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Hormiguita Cantora


Enviado por   •  12 de Agosto de 2013  •  359 Palabras (2 Páginas)  •  476 Visitas

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ü r a otoño. Casi no quedaban árboles verdes en

el bosque. Todas las hojas estaban rojas o amarillas

y caían, una a una, como grandes manos viejas... El

hongo donde vivía el Duende Melodía estaba cubierto

por una manta de hojas crujidoras. Los insectos iban

y venían entre ellas, apurados en hacer sus casas para

el invierno. El Duende Melodía, con su experiencia

de cien años, trabajaba también. ¿Saben ustedes en

qué consistía el trabajo del viejo Duende? Era algo

muy divertido: juntaba sol para el invierno. Y ¿saben

de qué manera lo hacía? Pues, se tendía al sol sobre

una hoja seca, hasta que se le llenaban los bolsillos;

entonces corría a su callampa y vaciaba el sol en sus

frascos y retortas de cristal, tapándolos con un poco

de barro. Los frascos brillaban en las obscuras alacenas con fantásticas luces doradas. Luego, el Duende

volvía a tenderse sobre la hoja seca, y con el dulce

calor del otoño le daban ganas de dormir.

8 LA HORMIGUITA CANTORA Y EL DUENDE MELODÍA

La Hormiguita Cantora andaba por esos lados,

muy atareada, juntando provisiones para el invierno.

De pronto vio a su amigo, el Duende Melodía, tendido al sol, durmiendo. Esto la escandalizó un poco, y

le dijo:

-Pero tú, ¿qué haces,

acostado al sol,

flojeando, flojeando,

como un caracol?

El Duende, herido en su amor propio, contestó:

-Yo no estoy flojeando, Hormiguita; estoy juntando

sol para el invierno. Primero me lleno un bolsillo y luego

el otro, y voy corriendo a guardarlo en mis frascos de

cristal. Así tendré con qué calentarme cuando haga frío.

La hormiguita movió la cabeza, no muy convencida aún de aquel trabajo, y cantó:

-Ojalá no tengas

los bolsillos rotos,

y el sol se te caiga

de poquito a poco.

-No, no tengo los bolsillos rotos, porque ayer me

los zurció mi vecina, la Araña. Además de juntar sol,

he estado pensando... ¿Sabes tú, Hormiguita, dónde

van las hojas secas cuando se las lleva el Viento?

La Hormiguita no alcanzó a contestar; la hoja seca

sobre la cual estaban sentados empezó a moverse y a

crujir. Antes de que nuestros amigos pudieran bajarse,

...

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