Martires De Cajonos
Enviado por muchistrikis • 19 de Mayo de 2015 • 597 Palabras (3 Páginas) • 196 Visitas
Finalmente desempeñaron el cargo civil y eclesiástico de Fiscal, que los misionersos introdujeron o fomentaron entre los indígenas: "Quiere el III Concilio Provincial Mexicano celebrado en 1585 «que en cada pueblo se elija a un anciano distinguido por sus irreprochables costumbres, quien al lado de los párrocos sea perpetuo censor de las costumbres públicas» (P. Antonio Gay, Historia de Oaxaca, II.V.2) «Es su oficio principal inquirir los delitos y vicios que perturban la moralidad, descubriendo al cura los amancebamientos, adulterios, divorcios indebidos, perjurios, blasfemias, infidelidades, etc.» (Ibídem; Cfr. III Concilio Mexicano L I, Tít. IX, 1,23)."
En la noche del 14 de septiembre de 1700, los dos Fiscales descubrieron que un grupo numeroso de personas del pueblo de S.Francisco Cajonos y de los pueblos vecinos estaban realizando en una casa particular un culto de religiosidad ancestral; los Fiscales avisaron a los padres dominicos; los Fiscales y los Padres acompañados del capitán Antonio Rodríguez Pinelo fueron al lugar de los hechos, sorprendieron a los autores, dispersaron la reunión, recogieron las ofrendas del culto y regresaron al convento.
Al día siguiente, el pueblo se amotinó, exigiendo la entrega de las ofrendas confiscadas y de los Fiscales. Refugiándose en el convento los Padres, los Fiscales y la Autoridad, se pasaron la tarde entre exigencias y negociaciones. Finalmente, ante las amenazas y el peligro crecientes de matar a todos e incendiar el convento, el capitán Pinelo decidió entregar a los Fiscales, bajo promesa de que se respetarían sus vidas.
Los Padres no aceptaron la entrega, pero los Fiscales depusieron sus armas aceptando la perspectiva de morir; se confesaron y recibieron la Comunión. Juan Bautista: decía: «vamos a morir por la ley de Dios; como yo tengo a su Divina Majestad, no temo nada ni he de necesitar armas» y, al verse en manos de sus verdugos, dijo: «aquí estoy, si me han de matar mañana, mátenme ahora». Cuando eran azotados en la picota de la plaza pública, dijeron a los Padres que observaban desde la ventana: «Padres encomiéndenos a Dios» y cuando los verdugos se burlaban de ellos diciéndoles: «¿te supo bien el chocolate que te dieron los Padres?», ellos respondían con el silencio.
El día 16 los verdugos condujeron a los Fiscales a San Pedro, donde de nuevo los azotaron y los encarcelaron. Cuando los verdugos invitaban a los Fiscales a renunciar a la fe católica a cambio del perdón, ellos respondían: «una vez que hemos profesado el Bautismo, seguiremos siempre la verdadera religión». Luego les llevaron bajando y subiendo por laderas, hasta el monte Xagacía, antiguamente llamado «De las hojas», donde, amarrados, los despeñaron, casi los degollaron y los mataron a machetazos, les arrancaron los corazones y los echaron a los perros -que no se los comieron-. Los verdugos Nicolás Aquino y Francisco López bebieron
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