La Nodirza
Enviado por tripescu • 13 de Junio de 2013 • 702 Palabras (3 Páginas) • 248 Visitas
La nodriza
Eça de Queiroz
Había una vez un rey joven y valiente, señor de un reino abundante en ciudades y campos delabranza, que partió a pelear a tierras lejanas, dejando tras de sí una reina que lo lloraba amargamente y un hijo que, desde su cuna, lo lloraba amargamente también. La noche lo vio marcharse llevado por sus sueños de conquista y de fama. Pero no lo vio regresar. Cuatro semanas después uno de sus hombres de confianza apareció trayendo la noticia de una batalla perdida y de lamerte del rey, atravesado por siete lanzas a orillas de un gran río. La reina lo lloró durante noches enteras. Pero su llanto, claro está, no le hizo olvidarse de las cosas prácticas de la vida, como por ejemplo, que el rey tenía un hermano, que este hermano era codicioso, y que lucharía con uñas y dientes para arrebatarle el reino. Y así fue, en efecto. Tan pronto como el hermano supo de la muerte del rey formó un ejército numeroso en las montañas, donde vivía, y se dirigió a la ciudad real para sitiarla y ponerla a sus pies. Cuando la reina supo que su cuñado venía a quitarle el trono para ocuparlo él, mandó asegurar las puertas de la ciudad con fuertes cadenas. Pero los mejores hombres habían partido con el rey y habían muerto en la batalla al lado de su señor. Y ahora, dime, ¿qué podría hacer la reina con un ejército de mujeres y niños, de ancianos y enfermos, de lisiados y tuertos? Tanta era su desesperación al oír a lo lejos los cascos de los caballos enemigos, que lo único que se sentía con fuerzas de hacer era ir a la cuna del niño y bañarle con sus lágrimas las mejillas. Una esclava fiel trataba de consolarla diciéndole que no debía temer nada, que ya vería cómo las cosas se arreglarían, etcétera. Por supuesto que la esclava no creía ni ella misma lo que decía, pero aparte de propinar los consejos que ya escuchamos, hizo también algo más: con un solo enérgico movimiento tomó a su hijo, que era de la misma edad que el príncipe heredero, y lo puso en la cuna real, mientras quitaba a éste y lo colocaba en la cuna de su hijo. Me preguntarás por qué hizo esto la esclava, ¿no es verdad? Es claro: para que si el hermano del rey entraba a los aposentos reales e intentaba matar al príncipe heredero, a quien mataría sería a un esclavo. Todo sucedió como la nodriza había sospechado. Bruscamente un hombre enorme, de cara encendida, con la capa negra sobre la cota de malla, surgió de la puerta de la estancia. Miró, corrió a la cuna de marfil donde los brocados resplandecían, arrebató al niño como si cogiese una bolsa de oro y, ahogando sus gritos con su capa, salió furiosamente. La reina, que desde el fondo del salón había seguido todos y cada uno de los movimientos de aquel gigante vestido de negro --que no era otro que su perverso cuñado--, no pudo sofocar un grito de terror y casi se desmaya al ver cómo, agrandes zancadas, se llevaban a su hijo acaso para matarlo. Cuando
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