Juan Emar

Juan Emar (ensayo)

"Por todas partes tiende a hacerse una división de más en más precisa: los viejos y los jóvenes. Con estos dos vocablos se designan las dos corrientes del espíritu humano. Los “ismos” no son más que subdivisiones sin importancia. Al arte de los jóvenes se le llama “el arte vivo” y al arte viejo casi siempre se le llama “arte oficial”; se reviste de toda pompa gubernativa, se explaya como la cola del pavo real y ostenta medallas, diplomas y honores. Lo que hay más curioso es que entre los jóvenes se encuentran a menudo artistas de 60 o más años y que entre los viejos abundan los adolescentes. Paradoja o ironía, no lo sé. En todo caso no es mala elección como vocablos como a primera vista podría creerse. Pues no se trata de canas y “negros y sedosos bigotes” como ha dicho el poeta de las cristalizaciones cursis. Se trata del espíritu.

Espíritu viejo que, como los viejos quiere sosiego, comodidad y reducir la existencia justo a lo que es indispensable para existir: para el cuerpo, comer y dormir; para el alma del artista, espectacular con prudencia en los lugares comunes de las ideas y las fórmulas generales.

Es espíritu joven aquel que reclama el derecho de ensayar y que, como Derain, reclama el derecho humano de haberse equivocado en los ensayos. Es espíritu viejo aquel temeroso del error, prefiere repetir las maneras de una obra de arte creyendo que con esto toca a las mismas fuentes de la vida. El joven no define ni busca en las bibliotecas los argumentos que sostengan su obra, pues todo su tiempo se halla ocupado en vivir. Y si nacen entre ellos argumentaciones, estas provienen del estudio posterior de su propia vida que es su obra. En cambio, el viejo ha aprendido de antemano todos los argumentos y definiciones y sobre esta armazón fabrica, como hacían los teólogos para explicar el mundo.

El joven procede como lo hacen los hombres de ciencia :primero la observación de la vida, luego la ley se formulará, contradiciendo tal vez lo que hasta entonces se había formulado, mas , nunca contradiciendo una verdad.

Los “ismos” son totalmente secundarios. No basta hacer cubismo para ser joven y la fabricación del futurismo no coloca al autor forzosamente en el futuro. Mientras un ismo sea una investigación apasionada, lleva en si una esperanza; cuando la investigación da sus frutos, se convierte en una realización. Junto con esto, la realización ofrece a los espíritus perezosos una manera de hacer y los oficiales, abren entonces las puertas de sus salones a los que les causó pavor mientras fue un ensayo de las fuerzas jóvenes. Ya empiezan muchos pintores del mundo, a no seguir los caminos seguidos por Cézanne, sino a “hacer” cézanes; Y muchos escritores a poner en sus plumas “la manera”de Proust...de aquí a algunos años, los señores presidentes de republicas y sus majestades los

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