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LA LEYENDA DE EL SILBÓN (Dámaso Delgado)


Enviado por   •  25 de Noviembre de 2014  •  4.210 Palabras (17 Páginas)  •  922 Visitas

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LA LEYENDA DE EL SILBÓN (Dámaso Delgado)

Un texto fundamental, pero muy poco conocido en la cultura llanera

(Detalle de la portada del libro "El Silbón: Realidad y Leyenda",

de Dámaso Delgado, publicado en Acarigua, en 1998)

Fuente y elenco: Dámaso Delgado (José Juan)

Victorino Castellanos (Juan Hilario y Coplero 2; C2)

Joseíto Herrera (Coplero 1; C1); Alfredo Acuña Zapata (Narrador y el Visitante); Víctor Morillo (Declamador; D); José “Catire” Carpio (Llanero Conversador y José Alí); Norma Suárez (Coplera); Ramón C. Martínez (Peón); Ramón Toribio Egaña (Peón); Benilde González (Rosita); Teresita Vega (Josefa) y Josefina Villarroel (Aurora)

C1: Esto era lo que contaban

del Silbón y la parranda

una noche se encontraron

Hilarión y el Desanda

una noche se encontraron

Hilarión y el Desanda,

Narrador: Este álbum realizado para todos los estados de Venezuela, va dedicado con especial cariño a la tierra de Páez.

Declamador: ¡Portuguesa!

Narrador: Nuestra más alta aspiración, que esta producción artística – cultural hecha con cariño y con esfuerzo, sea como un llamado de voluntad y esperanza para todos los niños de Venezuela, para ellos el mensaje:

D: Que aprendan a querer

cada vez más a la patria

a través de sus escuelas

y que nada les detenga

en su afán de superarse

para hacerla cada día más libre.

Copleras: Yo nací en esta ribera

del Arauca vibrador…

D: Canción y letras

dignidad y altruismo

han de ser las sendas

por la que se conduzcan

los hombres de Portuguesa

y de Venezuela toda.

Narrador: Un mensaje musical y amistoso de tres pueblos vecinos para hacerse más hermanos.

C1: No vayas para la fiesta

te dijeron Juan Hilario,

que en tierras de Portuguesa

va un espanto desandando,

que en tierras de Portuguesa

va un espanto desandando.

Narrador: Portuguesa, Barinas, Cojedes; Horizonte extendido por caminos polvorientos, tierra generosa donde la leyenda es copla y donde la copla es sabana, Llano adentro, corazón de patria, sabanas inmensas y pajonales abiertos, arrieros del verso, baquianos de la conversa.

Declamador: ¿Pa´ ónde va por´hay, Juan Hilario?

Narrador: Es la pregunta del Llano contestador y bravío, retador y andariego.

Llanero Conversador: Epa compañero, pero, ¿eso es cierto?

José Juan: Sí compa, ciertico, dicen que nació en Guanarito o en Bijal, lo cierto es que en Portuguesa y Barinas se ha criao, y Cojedes lo ha visto pasá.

Narrador: Son las cinco y media de la tarde, el sol agonizante y rojizo desaparece lentamente en la quietud del horizonte y por el camino polvoriento un hombre a pie con el rostro sudoroso y el andar cansado; atrás el camino andado, por delante el paisaje casi desierto: sabanas, cielo, vacas y garzas. Es el llanero mismo con su estampa recia hundiendo su huella sobre la tierra brava, un Florentino, un baquiano, o un caporal de hato, hijos siempre del inmenso Llano, hermanos de la sabana.

C2: Voy dejando mi cantar

sabanas que tanto quiero

voy con los pasos del día.

Narrador: Es casi de noche, cuando se detiene ante una Cruz del camino, se arrodilla ante ella y le enciende una vela que trae en el bolsillo de la blusa, luego se persigna y se dispone a reanudar la marcha, cuando alguien que camina en dirección contraria se le acerca.

El Visitante: Mire señor, usted, ¿es de por aquí?

José Juan: Sí, de por aquí mismo ¿Qué se le ofrece?

El Visitante: ¿Me podría indicar el camino que conduce a Los Jeyes?

José Juan: Ese mismo que lleva ¿Pa´ qué casa va por´hay?

El Visitante: Bueno, voy pa´l fundo del señor Montenegro, Juan José Montenegro, que tiene una fiesta por ahí.

José Juan: Ah, eso es allá alante; siga por hay derecho, pero tenga cuidao con el peasito aquel de La Vuelta ´e Los Mangos, ahí mismo, al pasá el cañito, que ahí sale el Silbón.

El Visitante: ¿El Silbón?

José Juan: Sí, el Silbón.

El Visitante: No, no, no, pero, eso no existe.

José Juan: Sí existe, señor y mucho, mire, por to´ estos caminos, por to´ estas sabanas y por to´ estas soledades, se va a encontrá con mucho más de lo que usté ha visto en los libros.

El Visitante: Bueno, yo he oído hablar algo de eso, pero, dicen que es una leyenda.José Juan: Jmmm ¿Una leyenda?, una leyenda debe se´ lo que cuentan del Silbón antes de se´ Silbón.

El Visitante: ¿Cómo es eso de que el Silbón, antes de ser Silbón?

José Juan: Pues, que dicen que, el Silbón es el ánima en pena de un hijo que mató al papa pa´ comele la asadura, y que la mama lo maldijo pa´ to´a la vida.

El Visitante: Ah…ya entiendo, ¿ y dicen que nació en el Llano?

José Juan: En Guanarito, compa, y Guanarito es Llano, y Llano es to´ esto que estamos pisando.

El Visitante: No, no, yo creo que eso es sólo una leyenda, como dice la gente, lo que pasa es que, ustedes, los llaneros, tienen un espíritu demasiado supersticioso.

José Juan: Llano es Llano, compa, y a nosotros nos gusta de esa manera, supersticiosos y to´ pue´ que seamos, pero con un corazón que no nos cabe en to´ el ancho ´e la sabana, y en esa misma sabana que no alcanza pa´ arropale el corazón al llanero es ´onde se ven to´ estas cosas que le estoy contando.

C1: Con la claridad de un rayo

que alumbraba la sabana

miró una sombra de lejos

con un maleto terciado,

miró una sombra de lejos

con un maleto terciado.

El Visitante: Caray, pero ha de ser muy grande ese espanto del Silbón, pa´ que, pa´ que, ustedes, los llaneros, le tengan tanto miedo.

José Juan: Uunnn…Canillú es lo que es el hombre, compa, canillú, mire, le digo que lo han visto sentao y las rodillas le pasan del lao arriba ´e la cabeza.

El Visitante: Y dígame una cosa; usted, ¿lo ha visto?

José Juan: De refilón, compa, de refilón, pero mire, lo he escuchao silbá y le digo que no es pa´ juego la cosa.

El Visitante: No, no, yo insisto en que eso no es más que una leyenda, amigo.

José Juan: Amm., lo mismo decía Pacheco, lo mismito decía Pacheco.

El Visitante: Bueno, y ¿quién es Pacheco?

José Juan: Uno, que peleó con el Silbón.

El Visitante: ¿Con el Silbón? ¿Y peleó, de verdad, con el Silbón?

José Juan: Sí,

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