La Sábana Fría
Enviado por JuanIgnacio • 29 de Junio de 2011 • 1.674 Palabras (7 Páginas) • 907 Visitas
LA SABANA FRIA
¡Si ella llegara...!
¡Si aquí apareciera...!
¡Si tan sólo volviera de nuevo a sentirla...!
¡Se acostaba conmigo, me daba ternura!
Yo le hacía a ella, guiños y caricias.
¿Acaso cambiara si yo lo pudiera, las ganas que tengo de seguir con ella? ¿Estar como antes, bien arrebujados, como antes lo estaba?
Cuando sólo juntos, los dos acostados, pasábamos horas dentro de la cama.
Sus pies con los míos, su pecho en el mío, sintiendo su boca respirando amores, exhalando afectos, diciendo cariños, en los arrumacos
¡Pero ya no viene!
¡Al irse pa`siempre, se me fue la vida, me quedé solito!
Salió poco a poco, vivía conmigo.
Andaba contenta, yo ahí bien pegado.
¿Pero `hora qué hago, si ya no la tengo?
No siento siquiera algún aliciente, tal parece que `hora, no tengo remedio.
Si antes llegaba tan sólo pa` verla...
Si ahí en la cocina, siempre m’ esperaba...
Ahora cuando entro, volteo y reniego
¡Ahí no está ella, ya no huele a nada!
No se oye ni el ruido de aquellas cazuelas, donde ella cocía, tantas cosas buenas.
Ahora si acaso, tan sólo cuando entro, me digo solito, ¡Qué sólo me quedo!
Estoy como dicen, como vil espectro,
¡Parezco un fantasma! ¡Soy sólo una sombra! ¿Así, pa´qué vivo?
Porque ya se ha ido, porque ya no viene.
¡Si vieran qué triste, se ve `hora la casa!
Ahí en la cocina, yo siempre la vide. Cuando la recuerdo, me pongo muy triste.
¡Siempre a diario la estoy recordando!
No l`aunque me aguante, hasta `veces chillo.
¡Porque no me j`allo! ¡Porque yo la busco!
¡Porque ya no viene! ¡Porque ya se ha ido!
Ella era trigueña, con su trenza negra, su mirada franca, caminar airoso. ¡Cómo la recuerdo cuando yo llegaba!
Si entre su sonrisa, me decía palabras, que nadie me ha dicho.
Yo en la mera gloria, me sentía con ella,
¿Y quién me lo dijo, que estaba tan mala?
¿Por qué no dijeron, ella se moría?
¡Porque ella si hasta eso, se hacía la juerte!
A mí me dejaba pensar que si fuera, una calentura, pero nada grave.
Y mírenme `hora, aunque sea muy macho, estoy ya chillando,
¡Pos´ ya no la tengo!
Recuerdo esa tarde, yo nunca la olvido. Se vino la lluvia, cayó harto granizo.
Ella con su escoba, barriendo la calle.
Yo sólo la vide, se estaba mojando, venía del trabajo, la metí p`adentro
- ¿A ti qué te pasa? ¿Pos´ qué ya no piensas? ¿Qué perdiste el juicio?
¿No ves cómo tienes mojado el cabello, empapado el suéter, calado el vestido?
¡Si estás escurriendo! ¿Qué acaso no sientes?
¡Ahí tienes tus chanclas, chorreando di´al tiro!
¡Está fría la lluvia! ¿Pos qué no la sientes?
¡Te v´hacer daño! ¿Qué quieres morirte?
Así como era, callada y sumisa, ya nada me dijo.
¡Ya estaba tocada, la vide muy triste!
Secó sus cabellos, se quitó la ropa.
Pa´ luego contenta meterse en la cama.
Estaba temblando, se sabía muy mala, arrimó su pecho, más no reaccionaba.
Al día siguiente, no se levantaba.
Estaba ardiendo, le dio escalofrío, sudaba temblando, tenía calenturas.
¡Y yo sin poderla, siquiera ayudarle!
La miré muy mala, sentí se moría.
Le ayudé a vestirse, la subí en la bici, la llevé corriendo dónde le auxiliaran.
En el hospital, ahí me dijeron, debía comprenderlo, estaba muy mala, difícil siquiera poder aliviarla.
Estaba invadida, eso me dijeron, de una neumonía,
¡Nada iba a salvarla! ¡Seguro acababa!
Cuando yo muy muino le dije enojado
¿Miraste qué hiciste? ¡Todo por mojarte!
¿Pos qué no pensates?
Salieron pa´pronto aquellos doitores, diciéndome luego no me enmuinara.
Que ya estaba mala, eso m`explicaron, desde antes de andar, barriendo la calle. ¡Eso lo traía ya de muchos años!
¡Venía desde chica mal alimentada!
¡Era consecuencia de estar siempre enclenque!
¡De no haber comido como lo necesitara!
Aquella llovizna, fue sólo el achaque. Pronto tuvo ella, la tal neumonía.
Se le había metido, ya no iba p`a fuera.
Le harían la lucha, no garantizaban, buenos resultados.
Vaya si me anduve todito apurado.
Lleno de coraje, me fui p`a la casa, corrí a trabajar.
Tarde se me hacía para regresar
El doctor me dijo mejor la llevara, no tenía remedio.
Mejor se muriera allá por la casa, era su querencia, al menos le diera, ése último gusto. ¡Acabar donde ella, tanto se acordaba!
La fuera arreglando, no garantizaba cuánto duraría.
Ni unas cuantas horas, quizá en unos días estaría ya muerta.
¡No había remedio! ¡Y yo sólo oyendo! ¡Con el corazón, todo apachurrado!
No había otra forma, tan sólo un milagro podría salvarla.
¡Eso estaba grueso! ¿Pos`qué no veía, cómo me dolía?
¿Un milagro dijo? ¡Mejor lo pidiera, quien quite s´hiciera!
¡Si
...