Leer a Gabo y Cien años de soledad

Leer a Gabo y Cien años de soledad

Por Ángela González

Cualquier acercamiento a la literatura colombiana, por breve que sea, nos lleva indudablemente a un mismo autor siempre: Gabriel García Márquez. Pareciera que Gabo se inmiscuye en los cimientos de la literatura a través del más mínimo resquicio, incluso para aquellos que evitan a toda costa reproducir infinitamente lo que los críticos establecen como canónico; porque sí, Gabo hace ya algunos años dejó de ser un escritor cualquiera, y entró en la lista de grandes autores que todo el mundo debería leer, sobre todo si su lengua materna es el español.

Para muchos este hecho hace parte de las grandes razones por las que se le debería leer, sin embargo, creo que por el contrario puede alejar a gran cantidad de posibles lectores, especialmente si apenas se van a adentrar en la literatura, ya que el hecho de asociar a Gabo directamente con un premio Nobel, y más específicamente a su obra Cien años de soledad,  genera una impresión de que nos hayamos frente a un texto tan grandioso, que vamos a dejar que las letras contenidas en sus páginas blancas corran por entre nuestros dedos como el helado que un niño permite se derrita en una tarde soleada por acariciar a un perro.

Sentado esto, quiero presentarle a aquellos asustadizos o indecisos lectores, o en general, a cualquiera que me lea, algunas razones por las que creo es importante leer Cien años de soledad. La primera, y sin duda la más importante a mi juicio, es que leer Cien años, es adentrarse en un mundo que sin duda alguna va a aturdir e inquietar al lector hasta que éste no llegue al fin de la historia de Macondo y la familia Buendía, historia que se verá marcada en sus inicios por fantasmas que atormentan, en su desarrollo por violencia justificada e injustificada, guerras que carecen o no de sentido, y su destrucción final por un viento que arrasa la ciudad de los espejos.

Por otro lado, la novela parece una suerte de Biblia en la que se relata el génesis de los pueblos latinoamericanos, las condiciones que se les fueron impuestas y cómo poco a poco la raza latinoamericana fue enfrentando una serie de incidentes que los fue mezclando y moviendo, hasta el punto de poder afirmar que Gabo intentó resumir el mundo en unas cuantas páginas. Además de lo anterior, el autor logra transmitir uno a uno los sentires de sus personajes, como la angustia del coronel Aureliano Buendía frente al pelotón de fusilamiento; los encantos de Remedios La bella, que más que encantar, mataban; la curiosidad y el asombro que se anticipaban a la llegada de los objetos que los gitanos llevaban cada tanto a Macondo, y hasta el lujurioso aleteo de las mariposas amarillas.  

En conclusión, motivos para leer la obra maestra del colombiano hay muchos, pero indiscutiblemente la incertidumbre e inquietud que producen las historias retratadas en sus páginas, así como la intensidad con que estas fueron escritas junto a los personajes que las protagonizan debieran ser una gran motivación para sus lectores.  En último lugar, me gustaría que no se me pidan razones buenas, es decir que apliquen a todo tipo de lector, por las que leer a Gabo y sus Cien años de soledad. Es por ello que dejo la última razón en manos de cada leedor, para que cuente qué fue lo que más le atrajo del libro y quizá con ello convenza a alguien de adentrarse en la aventura que Macondo supone.

...