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Mar De Amores


Enviado por   •  30 de Agosto de 2014  •  1.059 Palabras (5 Páginas)  •  286 Visitas

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Mar de Historias

Rumores

CRISTINA PACHECO

Domingo 9 de septiembre de 2012

Es la primera vez que Josefina lleva colgada su bolsa del hombro izquierdo. En esa posición el accesorio le resulta incómodo. Acepta la molestia a cambio de tener el brazo y la mano derechos libres para defenderse o para oprimir la tecla del celular en cuanto se crea en peligro. Reflexiona. A menos que fuera un extraño, ¿quién querría atacarla? Nació en esta colonia, ya casada sigue viviendo aquí, muchos de sus vecinos crecieron con ella y son como de su familia.

Josefina se alegra de pensar que no tiene enemigos. Sin embargo, cuando escucha pasos a sus espaldas cruza la calle a toda prisa sin fijarse en el microbús que se aproxima. El insulto que el conductor le grita desde la ventanilla le da conciencia de lo cerca que estuvo de ser arrollada.

Si el accidente hubiera sucedido, ¿quién iría a recoger a su hijo Mauricio? Josefina recuerda las fotos de accidentes callejeros en donde aparece un cuerpo inerte bajo una tela parda. Al ver esas imágenes piensa en las personas que se quedarán esperando a quien jamás llegará.

Imaginar a su hijo aguardándola inútilmente junto a la puerta de la escuela acrecienta la angustia que Josefina ha sentido desde que empezaron a circular los rumores de que algo terrible iba a suceder.

II

–¿Quién te lo dijo? –preguntó Ezequiel, su esposo, después de que la noche del miércoles lo puso al tanto de las murmuraciones.

–Mercedes. Oyó que un señor se lo decía a la dueña del puesto de periódicos. Antes de alejarse, el hombre le aclaró que muchas otras personas estaban al tanto del peligro pero nadie lo decía por miedo a meterse en problemas con la tira o a sufrir represalias.

–Ese fulano, ¿cómo se enteró?

–En el taller adonde fue a comprar unas refacciones el mecánico le comentó que había oído a su patrón pedirle a alguien por teléfono que mejor no viniera a verlo porque aquí en cualquier momento empezarían a estallar bombas.

–¿De qué hablas? ¿Cuáles bombas?

–No sé. Eso fue todo lo que me contó Mercedes. No pude preguntarle más porque enseguida se fue.

–¿Y le creíste sólo porque sí?

–No. Si me preocupé después de oírla fue porque me puse a atar cabos. En la mañana, cuando iba a abrir la miscelánea, noté cosas raras en la calle. ¿Te he platicado del viejito paralítico al que su señora saca a la puerta para que tome el sol? En la mañana no estaba en su lugar.

–Se habrá enfermado.

–A lo mejor. Seguí caminando y me sorprendió ver la lonchería delGüero con la cortina bajada a las nueve de la mañana cuando, según me ha contado él, acostumbra abrir desde las seis.

–Amanecería con flojera.

–No conoces al Güero. Hasta los primeros de enero trabaja. Si no abrió fue por algo de mucho peso. Tal vez sea uno de los que ya están enterados de las bombas. Ah, y otra cosa rarísima: el camión del gas, que siempre anda dando vueltas por la colonia, no apareció. Luego, por ahí del mediodía entró en el estanquillo Margarita. Pensé que iba a entregarme la invitación para los 15 años de su nieta Nayeli, pero

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