Literatura Tendido sobre la mesa.
Enviado por Frank Cordoba Hernandez • 21 de Octubre de 2015 • Trabajo • 1.148 Palabras (5 Páginas) • 66 Visitas
Tendido sobre la mesa, un hombre se encontraba sosteniendo con una mano una botella vacía de lo que alguna vez fue alcohol, mientras que de su otra mano colgaba un viejo retrato femenino. El se encontraba solo, triste, frustrado, molesto, agobiado confundido, devastado, ajeno al mundo que lo rodeaba, así como cualquier todo hombre al que la muerte le ha arrebatado a su amor alguna enfermedad
De oficio granjero, su cosecha no había dado los frutos que el deseaba,; sus vacas no daban buena leche y sus plantíos se secaban, el agua para sus animales estaba estancada y despedía un olor nauseabundo, los animales preferían morir de sed antes que probar un trago de esa asquerosa agua. Todo empezó a ir mal desde el fatídico día de la muerte de su amada esposa. Cuando el granjero debía haber abonado sus plantas, recordaba a su esposa sembrado sus propias flores en su pequeño jardín, se rendía a los vicios del alcohol y lloraba todo el día, cuando debía alimentar a sus vacas el recordaba como su amada preparaba un delicioso almuerzo para él mientras lo hacía, prefería rendirse a los vicios del alcohol y lloraba toda la tarde
-¡Maldita seas tú, muerte! Que en tus caprichos no solo te llevaste a mi esposa, si no que me estas llevan a mi también, pero me asesinas de manera lenta y cruel; No me enfermas para que termine mi vida en una cama, delirante de dolor y que un fiebre infernal, prefieres quitarme mi felicidad, mis ánimos, mis fuerzas, ¡Me quieres como un capullo vacio de hombre! ¡Tu eres peor que el diablo!
El hombre bufaba y quejaba todos los días lo mismo hasta el amanecer, olvidando darle de comer a los cerdos también.
Con el paso del tiempo la muerte se fue llevando todo lo que le pertenecía; sus animales empezaron a morir uno por uno, sus cultivos perecieron por el frio y por la sequia. El granjero poco a poco empezó a quedarse sin nada, ni siquiera con su espíritu
Solo quedaba algo en la granja que aún daña un sustento; en medio de su terreno áspero donde alguna vez estaban varios de sus cultivos, se mantenía firme y delgado un árbol de limones amarillos.
Pero esto no le importaba al granjero, pues esos limones, fuera de toda lógica eran terriblemente amargos. Siempre eran amargos y de muy mal aspecto, no importase la temporada, clima o algo en particular, amargo, amargo, amargo.
Ese árbol solo era un inútil desperdicio de terreno de cultivo, si aún se pudiera cultivar, Claro está.
Si ese árbol seguía aún ahí sin ser derribado, es por el recuerdo de su esposa que tanto le gustaba pintar ese árbol con el amanecer de frente a ella, sus oleos del árbol aún decoran la sala donde el granjero suele admirarlos cuando pasa. El amaba más el recuerdo de su esposa de lo que odiaba ese árbol.
Mientras retiraba algunos limones de las ramas del limonero, noto que dentro del cercado de la granja, cruzando por donde alguna vez el había plantado rábanos, se acercaba lentamente una pequeña figura tambaleante con paso decaído e inestable. Se trataba de una niña, con un aspecto terriblemente enfermizo; su piel era descolorida, su cabello estaba enmarañado y sucio igual que sus ropas, y el granjero dedujo que había caminado desde hace mucho tiempo, pues el pueblo más cercano a la granja esta a dos días de camino en carreta
Siendo un hombre malhumorado y solitario que era, aún no había desarrollado un sentido de insensibilidad hacía las demás personas. Tomó a la pequeña niña entre sus brazos, justo antes de que ella cayera al suelo por el cansancio absoluto y la llevo rápidamente dentro de su hogar.
Tumbo a la niña en una cama, y la observo fijamente un momento; ella tenía una respiración muy agitada, su piel seguía viéndose tan pálida como siempre, como si un espíritu la hubiese asustado, una tos concurrente temiblemente ronca y en sus encías podía verse claramente restos de sangre que seguramente había vomitado en su camino.
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