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Hace días no escribo, a veces no sé que colocar en estas páginas lo suficientemente inspirador e importante para plasmarlo con tinta; algo lo suficientemente digno de ser inmortalizado en una redacción que plasma mis pensamientos,


Enviado por   •  19 de Febrero de 2017  •  Trabajo  •  5.883 Palabras (24 Páginas)  •  254 Visitas

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Hace días no escribo, a veces no sé que colocar en estas páginas lo suficientemente inspirador e importante para plasmarlo con tinta; algo lo suficientemente digno de ser inmortalizado en una redacción que plasma mis pensamientos, sentimientos y vivencias, para en un futuro poder revivir el pasado que es mi presente en este instante, instante en el que escribo sentada en mi cama a las 12:13 am, acompañada de mi gato, a quien acaricio en intervalos mientras organizo mis ideas acerca de lo que escribiré a continuación, quien ronronea a causa de mis caricias; podría estar en otro lugar, haciendo algo que considerase más interesante o divertido, pero está aquí, a mi lado, como si disfrutara de mi presencia y diré que lo considero un acto de amor hacia mí, amor que no tengo la certeza de qué tan verdadero es; tal vez no me ama a mí, sólo ama ser acariciado por mis delicadas manos con largas uñas que puedo inferir que dan buenos masajes; o tal vez si me ama y disfruta mis caricias al sentir mi amor por él; es una pregunta de la que difícilmente podré tener una respuesta certera y tan clara como deseo, sólo él sabe cómo se siente y yo, yo sólo podré suponer que me ama tanto como yo a él y que al igual que yo, disfruta hacerme compañía en medio de la soledad de mi habitación, soledad que no es tan sola a su lado, soledad que se disfruta acompañada del arrullo de su ronroneo como música de fondo, soledad que él disfruta al sentirse acariciado y mimado por una humana que trata de hacer más agradable su vida.                                

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Aunque tengo que admitir que el personaje principal de mi desvelo no es precisamente mi gato, él tan solo es mi compañía que de alguna forma da consuelo a aquellas noches largas y llenas de lágrimas que solo él ha presenciado; pero también mi compañía en aquellas noches llenas de felicidad en las que sueño despierta e incluso en las que siento estar viviendo en un sueño, noches en que mi alma ha estado vestida de alegría causante en mí de tantas sonrisas, sonrisas de las que sólo mi gato ha sido testigo, él ha sido espectador de la historia de mi vida, tanto como ningún otro ser.

Tal vez si fuese mi gato el escritor de estas palabras, lo relataría como: la estupidez de su humana estando enamorada…

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¡Y si!  Me enamoré de él, como sucede en las películas de amor y en aquellas novelas románticas que suelo leer; ese sentimiento que me repugnaba y en el cuál no creía, llegó a mí y puso mi mundo al revés, no sé en qué momento sucedió, ni de qué manera. Nunca fui fácil de querer, difícilmente dejo que alguien se acerque lo suficiente como para llegarme a conocer de tal manera y fuese capaz de aguantarme a pesar del conjunto de rarezas que soy.

Escribo como de costumbre, dirigiendo mis palabras hacia él o tal vez a causa suya, en este caso, llena de sentimientos y pensamientos que no logro descifrar y lo único que hacen es confundirme más. Pasan por mi mente tantas ideas, recuerdos y posibilidades de lo que creo que sería lo correcto; siento dentro de mí un vacío que me llena de miedo y desesperación pero que a la vez me frustra, y es que acaso ¿Qué es el amor? Aquel sentimiento tan anhelado, pero pocas veces encontrado y tan mal utilizado por el afán de que no termine, como si tuviese fecha de caducidad, pero que es en medio de ese afán en el que se pierde, o tal vez se extravía aquel sentimiento que tanto sobrevaloramos. Puede que sea amor lo que por él siento, es algo que muchas veces me he cuestionado sin llegar a una conclusión que me dé la certeza tan clara y concisa como lo es el amor que por mí él no siente.

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Siempre he considerado que las noches son un tiempo lleno sentimentalismo, de reflexión, de emociones fuertes, impulsividad, tiempo de sinceridad y desasosiego; y cuando se acompañan de la hermosa y majestuosa luna llena, se siente con más fuerza la llegada del tiempo nocturno, son noches  tan nostálgicas y llenas de cierto aire de locura, pero a la vez de tranquilidad; es como si aquellas noches estuvieran diseñadas para que la luna sea admirada siendo el personaje principal, como si de una obra de teatro se tratase, obra que comienza desde que el sol se oculta y termina cuando vuelve a aparecer, ocultando con su irradiante luz la majestuosidad del hermoso satélite, hasta que llegue una vez más la hora de ser contemplado.

Aquellas noches en que la luna llena me acompaña, es cuando más pienso en él, y nace en mí el deseo de estar contemplando el cielo estrellado a su lado, mientras pronunciamos ridículas palabras de amor que tanto me encantan cuando son pronunciadas por su boca y entonadas por su dulce voz; ojalá aquellas palabras nacieran de su frío corazón, como alguna vez creí; pero sus palabras siempre fueron falsas, tan falsas como sus sentimientos hacia mí, aun así lo anhelo y lo extraño, pero no lo extraño a él, extraño la idea que me hice de lo que pensé que él era, tal vez lo idealice demasiado, fue mi error colocar tan altas expectativas en alguien incapaz de alcanzarlas.

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Aún recuerdo el día que lo conocí… Desde el momento en que vi su rostro, sus hermosos ojos y su sonrisa perfecta quede encantada, como si de la octava maravilla del mundo se tratase, de mi mundo para ser más específicos, fue como ver aquello que siempre soñé encontrar, pero que creí que no existía más allá de mi imaginación, sentí tener ante mis ojos la perfección hecha persona, tal vez se asemeja a lo que algunos llaman “amor a primera vista”, después de ver a ese hombre, ningún otro podía superar aquello que tuve ante mis ojos. Me obsesioné con la idea de tenerlo, de conocerlo, de no dejarlo pasar, sentí una extraña conexión con él desde el primer momento, aún sin la necesidad de cruzar palabras sentía que  ya lo conocía. De cualquier forma no dejaba de ser un imposible para mí el hecho de imaginarme algún día a su lado, ya que

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nuestros mundos eran muy diferentes, él siendo un hombre con tantas experiencias vividas a pesar de su corta edad, con un círculo social bastante amplio, rodeado de hermosas mujeres locas por estar con él, gracias a su belleza innegable y su envidiable forma de ser; y yo, tan inocente, solitaria e inexperta en temas de relaciones y de amor. Así que se convirtió en mi amor platónico, aquél hombre con el que soñaba, pero con quien tenía claro que nunca iba a poder estar, porque ¿De qué manera un hombre como él se fijaría en una mujer como yo? Pase mucho tiempo observándolo, conociéndolo desde lejos, sonriendo con sus sonrisas y obsesionándome con su mirada tan profunda, admirando sus gestos, sus actitudes e intentando descifrar cada uno de sus movimientos; me encontraba maravillada por cada cosa que lo hacían ser él y cada vez lograba gustarme más y se volverse cada vez más perfecto ante mis ojos. Él nunca se percató de mi presencia, ni mucho menos de mi profunda admiración por cada cosa que iba descubriendo de él.

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