La oveja blanca

La oveja blanca

En una granja situada en un campo vivía una familia la cual consistía de tres personas que cuidaba a gallinas, conejos y caballos. Era una pareja con su hijo de 17 años que se llamaba Auqui

De repente un día apareció en la puerta una oveja blanca, por lo cual la familia se quedo intrigada sin saber la respuesta a la llegada de la oveja.

• Mamá creo que deberíamos quedárnosla asta que aparezcan sus dueños para que no le pase algo malo – Mencionó Auqui
• Estoy de acuerdo con nuestro hijo, hay que cuidarla – Respondió el padre de Auqui
• No lo sé, no estoy muy segura ya tenemos muchos animales a los cuales cuidar, será un trabajo más por hacer – dijo la madre de Auqui
• Vamos mamá, yo podría ayudar y encargarme de su cuidado – respondió Auqui
• Está bien, pero serán 3 meses de prueba para ver si realmente podrás con el cuidado de la oveja – mencionó la madre

A lo cual Auqui estaba feliz ante la respuesta de su madre y prometió cuidar de la oveja.

Mientras pasaban los meses Auqui se iba encariñando más con la oveja y la oveja seguía a cualquier lugar a Auqui.

En el transcurso de los meses no apareció el dueño de la oveja por lo cual Auqui se alegró, ya que podría seguir cuidando y conviviendo con la oveja.

La oveja solía agarrar flores de los campos y llevárselas a Auqui en forma de agradecimiento y de cariño, a lo cual Auqui se sentía muy feliz al tenerla a su lado, el expresaba su cariño hacia ella cantándole o pasando ratos y hablando con ella.

A lo cual Auqui poco a poco se fue acostumbrando a su presencia y queriéndola cada vez más.

Su madre solía pedirle que vaya al pueblo a Auqui para que pudiera traer las compras que le pedía su madre o para vender frutas o animales.

Por lo que Auqui siempre se iba con su oveja al pueblo, como la oveja era tan bonita le preguntaban a menudo a Auqui si le podían vender la oveja, a lo cual Auqui amablemente se negaba.

Un día cuando Auqui estaba en el pueblo vendiendo frutas y verduras se le acerco un señor preguntando sobre su oveja.

• Niño, ¿A cuánto me dejas por tu bonita oveja?
• Lo siento señor, pero esta oveja no está a la venta
• Vamos niño solo dime el precio de la oveja cualquier cantidad no tengo problema – dijo el señor con una sonrisa en su cara
• Auqui dueño mío véndeme si es necesario aun así te seguiré queriendo – dijo la oveja  
• No eso si jamás, esta oveja es mía y no importa cuanto me quieras ofrecer – respondió Auqui
• ¿estas seguro?, puedo pagarte hasta 300 000 soles por tu oveja.

A lo cual Auqui no sabía que decir ante esa respuesta, pero sus sentimientos hacia la oveja fueron más fuertes.

• Si señor estoy seguro no me importa el dinero que me ofrezcas no se compara al amor y al cariño que le tengo a mi oveja.
• Bueno, no me daré por vencido así que te sugiero estar atento, conseguiré a tu oveja como sea – menciono el señor retirándose del lugar donde estaban.

La oveja al escuchar las palabras de Auqui empezó a llorar y agradecerle diciéndole cuanto lo amaba y que siempre lo iba a acompañar a donde sea que vaya.

• Muchas gracias por no venderme, escuchar con tanta pureza tus sentimientos hizo que me llene de alegría – dijo la oveja
• No dudes ni un segundo de cuánto te quiero oveja mía, en estos meses que han pasado me encariñado mucho contigo y tu compañía se siente muy bien. Además, no hay que preocuparnos sobre lo que dijo ese señor yo te cuidare pase lo que pase.
• Te quiero mucho – dijo la oveja feliz
• Yo también – contestó Auqui.

A lo cual continuaron vendiendo sus cosas en el pueblo toda la tarde hasta terminar vendiendo todas las frutas y verduras que tenían. A lo cual se pusieron muy felices, ya que eran pocas las veces las cuales lograban vender todo lo que traían desdela granja, puesto a que las personas no solían comprarle debido al aspecto inusual que tenia la oveja.

A lo cual Auqui le compro legumbres a la oveja como recompensa de haberse portado muy bien ante las personas, por lo que la oveja se puso muy feliz y le agradeció a su dueño.

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