La Sopa De Piedra
Enviado por javierlugo232933 • 15 de Julio de 2014 • 724 Palabras (3 Páginas) • 287 Visitas
LA SOPA DE PIEDRA
En un pequeño pueblo, agobiado por una gran tormenta de nieve, quizás la peor de todas en muchos años, una mujer se llevó una sorpresa al escuchar que llamaban a su puerta, y más sorprendida quedo al ver en su puerta a un extraño, correctamente vestido, que le pedía algo de comer.
“Lo siento”, dijo ella, “pero ahora mismo no tengo nada en casa”, las tormentas de nieve no nos han dejado salir al otro pueblo a comprar suministros.
“No se preocupe”, dijo amablemente el extraño, “yo tengo una piedra mágica para hacer sopa en mi mochila, así que si usted me permitiera echarla en una olla de agua hirviendo, haría la más exquisita sopa del mundo. Solo necesito una olla muy grande, la más grande que tenga, por favor.”
La mujer picada por la curiosidad, le dio una enorme olla que tuvieron que sacar a su patio, le puso leños secos debajo para iniciar el fuego y mientras el extraño hacía la lumbre, la mujer fue a contar el secreto de la piedra de sopa a todos sus vecinos. Por lo que cuando el agua comenzó a hervir, ya todo el pequeño pueblo se había reunido allí para ver a aquel extraño y su mágica piedra de sopa.
Instantes más tarde, el extraño dejó caer una piedra muy limpia en el agua, luego probó una cuchara con verdadera delectación y exclamó: “¡Deliciosa!, ahora lo único que necesitamos son unas cuantas papas”.
“Yo tengo unas papas medio viejas en mi cocina”, gritó una mujer. Y en pocos minutos estaba de regreso con una gran fuente de `papas ya peladas que fueron derechas a la olla.
El extraño volvió a probar el brebaje. “¡Excelente!”, dijo, y añadió pensativamente, “Ahora, si tuviéramos un poco de carne, haríamos un cocido de lo más apetitoso...”.
Un señor, que estaba escuchando todo y a quien el hambre le hacía ruidos en su estómago, salió zumbando y regresó con un pedazo de carne y se la dio al extraño “es todo lo que tengo, dijo humildemente”. Tras aceptar la carne cortésmente, el extraño la introdujo en la olla. Cuando volvió a probar el caldo, puso los ojos en blanco y dijo: “¡Ah, pero que extraordinario sabor!, mmmm, ahora bien, si tuviéramos unas cuantas verduras éste guiso sería perfecto, absolutamente perfecto...”
Una pareja joven, con un par de niños que miraban sorprendidos a ese extraño que ahora era como mago a sus ojos, fueron corriendo hasta su casa y volvieron con una cesta llena de cebollas y zanahorias comenzando a marchitarse, y así, motivados por la euforia del fuego y el momento, todos los del pueblo aportador lo poco que cada uno tenía en sus casas para sobrevivir. El extraño introdujo todas las verduras en la olla, un pedazo de morcilla rancia, un ajo, hasta un huevo. El pueblo bullía al calor del fuego y el exquisito aroma de esa sopa de piedra.
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