Jorge Luis Borges: Flaubert y su destino ejemplar

JORGE LUIS BORGES: FLAUBERT Y SU DESTINO EJEMPLAR

Para Borges, aquellas caracterizaciones contrarias entre sí que delimitan ciertos críticos contrarios a su estilo e influencia, no son más que aspectos duales propios del mismo hombre. Parte de esto es divisado en una de las siguientes citas: “Flaubert, es, en tanto, mito y hombre”. Borges usa la palabra ‘mito’ de una forma casi arbitraria, pues compara lo esencialmente revolucionario y poderoso de su nombre para la historia de la literatura con aquello que hace tan mítico a Homero, ése sistema en sí mismo, que ha sido, en términos del propio ensayo, el modelo de la obra literaria ideal. De este modo, se propone en sí una especie de dualidad a través de la historia.

Flaubert puede compararse con Homero en un sentido particular, quizá como ningún otro escritor, y es que del mismo modo que Homero fue el primero en consagrarse a través del poema épico, y fue también, durante siglos, el parámetro con el que se midió la calidad de las obras literaria. Flaubert no fue el primer novelista, más sí el primero que se consagró al dar a la novela un carácter de gran género, en palabras de Borges: “a la creación de una obra puramente estética en prosa”.

Sin embargo, no es posible encontrar la idea central de éstas reflexiones, al igual que la relación de absoluta compenetración que hay entre Flaubert y su obra, en comparación a muchos otros autores de la época, sugiriendo a Cervántes como ejemplo: “Quijote y Sancho son más reales que el soldado español que los inventó, pero ninguna criatura de Flaubert es real como Flaubert”.

Por lo tanto, y bajo sus propias palabras, no hay como tal un Flaubert por fuera de sus personajes, no existe, ni tampoco personajes por fuera del Flaubert de carne y hueso que se muestra a través de sus obras. Es el mismo hombre que sufrió tortuosamente a la hora de escribir, que de algún modo quiso hacer de la literatura una forma de trabajo artesanal, exhaustivo y doloroso. 

Asimismo, Flaubert considera imposible la superación de obras anteriores ya que piensa que sólo hay un modo de escribir cada cosa y el trabajo del escritor es encontrarlo, pareciendo una referencia directa al estilo. Citando a Borges: “Flaubert pensó que cada cosa sólo puede decirse de un modo y que es obligación del escritor dar con ese modo. Dicho autor también dijo que sus fracasos podían diferir, pero que sus aciertos eran iguales, porque lo bello siempre es lo preciso, lo justo, y un buen verso de Boileau es un buen verso de Hugo”.

“Sin embargo, yo concibo un estilo (...), un estilo que nos entraría en la idea como un estilete y sobre el que nuestro pensamiento bogaría, por fin, sobre superficies lisas, igual que volamos una barca con un buen viento en popa”

Flaubert, en la carta dirigida a Louise Colet el 24 de abril de 1852, concibe al verso como una forma muerta y propia de la literatura antigua (o como escribe en el Dictionnaire des idées reçues a propósito de la “poesía”: est a tout à fait inutile: passé de mode). Anticuada y agotada por Homero, la poesía pierde valor ante la recién nacida prosa “ a la espera de su Homero”. Flaubert aparece como una especie o “un nuevo Adán”: el hombre de letras como mártir, “consagrado a la creación de una obra puramente estética en prosa”..

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