pizarra, ráfaga, sapo, urraca, zurra. En muchas de estas palabras es notorio el sonido rr, tan característico de la lengua española.

EL LATÍN

Doscientos años antes de la era cristiana los romanos conquistaron la Península Ibérica (218-18 a.C.); sin embargo, sólo podemos hablar con certeza de castellano o español a partir del siglo X de nuestra era, pues en esa época aparecen los primeros testimonios escritos. En los diez siglos anteriores, seguramente el latín primero convivió con las lenguas que había en la península y, poco a poco, las fue sustituyendo. Estrabón, historiador romano de la época de Augusto, afirma que los turdetanos adoptaron las costumbres romanas y olvidaron su propio idioma.

Y como en todas las épocas y en todas las lenguas, se dio una evolución, paralela y al mismo tiempo divergente, entre la lengua hablada y la escrita, entre lo que se conoce como “latín vulgar” y “latín clásico”.

El latín clásico es el que conocemos porque quedó documentado: es el de la literatura, el de los discursos y el de la retórica; el de los historiadores y filósofos, de los cuales algunos fueron originarios de España, como Marcial y Quintiliano, Séneca y Lucano.

Sin embargo, el español y las demás lenguas romances no proceden de ese latín, sino del latín hablado, que poco a poco fue evolucionando, tanto, que de pronto ya no le fue posible al hablante común entender el latín culto y hubo necesidad de enseñar lenguaje. Así, en el siglo III d.C. aparece el Appendix Probi, obra donde se censuran algunas formas, tal como en la actualidad indicamos, por ejemplo, que no se dice “tiatro”, sino “teatro”.

Los cambios que con el uso transformaron al latín en español a veces se denominan “deformaciones” del latín. Si estamos de acuerdo con el punto de vista que establece que lo único correcto es la lengua escrita, el término es adecuado. Pero si tenemos en cuenta que a pesar de que se enseñe lo “correcto”, la lengua evoluciona —precisamente en el Appendix Probi se ve que todas las formas censuradas se impusieron—, el término es demasiado purista.

Los romanos trajeron paz, técnicas nuevas y más cultura -aunque no toda era propia, pues fueron “conquistados” culturalmente por los griegos. Así, a través del latín llega¬ron voces griegas como idea, fantasía, poesía, música, comedia, tragedia.

La expansión del cristianismo en tierras del Imperio Romano ayudó también a lograr la completa latinización de la península.

Se conservan asimismo topónimos de origen latino: Legionem > León; Metellini > Medellín. De la época de la cristianización tenemos Sancta Eulalia> Santolalla; S. Facundí > Sahagún.

A grandes rasgos, las diferencias más importantes entre el latín vulgar y el literario que influyeron en el desarrollo del español son las siguientes:

• Un modificador podía estar muy separado de la pala¬bra modificada en lengua escrita, pero en la hablada, el modificador iba junto a la palabra.

• Empezaron a usarse más las preposiciones y esto contribuyó a que desaparecieran las declinaciones, carac¬terística que el español comparte con otras lenguas roman¬ces. De lengua “sintética”, donde en la palabra se concentra además la función que tiene en la oración, pasó a ser lengua “analítica”, donde las palabras no cambian y sus funciones se establecen mediante preposiciones o por la ubicación en la oración.

• Las 10 vocales del latín clásico quedaron reducidas a siete (y finalmente, en el español, a cinco).

La convivencia del latín clásico, conservado gracias a la escritura, y el latín vulgar, que dio origen a las lenguas romances, trajo como consecuencia los “dobletes”, es de¬cir, palabras de origen culto y palabras que provienen de la evolución de la lengua: de cauda tenemos cauda, la culta, y cola, la “vulgar”; o de Operari, operar y obrar; de plenus, pleno y lleno. En la actualidad, los científicos siguen usando palabras latinas para designar plantas, animales, etcétera.

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