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Los Milagros De Nuestra Señora. El Sacristan Impudico


Enviado por   •  18 de Agosto de 2013  •  930 Palabras (4 Páginas)  •  1.728 Visitas

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Colegio Shirayuri

Departamento de Lenguaje y Comunicación

LOS MILAGROS DE NUESTRA SEÑORA. Gonzalo De Berceo

EL SACRISTÁN IMPÚDICO

1

Amigos, si quisierais un poco esperar,

aun otro milagro os querría contar,

que por Santa María se dignó Dios mostrar,

de cuya leche quiso con su boa mamar.

2 Un monje muy devoto en un convento había

, –el lugar no lo leo, decir no lo sabría–.

Quería de corazón bien a Santa María,

cada día a su imagen su reverencia hacía.

3 cada día a su imagen su reverencia hacía

, hincábase de hinojos, decía: «Ave María».

El abad de la casa diole la sacristanía,

por libre de locura, por cuerdo lo tenía.

4 El enemigo malo, de Belzebud vicario,

que siempre ha sido y es de los buenos contrario,

tanto pudo bullir el sutil adversario que al monje corrompió,

y lo hizo fornicario.

5 Tomó costumbre mala el loco pecador:

de noche, cuando estaba acostado el prior,

salía por la iglesia fuera del dormitor,

para correr el torpe a su mala labor.

6 Y tanto a la salida como luego a la entrada,

delante del altar caía su pasada;

la reverencia y “Ave” que tenía acostumbrada,

no se le olvidaba en ninguna vegada.

7 Cerca del monasterio un río bueno corría;

el monje pecador que pasarlo tenía;

cuando de cometer su locura volvía

cayó en él y se ahogó fuera de la freiría.

8 Cuando vino la hora de maitines tocar,

no había sacristán que pudiese sonar:

levantáronse todos, dejaron su lugar;

y fueron a la iglesia al monje a despertar.

9 Abrieron la iglesia como mejor supieron,

al clavero buscaron y hallar no lo pudieron.

Por arriba y abajo todos tanto anduvieron

que donde estaba ahogado por fin lo descubrieron.

10 Qué podría ser eso no lo podían pensar,

si murió o lo mataron no lo sabrían juzgar;

era grande la basca y mayor el pesar,

porque perdía su precio por eso este lugar.

11 Mientras yacía perdido el cuerpo por el río,

digamos de su alma y su pleito sombrío:

porque vino por ella de diablos gran gentío,

para llevarla al báratro, de deleites vacío.

12 Mientras los diablos iban con ella peloteando

los ángeles vinieron, por ella iban bajando;

los diablos los tuvieron gran tiempo querellando

que esa alma era suya, que la fueran dejando.

13 No tuvieron los ángeles derecho a disputarla,

porque tuvo mal fin, y debieron dejarla.

No pudieron sacarles por valor de una agalla

y hubieron de partirse tristes de la batalla.

14 Acudió la Gloriosa, Reína general,

porque los diablos solo se acordaban del mal;

mandoles atender; no osaron hacer ál,

y movioles querella muy firme y cabal.

15 Propuso la Gloriosa palabra colorada,

«Con esta alma, locos, -dijo- non tenéis nada.

Mientras

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