La Desnutriucoion
Enviado por rodrigo3 • 16 de Enero de 2013 • 511 Palabras (3 Páginas) • 365 Visitas
Con estos versos comienza Nancy Scheper-Hughes La muerte sin llanto (1992), monografía sobre la vida y la muerte en una comunidad del nordeste de Brasil, llamada Alto do Cruzeiro, en la localidad de Bom Jesus da Mata, cuya lectura implica, en palabras de la autora “un descenso al corazón de las tinieblas de Brasil” (1997:11). El tema que ocupa todo el relato y, por tanto, su principal objeto de estudio, es “el amor y la muerte en el Alto do Cruzeiro y específicamente el amor maternal y la muerte infantil” (1997:26). Scheper-Hughes mantuvo una relación bastante intensa con los habitantes del Alto, prolongada en el tiempo durante más de veinticinco años y que no comenzó como antropóloga, sino como misionera con los Cuerpos de Paz en la década de 1960. En 1982 vuelve a la comunidad, esta vez como etnógrafa, embaucándose en la tarea de discernir el modo en que las gentes del Alto batallan su día a día contra la rutinización de la violencia cotidiana y el sufrimiento humano.
En la introducción la autora relata, en términos de su relación con el “otro” y con la objetividad científica, cómo se desmarca de cierta antropología tradicional que pretende hacer desaparecer a la antropóloga de la investigación como un fin necesario para alcanzar una objetividad que es necesariamente ficticia, pues en el simple hecho de elegir contar unos hechos, unos rituales o unas determinadas prácticas y no otras, la antropóloga está interviniendo de manera subjetiva y parcial. Lo que parece querer decir Scheper-Hughes en su manera de hacer etnografía, es que la antropología puede ser una fuerza contestataria, un arma contra el poder hegemónico, un discurso crítico y en constante diálogo con la realidad que se nos presenta de manera ineludible o, en sus propias palabras, “escribir antropología puede ser un locus de resistencia” (1997:35).
Con esto, Scheper-Hughes hace constatar que la antropología se posiciona, que la etnógrafa en el campo no se limita a recoger datos y analizar los resultados para una audiencia erudita. Ella no intenta ocultar sus simpatías por unas personas o sus antipatías por otras, su indignación ante las desigualdades y la extrema pobreza mantenidas conscientemente por la estructura social y política, sus contradicciones internas que generan comportamientos y reacciones entre la comunidad y no teme entrar abiertamente en conflictos con la gente del Alto, provocando situaciones intencionadamente, pero al mismo tiempo va creando marcos teóricos que expone a sus informantes, haciéndoles partícipes de la construcción del objeto y haciendo que la antropóloga transite continuamente entre mundos de significado totalmente opuestos entre sí. Cansada de las críticas posmodernas a la antropología cuyas reflexiones parecen girar más en torno al “yo” que a los “otros”, apuesta por una etnografía “moralmente responsable”. Sus reflexiones personales están presentes en toda
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