José Asunción Silva "libro Fin de siglo"
Enviado por Valeria Rico Medina • 12 de Noviembre de 2019 • Ensayo • 1.531 Palabras (7 Páginas) • 255 Visitas
Hay distintas facetas del poeta José Asunción Silva: El del tono esperanzado de El libro de versos, fiel creyente del proyecto modernista y todo lo que este significa; y el poeta desencantado que se ve en Gotas amargas, un poeta que de repente se ha dado cuenta de que la modernidad es un proyecto destinado a fallar en un país como Colombia.
En el libro Fin de siglo: decadencia y modernidad, David Jiménez Panesso dedicó todo un capitulo a Silva y la modernidad fallida; en el texto, hace un análisis de la evolución de la obra de Silva, sus cambios en el uso del lenguaje a lo largo de esta, su recepción durante la época y de Silva en general como modernista. Hay un ensayo en particular en el que se centra en Gotas amargas, tomándolo como un libro en el que se evidencia el descontento de Silva y su testimonio frente a la idea de la modernidad como un proceso que nunca se podrá realizar.
En estos poemas Silva ha cambiado totalmente de orientación y de lenguaje. Como poeta simbolista, había buscado el temblor del misterio en las más sutiles vibraciones de lo real. La música de las palabras, la vaguedad de las imágenes, eran las formas de esa búsqueda. Desvalorizar lo inmediato, la brutalidad de lo real, las imposiciones de la convención social, la gris miseria de la vida práctica, todo esto constituía lo esencial de la actitud modernista. Pero Silva sucumbe: la realidad se hace más fuerte, más solida y con argumentos más pesados. Entonces se muestra la otra cara de la modernidad: la mueca feroz y el nihilismo desencantado. (Jiménez Panesso, 130)
Ángel Rama menciona rápidamente esta cuestión en su libro Rubén Darío y el modernismo, culpando este cambio de lenguaje en el choque de contradicciones que existía en Silva como comerciante y poeta, haciendo imposible que una se separara de la otra o que renunciara a alguno de estos aspectos para dedicarse al otro por completo; lo que lo llevó a imprimir en sus poemas parte de lo que sentía con respecto a sus fracasos comerciales y su inminente quiebra. Tanto Jiménez Panesso como Rama mencionan que una de las armas más importantes de Silva en Gotas Amargas es la ironía, la cual usa en varios poemas para hacer evidente su descontento frente a la mentalidad de la época por medio de frases con tonos sarcásticos. El poema “El mal del siglo” es un ejemplo claro de esto:
EL MAL DEL SIGLO
El paciente:
-Doctor, un desaliento de la vida
Que en lo íntimo de mí se arraiga y nace.
El mal del siglo... el mismo mal de Werther,
de Rolla, de Manfredo y de Leopardi.
Un cansancio de todo, un absoluto
Desprecio por lo humano... un incesante
Renegar de lo vil de la existencia
Digno de mi maestro Schopenhauer;
Un mal estar profundo que se aumenta
Con todas las torturas del análisis...
El médico:
-Eso es cuestión de régimen: camine
De mañanita; duerma largo, báñese;
Beba bien; coma bien; cuídese mucho,
¡Lo que usted tiene es hambre!...
(Silva, 66)
La respuesta del médico al final del poema demuestra el nuevo desdén y sarcasmo de Silva. Una nueva conciencia del triunfo de la vida práctica frente a la mentalidad modernista se abre paso en estos poemas en los que parece haber un tira y afloja entre el Silva poeta, que defiende el modernismo y se deja llevar por sus maneras, sus imágenes y correspondencias, y el Silva comerciante, obligado a ajustarse a la practicidad de la vida y a la dura realidad que rodea al mundo de los negocios.
La influencia de estas experiencias ha sido señalada para “Gotas amargas” , los poemas secretos del autor, su irónica venganza de la sociedad que no se atrevía a dar a conocer a los integrantes de ella y solo conocían algunos amigos. [...] Esa existencia donde una parte desmentía la otra y donde la mejor parte debía ser íntima y secreta para resguardarse de la condena zafia y sarcástica de la otra, se reencuentra en un peculiar sistema estilístico, donde la entonación lírica del poema es bruscamente burlada por una inserción de realismo crítico que colorea la composición de un aire grotesco; la línea evocativa con su lenta impregnación emocional es distorsionada repentinamente por una chirriante acotación que la invalida. (Rama, 66-67)
Según Jiménez Panesso, Silva no parece querer dejar la poesía de lado a pesar de haber encontrado esta conciencia de la modernidad fallida, del triunfo de las convenciones sociales y de la lucha por el poder de ambas mitades dentro de sí mismo:
Silva parece, ahora, humillar la poesía, arrastrarla a los pies de la ciencia y el progreso técnico. Pero el gesto del sarcasmo delata su debilidad: quiere salvarse por la poesía o no salvarse. Por eso la última palabra de Silva es el silencio. (Jiménez Panesso, 130)
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