Libro Para Clase De Redaccion
Enviado por bocadirvertida • 19 de Marzo de 2014 • 3.351 Palabras (14 Páginas) • 297 Visitas
Desperté. Sonó la alarma, eran las 7:00 am. Podía sentir en mis ojos el brillo de luz que traspasaba la ventana que daba a la calle.
Oí como mama gritaba que ya era hora de levantarse, era mi primer día de clase desde que estuve de vacaciones de verano. Me levante estirándome de un lado a otro.
Pantalones azules, blusa blanca y tenis grises, mi guardarropa no era muy escandaloso. Cepille mi cabello rubio tratando de borrar las marcas que confirmaban que dormí más de 8 horas; baje las escaleras despacio, y aun adormilada frotaba mis dedos sobre mis ojos.
Al llegar a la cocina pude escuchar a mis padres conversar; mi mama sonaba alterada.
-¿si vuelve a pasar? Sabes muy bien que no podemos seguir pagando ese lugar.
-no volverá a pasar, ella esta bien, confía en ella.
Se detuvieron al ver que estaba debajo del marco de la cocina. Ambos pusieron ojos como platos y su cara se veía angustiada.
-¿algo va mal?- Dije con alteración.
-nada de lo que debas preocuparte.- Espeto mi madre. – tu almuerzo esta sobre la barra.
Salió rápidamente de la cocina, como si hubiera pasado algo de lo cual yo no me hubiese enterado.
¿Algo que yo hice mal, tal vez? Cuando mama se enoja conmigo, suele no hablarme por semanas, y eso llega a ser lastimero. Pensándolo bien desde que volví del campamento de verano, mama ha estado muy apartada de mí. A mi no me gusto mucho ir a ese lugar, no hice amigos y no era precisamente un campamento solamente para adolecentes. Las vacaciones de verano se me hicieron eternas, pero la verdad no recordaba muchas cosas.
.La voz de mi padre interrumpió mis pensamientos.
-y bien, ¿ya estas lista?
-lista ¿para que?- dije torpemente
-¿la escuela?
-ah claro, solo cojo mi mochila.
-muy bien, iré a encender el neón.
Llegamos a la entrada de la escuela, estaba algo diferente a como la recordaba. Tal vez cambiaron la pintura o arreglaron el letrero de la entrada, tal vez plantaron arboles. Igual en vacaciones siempre aprovechaban en arreglar los desperfectos que se acumulaban en el año.
-vendré por ti a la salida.- irrumpió mi padre.
- no tienes que hacerlo, la casa no esta tan lejos, yo puedo re…
-espera aquí hasta que pase por ti. Promételo Carmen.
-de acuerdo, así lo are.- Dije con fastidio mientras bajaba del viejo neón.
Cuando entre en la escuela, la directora me esperaba en la puerta.
-¿Carmen Miller Wilson? Pregunto con una dulce sonrisa, tan dulce que si fuera diabética hubiese entrado en coma. Asentí poniendo los ojos como plato. Odiaba que dijeran mi nombre completo, sentía que después de hacerlo me dirían “Tiene derecho a guardar silencio, todo lo que diga podrá ser usado en su contra, tiene derecho a un abogado, en caso de no contar con uno le será proporcionado uno de oficio para su defensa.” O más bien era que veía demasiado la ley y el orden. – tu madre me acaba de llamar, pasa a mi oficina. – me observo y se dio la vuelta.
-¡pero tengo que ir a clase!- dije en voz quebrada, pero no pudo oírme, porque la campana resonó en ese momento
La oficina de la directora era muy acogedora, tenía diplomas colgados en la pared, que hacían juego con la pintura que se estaba cayendo. Una ventana donde entraba mucha luz que daba hacia el patio estaba tras ella. Dos pequeños sillones estaban frente a su escritorio, eran color ciruela, y parecía que los habían recogido del contenedor de la calle de atrás. Tenia repisas con muñecos de felpa, un reloj de conejito, libros viejos que la verdad no creo que haya leído, mas porque en los pequeños discursos escolares que daba en ocasiones especiales, salían a flote palabras como “aiga” o ese habito de escupir pleonasmos una y otra vez. Tanto que no me sorprendería en decir que su diploma lo hiso a computadora. Toda su oficina deslumbraba con colores tan vintage, que hacia que todo combinara, sin hacerlo realmente.
Tenía su laptop frente a ella, y al parecer platicaba con alguien por chat. ¿La directora sabe que existe el chat? O mejor aun, ¿sabe que existe el internet? para tener 47 años bien cumplidos estaba bien conservada. Pero la verdadera pregunta era, ¿que estaba yo haciendo ahí? ¿Por qué mi madre la había llamado? Si esto era por una de sus rabietas, había llegado muy lejos. No entendía nada.
-vuelvo en un momento, quédate aquí.- asentí, y ella salió.
Estaba en un sillón color berenjena, para 2 personas, enfrente de mi solo podía leer los típicos carteles patéticos que nadie lee como “¿estas embarazada? Puedes seguir estudiando…” o “concurso de dibujo sobre el ecosistema”. ¿Es enserio?, no se porque gastaban su tiempo en hacer esos carteles si nadie los lee y mas porque están dentro de la oficina de la directora y no en los pasillos.
Pero estaba más preocupada con lo que pasaba, no entendía nada y no podía recordar nada.
Pasó un largo tiempo, y oí la manija de la puerta girar. Era ella. Se metió a la oficina, como si yo no existiera. Dio unos clics a su teclado y me miro sin mover la cabeza.
-bueno ¿Qué esperas?
-¿ah? ¿Que e-espero de que? – tartamudee
-anda ya ve a tu salón, no te quieras quedar aquí para perder la hora muchachita.- dijo con un tono de ironía muy molesto.
Salí de ahí ¿Qué había pasado con la directora cuya sonrisa te llevaba a un coma diabético? me dirigí a mi salón, era el mismo todos los años. El ultimo, viejo, y sombrío salón. Ese era el mío.
Toque la puerta, consiente que ya no era hora de entrada. Escuche que todas las voces dentro se callaron. Me abrió la maestra coco, ella enseñaba historia. Me miro de arriba a bajo y sonrió.
Antes de que pudiera decir mi escusa bien elaborada, ella abrió su bocota. Lo digo en cerio tenia una boca muy grande. A eso de debía ese sobrenombre no muy halagador que todos mencionaban.
- Carmen, pasa toma un asiento.
- Claro. – dije torpemente, sorprendida de que no hubiese regaño alguno.
Todos tenían la vista en mi cuando pase a sentarme en una de las bancas de al final en la esquina.
Podía ver los rostros de mis compañeros muy cambiados ¿a caso las vacaciones duraron tanto?
Justo a lado mío un chico, el cual nunca había visto, me miraba con cara tímida pero a la vez sorprendida. Lo ignore así que saque mi libreta y simule anotar lo que la maestra coco parloteaba.
Creo que estaba hablando de Alemania ya que podía oír resonar el nombre del Führer* una y otra vez.
Cuando volví a la realidad la maestra ya se había ido, y todos salían del salón. Todos menos, mi vecino de alado.
Me quede ahí sentada pensando en porque
...