Mentes Creativas
Enviado por ale538 • 5 de Noviembre de 2014 • 1.394 Palabras (6 Páginas) • 615 Visitas
entes Creativas, de Howard Gardner
En el libro “Mentes Creativas”, Howard Gardner tiene tres propósitos principales: (1) el análisis de siete maestros creativos contemporáneos de la Modernidad, entre los años de 1885 a 1935, sus capacidades intelectuales, personalidad, trasfondos sociales y criterios de acción, sus esfuerzos y logros creativos; (2) búsqueda de conclusiones sobre la naturaleza de los individuos seleccionados, que podrán ayudar a definir los principios que gobiernan la actividad creativa humana donde quiera que surja; (3) búsqueda de conclusiones sobre la era moderna, cuando tantas figuras produjeron cambios en la sociedad.
Al justificar la elección de los siete maestros, Gardner destaca la ventaja de su contemporaneidad por la similitud de su entorno, la disponibilidad de datos acerca de sus biografías y la diversidad de sus campos de actuación. Los siete son: Sigmund Freud (neurólogo y psicólogo), Albert Einstein (físico teórico), Pablo Picasso (pintor), Igor Stravinsky (compositor), T.S. Eliot (poeta), Martha Graham (bailarina) y Mahatma Gandi (líder político y espiritual). Para Gardner, estos individuos representan el abanico de las inteligencias humanas en las cuales se había interesado. Cada uno de estos individuos poseía toda una serie de inteligencias diferentes, y hacía uso de ellas en su trabajo. Los siete desempeñaron un papel importante en la disolución de convenciones, prácticas y estructuras interpretativas de la era moderna. Y cuando varios individuos viven en la misma era y conocen, efectivamente, sus respectivos
trabajos, puede pensarse que tal influencia mutua es normal.
Gardner sustenta que la actividad creativa se basa en tres elementos básicos y en las relaciones entre ellos, concretamente: (1) la relación entre el niño y el maestro (considerando el individuo como niño y también como maestro); (2) la relación entre el individuo y el trabajo al que está dedicado (sistemas simbólicos correspondientes al campo/disciplina, donde empieza la actividad creadora); (3)la relación entre el individuo y otras personas de su mundo (infancia: familia, compañeros; madurez: rivales, jueces, apoyos dentro del ámbito).
Gardner cita particularidades de cada personaje, como la capacidad de Einstein de volverse al mundo conceptual de la infancia al buscar conocimientos básicos sin los estorbos de los planteamientos convencionales de una cuestión; la prodigiosidad de Picasso, que logró contribuciones duraderas en su madurez; la dimensión pública de Stravinsky; la elección de la marginalidad por Eliot; y los obstáculos de la americana Martha Graham frente a una sociedad dominada por varones y europeos. Todos tienen en común la sumersión en diversos contextos culturales y la búsqueda que todos hicieron de lo más elemental dentro de sus campos (en verdad, el desafío de la realidad de entonces de sus campos).
Los estudios de la creatividad comienzan centrados en las biografías de los personajes y a partir de este punto, Gardner busca características comunes y la iluminación de diferencias a través de una pequeña serie de casos instructivos. Los estudios de Einstein y Picasso se centran en la
relación del niño y del maestro; los de Freud, Stravinsky y Gandhi en la creación del creador con otros individuos; y los estudios de Eliot y Graham en la posición marginal de los creadores con respeto a los campos y ámbitos en los que trabajan.
Al empezar el segundo capítulo, Gardner avalúa que la historia de los intentos de científicos de estudiar la creatividad humana corren parejos de sus intentos de investigar la inteligencia humana. Como rescate del concepto aplicado a la inteligencia, Gardner cita que se pensaba que cada individuo poseía cierta cantidad de inteligencia, a lo mejor innata, a lo mejor resultado de la educación; se creía que el tipo de cuestiones breves, verbales y numéricas, que popularizaron los tests de CI eran suficientes para indicar la inteligencia de un individuo.
A mediados del siglo, el psicólogo Joy P. Guilford llamó la atención científica hacia la creatividad, afirmando que la creatividad no equivale a la inteligencia y declarando que había la necesidad de un conjunto de medidas que determinaran cuales individuos tenían potencial para ser creativos. Esta necesidad llevó los estudiosos a concebir el pensamiento divergente, es decir, el pensamiento de los creativos; y por otro lado abandonar la idea de que el pensamiento convergente, lo de los inteligentes, era el mismo que lo de los creativos. Eso significa que los inteligentes, al recibir determinados datos a respeto de algo, logran encontrar una respuesta correcta frente a un problema;
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