LA IMPORTANCIA DE LA EXPOSICION

Hay ciertos elementos en una exposición que no tienen que ver del todo con el trabajo del expositor sino con la manera de presentarlo, asimismo con el tipo de audiencia a la que se enfrentará. La audiencia percibe mucho más de lo que hablamos. Ella tiene sus propios intereses; por ejemplo, puede ser un público agresivo con el expositor o amable con él. Sin embargo, no se debe olvidar que la meta del orador es convencer al auditorio de que su punto de vista es el correcto, por eso es muy importante que el locutor sepa a qué grupo de personas se dirigirá. En términos generales, se puede decir que a cualquier audiencia le agradan los temas de interés general: vida, salud, familia, sexualidad, paternidad, maternidad, pero le molestan otros temas: política, religión, seguridad pública, igualdad social. No le gustan los temas en los que se siente atacada o en peligro, ni los que atenten contra sus creencias, recursos o beneficios. El lenguaje del expositor, pese a que el tema sea científico, técnico o desconocido para el auditorio, debe ser lo más claro, sencillo y ausente de tecnicismos posible. Debe usar preferentemente frases cortas, un vocabulario sencillo, reflexivo, pues el lenguaje rimbombante o burlón, lleno de muletillas o soez es sumamente molesto para el auditorio, por lo que debe evitarlo a toda costa. Lo mejor es usar siempre expresiones claras en las que abunden ejemplos que refuercen lo expuesto.

La voz del orador debe estar modulada y pronunciarse con clari­dad. Su entonación dependerá del tamaño del auditorio, pues si habla demasiado rápido no se entenderá el mensaje o si pronuncia lentamente muy pronto el auditorio perderá todo interés en el tema y empezará a dispersar su atención. Por el contra­rio, si tiene una excelente dicción y tono de voz, evitará los molestos "¿qué dijo?" y la confusión del público. La actitud corporal del expositor frente a la audiencia debe ser natural: manifestar un porte sereno, dar la impre­sión de seguridad en sí mismo, estar pulcramente vestido, presentable y dar un buen aspecto. En cuanto al espacio, el expositor deberá elegir un lugar dentro del estrado donde pueda ver al auditorio y que el auditorio también lo pueda mirar. Por otra parte, es conveniente que observe el rostro de los es­pectadores, que gesticule un poco cuando hable, no demasiado. Si el ambiente le es adverso, no es prudente que el orador se deje llevar por sus sentimientos negativos; para ello es conveniente que tenga una actitud abierta, que escuche a los participantes, que no les niegue la posibilidad del diálogo y menos aún que se burle de ellos o que tenga un comportamiento agresivo, ya que en muy poco tiem­po la audiencia se violentará y será sumamente difícil concluir el tema. De ser posible, el expositor tendrá una actitud amable y cálida con el auditorio.

LOS PRODIGIOSOS

Hugo Argüelles

Personajes: Consuelo y Santón

Consuelo (Seca).- ¿Qué quieres?

Santón.- ¡Más respeto, que estás frente al rey de reyes!

Consuelo.- ¡Diga de una vez a qué vino!

Santón.- La razón de mi presencia en esta casa, no obedece a mi voluntad. Ha sido el pueblo quien ha conducido mis pasos hasta aquí, pues se me ha informado que en este lugar, esta misma noche, se halla la causante de que mi rebaño esté sumido en las tinieblas del terror.

Consuelo.- Sí, precisamente estaba dando consulta a la primera víctima del nahual, ¿eso es lo que quiso usted decir?

Santón.- ¿Dónde está la culpable de que este pueblo padezca horrores?

Consuelo.- ¿Para que la quiere?

Santón.- Es necesario exorcizarla.

Consuelo.- Lo siento, pero está bajo mi cuidado.

Santón.- ¿Es ésta una nueva forma de agresión?

Consuelo.- Y haga el favor de comportarse ya serio. Usted sabe que ni le creo, ni le temo.

Santón.- Mujer mírame a los ojos.

Consuelo.-

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