La Llorona
Enviado por erosleo • 3 de Diciembre de 2013 • 1.487 Palabras (6 Páginas) • 272 Visitas
LEYENDA DE LA LLORONA
Cuenta la gente que por las noches se aparece en ciertos lugares una mujer vestida de blanco que grita y llora afirmando que busca a sus hijos,
los cuales asesinó cuando era joven. Se dice que fue una mala madre y no los quería, tampoco quería a su esposo, a quien por igual, le quitó la vida injustamente.
Las penas que le causaron sus actos fueron tales que ella pudo regresar desde el otro mundo para buscar los cuerpos de sus hijos y pedirles perdón por lo que les hizo.
Con esa condena ha permanecido por muchísimos años desde la época de la colonia; tiempo en que empezó a rumorarse que en lugares específicos de la ciudad de México, una mujer de blanco salía de un callejón durante la madrugada y daba unos espantosos gritos.
Otros cuentan que era una mujer que venía montada en un caballo, también blanco, con una larga cabellera que impedía ver su rostro. Al que se le aparecía supuestamente moría al poco tiempo y no alcanzaba a contar todo lo que le había sucedido.
Actualmente se han dado otras circunstancias, ahora aparece en los ríos que es lo que precisamente voy a relatar.
Un maestro que reside en la ciudad de Álamo me contó que una noche en que la luna dejaba ver todo sujeto presente en ese río, se le ocurrió salir a pescar, puesto que era la época en la cual los peces se dejan ver durante la noche. El maestro Roberto Asís G., afirma que se dirigió junto con un amigo al río y justo cuando iban a empezar a pescar se escucharon ciertas voces que venían desde lo más profundo de los montes, entre esas voces se alcanzaba a distinguir la voz de una mujer que lloraba de una manera exagerada.
Esto no le preocupó en un principio, sin embargo, después de unos minutos, la situación comenzó a desesperarlos, puesto que los gritos aumentaban de manera considerable y parecía que la mujer se acercaba cada vez más a ellos, lo que causó que suspendieran su labor por unos instantes.
Una vez que los gritos cesaron un poco, se dispusieron a continuar con su trabajo, sin embargo, de nuevo esa voz se hizo presente y los señores prefirieron no hacerle caso.
Terminaron de pescar, esa noche recogieron una gran cantidad de peces, lo que les hizo caminar lentamente por las orillas del río.
Mientras seguían caminando, la mujer al fin dejó verse desde lejos, debido a ello, se preocupó el profesor y se atrevió a acercarse a la señora que él suponía que era; se dio cuenta entonces de que no se trataba de una persona normal y se asustó tanto que salió corriendo junto con su amigo.
La mujer lo siguió y se pudieron dar cuenta de que no caminaba, sino que estaba flotando. Afortunadamente pudieron escapar de ella y contarme ahora lo que yo les narré.
Seguramente habrá tantas experiencias de personas que nos hablen de esa mujer misteriosa que aún nos sorprende en esas noches solitarias.
LEYENDA DE LA CALLE DEL INDIO TRISTE.
Las calles que llevaron los nombres de 1ª y 2ª del Indio Triste (ahora 1ª y 2ª del Correo Mayor y 1ª del Carmen), recuerdan una antigua tradición que un viejo vecino de dichas calles refería con todos suspuntos y comas, y aseguraba y protestaba "ser cierta y verdadera", pues a él se la había contado su buen padre, y a éste sus abuelos, de quienes se había ido transmitiendo de generación en generación, hasta el año de 1840, en que la puso en letras de molde el Conde de la Cortina.
Contaba aquel buen vecino que, a raíz de la conquista, el gobierno español se propuso proteger a los indios nobles, supervivientes de la vieja estirpe azteca; unos habían caído prisioneros en la guerra, y otros que voluntariamente se presentaron, con el objeto de servir a los castellanos alegando que habían sido víctimas de la dura tiranía en que los tuviera durante mucho tiempo el llamado Emperador Moctecuhzoma II o Xocoyotzin.
Pero hay que advertir que esta protección dispensada a esos indios nobles, no era la protección abnegada que les habían prodigado los santos misioneros, sino el interés de los primeros gobernadores, de las primeras Audiencias y de los primeros virreyes de la Nueva España, que utilizaban a esos indios como espías para que, en el caso de que los naturales intentasen levantarse en contra de los españoles, inmediatamente éstos lo supiesen y sofocaran el fuego de la conjura y así evitar cualquier levantamiento.
Cuenta pues la
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