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Los Cerebros Que Se Van Y El Corazón Que Se Queda De Magali García Ramis


Enviado por   •  3 de Febrero de 2013  •  2.922 Palabras (12 Páginas)  •  2.057 Visitas

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"Los cerebros que se van y el corazón

que se queda"

Magali García Ramis

Tiene que haber un momento preciso del día cuando toman la decisión. Quizás amanecidos una noche, al despuntar el alba miran al cielo y ven a Venus alineado a la Luna y al ir bajando su mirada verticalmente y enfrente a su casa, los cristales del auto rotos a pedradas. Ven mas allá: toda la fila de carros con las ventanas rotas; miran mas aun y se topan con el horizonte de la urbanización tan nueva que prometía en anuncios a colores tranquilidad y seguridad para toda la familia bajo un nombre bilingüe de cache y ambigüedad, atributos que tanto nutren a los puertorriqueños: ¿Úcares Heights? ¿Alturas de Reinita Hills? ¿En cuanto me salió el pronto de esta casa? ¿Cuanto tiempo pasará antes de que me den un aumento para ampliar la marquesina y poder poner los dos carros adentro? ¿Cuantos años faltan para que la nena me pida el carro y vuelva un día de madrugada justo cuando la ganga de manduletes rompe-carros este merodeando el vecindario y...? y debe ser un día, al amanecer, que toman la decisión de irse del país, todos esos hombres y mujeres que ahora no se llaman exiliados como los del siglo pasado, ni emigrantes como los de principios de siglo, ni tomateros como los de los años '50 y '60, sino "Cerebros".

Cerebros; esa gran masa encefálica que como nube nuclear se desplaza lenta y constantemente hacia el extranjero; esos sesos con patitas que se suben a diario a los aviones rumbo a otra vida: doctores a Dallas, profesoras a Boston, maestros a Rutgers, pintores a San Francisco, trabajadores sociales a Nueva York, enfermeras a Chicago, arquitectos a Miami, investigadores a Washington, sociólogas a México, ingenieros a Arabia Saudita, todos profesionales, porque “Cerebro” es aquí sinónimo de un graduado universitario o una experiencia profesional y abarca lo mismo policías, sicólogos, recién graduados que treintoncitos, y todos, a falta del tren de la ausencia, se montan en el avión del recuerdo.

Todos tienen algo roto, por eso se van; si no es el cristal del carro, es el matrimonio. Los Cerebros se mudan por muchas razones pero todas tienen que ver con la falta de algo. Con el trabajo que no le dieron orque para mala pata él pertenece al partido que perdió; con la seguridad que no existe en la casa donde la asaltaron a ella, tres veces ya; con la familia que no está porque al divorciarse , ella se casó de nuevo y se llevó los nenes y él está solo en la casa y además no quiere verle más la cara a ella. Entonces aparecen los anuncios que tienen sueldos de cinco cifras, gorditas ellas, y las promesas de n lugar donde no hay rotos ni en las calles.

Los cerebros entonces empacan, cierran sus cuentas y se despiden. Siempre vuelan de día, porque llevan muchas cosas consigo en los aviones: Siempre vuelan de dia, porque llevan muchas cosas consigo en los aviones: libros, serigrafias, discos, fotos, y una exageracion de ropa que no van a usar Allá porque en los lugares templados a donde usualmente se desplazan los Cerebros, la gente no se viste con tantos colorinches ni necesita, como los puertorriqueños, tener ropa distinta para treinta dias seguidos.

Al llegar Allá, donde sea, los Cerebros consiguen bonitas casas que no necesitan rejas; por sus ventanas abiertas los pillos no entran pero las añoranzas salen. Cuando se mudan a un apartamento echan de menos los balcones del tropico pero enseguida aplastan esa nostalgia innecesaria porque se trata, despues de todo, de no pensar en los espacios, sino en las especias y las especies, en el trabajo reproductor de bienes; en la buena calidad de los hospitales donde reproducirse, donde traer al mundo a sus pequeños herederos no es tan traumático como en la isla. Porque los servicios médicos de Allá siempre han de ser mejores que los de Acá, pero uno sabe eso sin haberse mudado. Lo dicen las revistas, la prensa, los que van y vienen

Los que van y vienen son los padres de los Cerebros: En cuanto un Cerebro esta instalado invita a su Mama a que le visite. La Mamá llegará con sus bolsitas de café y harina de bacalaítos y con el libro de cocina que el Cerebro le pidió, porque viviendo afuera, los Cerebros deciden cocinar lo que jamas comieron aquí. Dependiendo de la edad, la Mamá le nevara o Cocina criolla o Del fogón al microondas, pero de nada le servirá al Cerebro, pues su Mama estará cocinando a diario las dos semanas que le visite. Cuando regrese a la isla la Mamá contará a todo el barrio “lo inmejorable” que es el estilo de vida del Cerebro, tan bien pagado que está, viviendo en ese lugar de lo más bonito y tranquilo

Al cabo de unos años, los Cerebros tratan de visitar la isla y llegan con cámaras de vídeo directo al Viejo San Juan para enseñarles luego a los de Allá cómo es lo de Aquí. De pronto el conocimiento de los rasgos arquitectónicos coloniales cobra una importancia desmedida en la vida de los Cerebros y también las tradiciones y la música popular. ¿Popular? ¿La que se guarda en gente no se viste con tantos colorinches ni necesita, como los discos o la que se baila? No hacen distinción, toda la compran en CDes si la hay, y compran ron para llevarse, ellos que prefieren el vodka o la ginebra, compran ron para enseñar Allá qué es lo que producimos Aquí. Entonces, por primera vez, el santo y seña de ser isla, tropical y caribeña empieza a calar en la conciencia histórica de los Cerebros. La noche antes de irse la preguntan al hermano menor si él está estudiando sobre Puerto Rico y le pontifican sobre nuestra herencia cultural y el hermano no entiende qué rayos le pasa al Cerebro, el hermano tiene ya en la mirada el deseo de esa casa sin rejas, de ese apartamento sin balcón, callado y solitario, limpio y seguro donde el Cerebro pasa sus noches Allá donde pagan bien. No importa que allá también asalten, o maten o desmembren. Allá se paga bien.

Allá donde pagan bien uno tiene que acostumbrarse a que las cosas son diferentes. Allá nadie llega de visita de pronto, no hay fiesta espontanea posible. Allá los profesionales son muy educados y llaman antes de atreverse a presentarse en tu casa. "Allá yo conozco como seis parejas de amigos míos, todos en el área de Maryland y ¿tu sabes cual es el pasatiempo favorito de ellos? , dice uno de Acá, “reunirse una vez al mes a habla Puerto Rico. Eso, con Washington ahí, con el National Gallery, con el Smithsonian, con todos esos cines, y ellos que si la política, que si El Yunque, viendo videos de aquí”.

Los Cerebros Allá empiezan a demarcar sus etnias y toman conciencia de quienes son aunque no quieran saberlo.

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