LA EDUCACIÓN
Enviado por verostrocchi • 7 de Mayo de 2013 • 3.996 Palabras (16 Páginas) • 320 Visitas
Universidad del Desarrollo
Facultad de Educación y Humanidades
Programa de Formación Pedagógica
Módulo: Desarrollo e Innovación Curricular
Profesora: Yasna Pavez
TRABAJO FINAL MÓDULO INNOVACIÓN Y DESARROLLO CURRICULAR
Alumna: Veronica Strocchi
Concepción, 9 de Julio de 2012.
Nuestro punto de partida es un interrogante: ¿Cómo elevar los resultados de aprendizaje de la educación pública, a partir de un currículum enriquecido? No es una pregunta fácil. Apuntamos a responderla mediante el objetivo de este trabajo: poner de manifiesto como el enriquecimiento curricular, supone una acción conjunta sobre los tres niveles de concreción. El valor agregado puede resultar ineficaz, sino se produce una relación de congruencia y de trabajo conjunto entre los niveles. Abordaremos en primera instancia el contexto actual y su determinación sobre la educación. A continuación realizaremos una somera precisión conceptual de término currículum, para ingresar finalmente a un examen de los diferentes niveles de concreción y su vinculación con la reforma educativa, que nos guiarán hacia la conclusión del trabajo.
Atravesamos un periodo de cambios donde la modernidad ha dado paso a la sociedad red o sociedad de la información, caracteriza por la expansión de la tecnología digital, el uso de internet como estructurante de nuestra vida social, la importancia de la información, el proceso de globalización y la incorporación de las nuevas tecnologías en todo nuestro hacer cotidiano. En un horizonte tan complejo y mutable, surge naturalmente el interrogante de como se modificará la educación, tanto en su rol social como en su contenido e instrumentalización.
La educación constituye una institución histórica, permeable a los cambios del entorno, por lo tanto: “Educar basándose en circunstancias pasada es como adaptar un organismo a un ambiente que ya no existe” (Dewey, 1965: 7-8). La sociedad del conocimiento ha provocado una deslegitimación social de la institución educativa, fundamentada en el cuestionamiento de su función como centro difusor del saber. Vivimos en un tiempo caracterizado por la sobreinformación, internet constituye un océano de información pero de un centímetro de espesor. En este punto, la educación debe desempeñar un papel clave, brindando al alumno una formación que le permita utilizar la información y transformarla en conocimiento. El educando debe abandonar su papel pasivo de receptor, dado que la escuela dejaría de tener sentido, si únicamente se dedica a la trasmisión de información. El conocimiento demanda un proceso cognitivo para su elaboración, cuyo aprendizaje y práctica debe ser prioridad de la educación formal.
Un concepto clave dentro de la educación es el de currículum, pero esta palabra se emplea con tal multiplicidad de sentidos, que su significado parece desdibujarse. En la página del Mineduc, el término aparece asociado a documentos prescriptivos y orientadores: Marco curricular, planes y programas de estudio, mapas de progreso, que responden al primer nivel de concreción curricular. Esto se vincula con una de las características esenciales de la educación: la intencionalidad, que implica fijar metas, objetivos y estrategias para alcanzarlos. No obstante, el currículum no se limita ni se encuentra en esos documentos. Su sentido es más amplio, abraza la idea de que la educación, constituye un subsistema dentro del sistema social, esencial para su reproducción y conservación, dado que mediante la educación se trasmite la herencia cultural, a la vez que se condiciona a los sujetos, para que puedan integrarse al conjunto humano. En otras palabras, la educación contribuye a la pervivencia y a la cohesión cultural y social.
Dentro de la educación, el currículum apunta a comunicar los principios y rasgos esenciales del proceso educativo, en sus diferentes niveles de concreción. Por consiguiente, es un instrumento para transformar la enseñanza y adecuarla al contexto. El currículum, subyace y sustenta las prácticas educativas y se circunscribe al conjunto de contenidos y metodologías que el sistema trasmite. Ello supone dos riesgos: Por un lado, cuidar que la selección cultural, que necesariamente se debe realizar, descarte inclinaciones dogmáticas y por otro, que se considere la necesidad, de reformular permanentemente el currículum, a fin adaptarlo a los cambios y nuevos descubrimientos que tienen lugar en una sociedad como la nuestra, caracterizada por la aceleración de la historia. El cambio curricular, que supone el valor agregado, puede definirse como “…una alteración de la práctica existente hacia una práctica nueva o revisada (implicando potencialmente alguno de estos tres elementos: materiales, enseñanzas, creencias) en orden a obtener ciertos resultados deseados en el aprendizaje de los alumnos…” (Bolívar, 1996:2)
Los diferentes niveles de concreción curricular son funcionales para el análisis o planificación. En la práctica, constituyen una urdiembre, que permanentemente se encuentra en retroalimentación. Desde el nivel macro se orienta y prescribe lo que debe ser, dejando lugar a la flexibilidad. El nivel meso se apropia de la propuesta y la concretiza mediante el proyecto educativo institucional y el proyecto curricular de centro. Pero finalmente es en el aula, donde las propuestas de los niveles anteriores, encuentran su concreción, su praxis. Desde nuestro escaso conocimiento de la educación pública chilena, creemos que esta estructuración es unidireccional, en virtud de que las propuestas de los niveles más bajos no se trasladan a los superiores. Como la plasmación de las propuestas de nivel macro, muchas veces son desvirtuadas en la práctica.
Eyzaguirre desataca el carácter sistémico de la reforma educativa chilena, cuyo inicio se remite al periodo de la dictadura militar y encuentra continuidad en los gobiernos democráticos. Desde su visión, los aspectos positivos son la descentralización del sistema y el subsidio a la demanda, que sitúan a la educación en el terreno de la competencia. No obstante, esto es susceptible de una doble lectura, dado que supone el ingreso de las leyes del mercado a la educación: “…se trataría de un único y continuo proceso de reforma, hegemonizado por categorías del pensamiento económico en educación, con dos momentos políticos y sus respectivos énfasis y agendas de cambio” (Cox, 2003: 20). Adherimos a la idea de que la reforma es un movimiento único, aún en curso, que demanda un rol activo del estado como regulador, mediante políticas educativas que garanticen
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