María, la sordomuda y los monstruos del umbral
Enviado por Milena Ramírez • 19 de Junio de 2022 • Ensayo • 1.277 Palabras (6 Páginas) • 105 Visitas
María, la sordomuda y los monstruos del umbral
Introducción
Las Malas es una novela escrita por la escritora argentina Camila Sosa Villada, en la cual se relata la vida de la autora perteneciendo a un grupo de travestis del Parque Sarmiento. Sosa Villada con esta novela plantea una denuncia respecto a su lugar en una sociedad latinoamericana, dándole una visibilidad a las invisibilizadas y remarcando un manifiesto explosivo.
Se abarcará entonces este ensayo mediante uno de los personajes provenientes del relato Las Malas, aplicando la perspectiva de Manuel Delgado en su libro denominado El Animal Público: Hacia la Antropología de los Espacios Públicos que tiene la intención de informar el papel de antropólogo desde diferentes contextos de los espacios urbanos; permitiendo al antropólogo empatizar con estos personajes que trascienden el umbral. Se concentrará más específicamente, en ‘los monstruos del umbral’, analizando así las etapas que plantea Delgado.
Argumentación
La composición de los monstruos del umbral se basa en el desarrollo de posturas por las cuales atraviesa el individuo hasta concluir una adaptación como afirma el antropólogo español Manuel Delgado (1999): “Según la teoría de los ritos de paso debida a Arnold Van Gennep, los tránsitos entre apartados de la estructura social o del universo presentaban una secuencialización en tres fases claramente distinguibles: una inicial, llamada preliminar o de separación, que se correspondía con el status que el neófito se disponía a abandonar: una etapa intermedia, que era aquella en que se producía la metamorfosis del iniciado y que era llamada liminal o de margen, y un último movimiento en el que el pasajero se reincorporaba a su nueva ubicación en la organización social.” (p. 105)
La figura de ‘María, la sordomuda’ que se presenta en Las Malas encaja con la definición del ser liminoide que brinda Manuel Delgado en su libro. María al ser una mujer transexual -o ‘travesti’ como se presenta en la novela- hace una rebelión frente a la heteronormatividad presente en la sociedad, cuestionando así axiomas culturales básicos. Ella, al igual que todo el grupo de travestis, es consciente de su destino poco favorable y las oportunidades limitadas que su entorno le permite para su autorrealización, como menciona Sosa Villada: “Como en el caso de María la Muda, a quien prácticamente había resucitado, cuando la encontró, acurrucada en un tacho de basura, desnutrida, cubierta de piojos, y se la llevó a vivir con ella.” (p. 20) Caracterizando entonces la consciencia de la nada que plantea Heidegger. Este concepto afirma que la existencia de estos individuos se basa en el vacío y en la incertidumbre al vivir en la marginalidad. Al pertenecer al ser tradicional en los ritos de paso, y por ello, transitar a las «gentes del umbral» su lucha por su identificación la hace ser invisibilizada según hegemonía social, llegando a ser la muerte uno de sus probables destinos. En este contexto social pasa a ser un inexacto, alejado de todo lo establecido constitucionalmente. El grupo de travestis comparten la misma circunstancia de no pertenecer, no tener herencia o posesión, conformando una comunidad indiferenciada. Ante tal vulnerabilidad su esencia sirve, así, como un molde para el mundo. El transito ritual pretende que, al aceptar el “ser nadie” o “ser nada”, se emprenda la búsqueda para llegar a consolidarse como “algo” o “alguien”, ya que, para llegar a obtener reconocimiento o status, antes se tuvo que ser considerado como parte de la insignificancia. El rito de paso designa cada nacimiento como la nada para recalcar esa insuficiencia de estructura.
María, la sordomuda, al estar en una situación liminal, le es imposible ser encasillada, siendo percibida como peligro o zozobra. El personaje travesti al que está ligada María y su incapacidad de quejarse causa esta misma sensación en los seres exteriores o personajes urbanos, demostrando así un rechazo a lo que ella representa. Por pertenecer a estos dos conceptos o mundos, -o como Alfred Schutz denominó: ser-frontera- incluso ella misma se encuentra en este riesgo, estando dentro y fuera del sistema social. De esta manera, María ya no es lo que era, pero todavía no es lo que será. Estando presente en este umbral, no se encuentra aquí ni allá. Empleando las palabras de Manuel Delgado (199): “En cierto modo, la liminalidad ritual implica una especie de anomia inducida en los neófitos, que son colocados en una situación que podríamos denominar de libertad provisional; desvinculados de toda obligación social, forzados a desobedecer las normas establecidas, puesto que han sido momentáneamente desocializados.” (p. 106) Este desligamiento fantástico -o la «ley de la disociación" de William James- que presenta nuestro personaje monstruoso al convertirse en pájara de plumaje plata oscuro permite una construcción de una metáfora relacionada con la libertad haciéndola correspondiente a un monstruo del umbral. La propia María incluso se refiere a ella misma como “soi un monstro”. Por consiguiente, se encuentra una distinción de la realidad y, entonces, se demuestra hasta qué punto son intercambiables los estados de anomia y liminidad, además del rechazo sistemático implicado. María, la muda cuando se presenta en su animalismo brinda al lector una imagen de la integración a la que los demás sujetos que se encuentran dentro no pueden acceder, aportando a la normalidad hasta alcanzar la tierra prometida. María no es la mujer ni el hombre, encontrándose en constante tránsito hacia la vacilación y a la no identidad. Comprendiendo una alteridad. También puede considerarse parte del grupo de los outsider con la intención de demostrar el recorrido que solo a ella le es concedido. Otro ejemplo de un personaje outsider es el sujeto depresivo quien, cegado por esta afección mental, se encuentra ausente de su realidad, aunque esté presente en ella. Habitando circunstancias que solo a él le pertenecen y que los demás no comprenderían. Tomando, así como María, el papel de marginal o incomprendido y de transversor o transgresor.
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