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La Ortografia En Secundaria


Enviado por   •  15 de Febrero de 2014  •  2.123 Palabras (9 Páginas)  •  312 Visitas

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Didáctica Magna

JUAN AMOS COMENIO

Capítulo primero

El hombre es la criatura postrera, la más absoluta, la más excelente de todas las criaturas

El autor nos menciona que se fingió el conócete a ti mismo había bajado del cielo para llegar a la plebe, sin embargo, realmente descendió del cielo, también, nos menciona la sublimidad de la naturaleza humana. Entiende pues, que el hombre es la mayor creación de Dios.

Capítulo II

El fin del hombre está fuera de esta vida

La suma criatura debe necesariamente tener un fin sumo, así claramente se deduce nuestro último fin. De la historia de la creación, de nuestra propia constitución, vivimos aquí una vida triple: vegetativa, animal e intelectiva o espiritual, de todo cuanto hacemos o padecemos no es sino una determinada degradación, en la que, lanzados más y más allá, alcanzamos siempre grados superiores, sin que jamás lleguemos al supremo.

Está demostrado por la experiencia, si uno ansía bienes y riquezas, no hallará satisfacción de sus deseos aunque posea el mundo entero. Ni aún la muerte pone fin a nuestras cosas, los romanos le llamaban viaje a la muerte y los griegos le llamaban la marcha.

El ejemplo de cristo hombre nos muestra que el hombre se debe a la eternidad y que el hombre tiene una triple mansión: el útero materno, la tierra y el cielo. La vida primera de las mencionadas es preparatoria de la segunda; la segunda lo es de la tercera, y esta existe por sí misma, sin tener un fin.

Capítulo III

Esta vida es tan sólo preparación de la vida eterna

Cualquiera que sea la parte del mundo visible que examinemos nos llevará a la conclusión de que no ha sido creado para otro fin más que el de servir de generación, crianza y ejercicio al género humano. Todo pues tiene existencia por causa del hombre, aun el tiempo mismo, es pues, necesario que nuestra vida sea solo un tránsito por aquí, puesto que estamos reservados para la eternidad.

Capítulo IV

Conocerse, regirse y encaminarse hacia dios, tanto a sí propio como todas las demás cosas con uno mismo, son los tres grados de la preparación para la eternidad

El fin último del hombre consiste en la bienaventuranza eterna con Dios, y que el hombre está colocado entre las criaturas visibles para que sea: criatura racional, criatura señora de las criaturas y criatura imagen y deleite de su criador. Ser criatura racional es ser observador, denominador y clasificador de todas las cosas, ser dueño y señor de las criaturas consiste en poder disponer de ellas conforme a sus fines legítimos para utilizarlas en provecho propio, ser la imagen de Dios es representar vivamente el prototipo de su perfección. Esto puede expresarse en tres palabras: erudición, virtud o costumbres honestas y religión, donde la erudición comprende el conocimiento de todas las cosas, artes y lenguas, las buenas costumbres, no solo la externa urbanidad, sino la ordenada disposición interna y externa de nuestras pasiones, y con el de religión se entiende aquella interna veneración por la cual el alma del hombre se enlaza y une al ser supremo.

Capítulo V

La naturaleza ha puesto en nosotros la semilla de los elementos antedichos (erudición, virtud y religión)

La primitiva naturaleza del hombre fue buena y a ella hemos de volver debido a que la erudición, virtud y religión puestos en nosotros y que hacen del hombre un maravilloso instrumento de la sabiduría. El hombre nace con aptitud para adquirir el conocimiento de las cosas, en primer lugar porque es imagen de Dios. La imagen si es fiel, debe representar y reproducir todos los rasgos de su modelo, de otro modo no sería verdadera imagen.

El hombre ha sido llamado por los filósofos microcosmo, que encierra en sí cuanto por el mundo aparece esparcido. Nada pues, necesita el hombre tomar del exterior, sino que es preciso tan sólo desarrollar lo que encierra oculto en sí mismo y señalar claramente la intervención de cada uno de sus elementos, además de todo esto estamos dotados de ciertos órganos a modo de vigilantes u observadores, y son la vista, oído, olfato, gusto y tacto. Los ejemplos de quienes se instruyen por sí mismos demuestran con toda evidencia que el hombre puede llegar a investigarlo todo con el auxilio de la naturaleza, por lo cual, muchos llegan, por sí mismos, al conocimiento múltiple de las cosas.

Nuestro entendimiento es comparado a la tierra, a una huerta, a una tabla y a la cera, debido a que nuestro entendimiento es un milagro de Dios(cerebro) la raíz de la honestidad en el hombre es la armonía, con la que se deleita siempre con lo visible, lo audible, lo sápido y lo tangible. La rueda principal en los movimientos del alma es la voluntad, las pesas que la mueven son los deseos y afectos que la inducen hacia uno u otro lado. Conste, pues, que es natural al hombre ser sabio, honesto y santo, y que por la gracia del espíritu santo se está más libre de que la maldad posterior pueda impedir su progreso.

Capítulo VI

Conviene formar al hombre si debe ser tal

La aptitud para la ciencia nace con el hombre, no la ciencia misma y se demuestra que el hombre ha de ser formado para la humanidad, por ejemplo, las piedras deben ser talladas para ser parte de tu casa, al principio solo hay en él una simple aptitud y poco a poco ha de ser enseñado a sentarse, tenerse en pie, andar y mover las manos para servirse de ellas y porque los ejemplos demuestran que el hombre sin enseñanza no es sino un bruto.

La disciplina es necesaria para los necios, los prudentes, los ricos, los pobres, los que han de dominar a otros y para los súbditos. No hay que guiar con voces, cárcel o azotes a la criatura racional, sino con la razón. El que no aprecia la sabiduría y la disciplina es un mísero, su esperanza será vana, sus trabajos infructuosos y sus obras inútiles.

Capítulo VII

La formación del hombre se hace muy fácilmente en la primera edad, y no puede hacerse sino en ésta

El hombre se desarrolla por sí mismo en su figura humana, pero no puede llegar a ser un animal racional, sabio, honesto y piadoso sin la previa plantación de los injertos de sabiduría, honestidad y piedad. Ahora hay que demostrar que esta plantación debe efectuarse cuando las plantas son nuevas (niño), que se instruya para las acciones de la vida antes de empezar a obrar.

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