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La gran carrera de coches salvajes


Enviado por   •  12 de Enero de 2012  •  Tesis  •  733 Palabras (3 Páginas)  •  771 Visitas

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La gran carrera de coches salvajes

En un lejano país existía una raza de pequeños coches salvajes que circulaban libremente por el campo. No necesitaban carreteras ni gasolina, pues para moverse les bastaban los buenos pensamientos y deseos, una original idea de su excéntrico inventor, el cual había pasado mucho tiempo de su vida fabricando este tipo de coches, ya que era una fanático de las carreras y lo autos.

Aquellos coches se hicieron famosísimos, y las carreras de coches salvajes eran el pasatiempo favorito de todos, nadie de aquel país dejaba de ir a cada carrera que se hacía, todos desde los más pequeños de la familia hasta los más grades y viejos asistían para ver este magnífico invento y competiciones. No había niño que no soñara con pilotar uno, pues su poco peso y su sinceridad les convertía en pilotos ideales. Y como encontrar niños ligeros y de buen corazón que supieran mantener buenos sentimientos durante toda una carrera era difícil, frecuentemente se celebraban pruebas para descubrir nuevos talentos, en las que cada chico tenía una única oportunidad de demostrar su habilidad con los coches salvajes.

Así, la caravana de pruebas llegó a la pequeña ciudad en que vivía Tom, un niño bueno y alegre que, como muchos otros, no durmió esa noche mientras hacía cola esperando su turno para pilotar uno de aquellos coches. Durante la espera, muchos niños ensayaban y practicaban sus buenos deseos y pensamientos pero en cuanto se abrieron las puertas, una gran carrera de codazos y empujones descubrió que no todos eran tan buenos como parecían. Sin embargo, los organizadores ya lo debían tener previsto, y tras unas pocas pruebas tan sencillas como dar las gracias por una chocolatina, ayudar a preparar el material de las carreras o atender respetuosamente a una viejecita un poco pesada, sólo quedó un grupito de niños verdaderamente bondadosos, entre los que se encontraba Tom. Cada uno de ellos demostraban el buen corazón y poco a poco se acercaban a la gran prueba de poder pilotear uno de los coches salvajes.

Así, los niños fueron subiendo a los coches por turnos para dar unas vueltas al circuito. A Tom le tocó el último turno, pero no le importó mucho, pues disfrutó de lo lindo viendo de cerca cómo aceleraban los coches salvajes. Cuando le llegó el momento, el corazón le latía a mil por hora. Con la emoción, apenas podía correr, y fue el último en subir a su coche. Tan contento estaba, que tardó un poco en darse cuenta de que aún quedaba un último niño por subir; uno que caminaba usando muletas y no había podido llegar antes. Y a su lado, escuchó cómo el jefe de las pruebas decía:

- Lo siento muchísimo, chico, ya no quedan coches y ésta es la última prueba de hoy. Los coches tienen que descansar ya. Venga, ya tendrás tu oportunidad otro día...

Al recordar el brillo emocionado que despedían un rato antes los ojos de aquel niño, y

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