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LA MANZANA DE ORO


Enviado por   •  16 de Octubre de 2012  •  537 Palabras (3 Páginas)  •  354 Visitas

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LA MANZANA DE ORO

En aquellos días nobles y remotos en que los hombres

eran héroes y convivían con los dioses, Peleo, rey de los

mirmidones, se desposó con una ninfa de los mares

llamada Tetis, la de los pies de plata. Numerosos invitados

asistieron al banquete de bodas, y, junto con los mortales,

llegaron los dioses del Olimpo.1

Pero en el momento más alegre de la celebración

apareció Eride, la diosa de la Discordia, que no había sido

invitada porque dondequiera que iba llevaba la desgracia;

pero allí estaba ella, enfurecida como siempre y dispuesta

a vengar la afrenta. Eride se limitó a arrojar sobre la mesa

una manzana de oro; luego echó su aliento sobre los

invitados y se esfumó.

La manzana resplandecía entre los montones de frutas y

las copas rebosantes de vino; y, al inclinarse para verla

más de cerca, todos pudieron leer, escrito sobre la piel:

«Para la más bella».

Entonces, cada una de las tres diosas supremas reclamó para sí el regalo. Hera lo reclamó por ser la

esposa de Zeus, padre de los dioses, y reina por tanto de todos ellos. Atenea afirmó que tenía más derecho

que ninguna, pues la belleza de una sabiduría como la suya sobrepasaba a cualquier otra clase de belleza.

Afrodita se limitó a sonreír, y preguntó quién iba a reclamar un premio a la belleza si no era la diosa misma

de la belleza.2 De modo que se enzarzaron en una apasionada discusión; la disputa se transformó en

pelea, y la pelea se fue agriando hasta que al fin las tres rogaron al resto de los invitados que fueran ellos

quienes decidieran la cuestión. Pero éstos se negaron, pues sabían de sobra que, si escogían a una de las

tres diosas para recibir la manzana de oro, se enemistarían con las otras dos.

Al final las tres regresaron al Olimpo, enemistadas. Los demás dioses tomaron partido a favor de la una o

de la otra, y la inquina entre ellas se prolongó durante largo tiempo. Tan largo como para que, mientras

tanto, en el mundo de los hombres naciera un niño al iniciarse la pelea y se hiciera hombre y llegara a ser

guerrero o pastor. Naturalmente, los dioses, que son inmortales, no tienen la misma noción del tiempo que

los humanos.

El caso es que en la ribera noroeste del mar Egeo había una ciudad de seres humanos. Troya se llamaba,

y era una gran ciudad rodeada de poderosas murallas que se alzaba sobre una colina junto al mar. Se

había enriquecido con los impuestos que sus reyes exigían, por atravesar el estrecho, a los barcos

mercantes que navegaban rumbo a los ricos graneros de las llanuras del mar Negro. El rey de Troya,

Príamo, poseía extensos territorios y caballos de larga

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