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Mujeres Inprecindibles En La Historia


Enviado por   •  30 de Marzo de 2014  •  3.138 Palabras (13 Páginas)  •  183 Visitas

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TALLER FINAL RELIGION

PRESENTADO POR:

JAVIER FIGUEROA

A:

LEIDY VARGAS

MARKETING Y NEGOCIOS INTERNACIONALES

MK 1-3

2012

DISCRIMINACIÓN DE LAS MUJERES Y VIOLENCIA DE GÉNERO

EN LAS RELIGIONES

Juan José Tamayo

Director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones,

Universidad Carlos III de Madrid

Las religiones son uno de los lugares donde las mujeres sufren una de las más radicales experiencias de silenciamiento, discriminación e invisibilización. Para demostrarlo

propongo las siguientes tesis:

Las mujeres son las grandes olvidadas y perdedoras de las religiones

a) Las mujeres en las religiones no son reconocidas como sujetos morales: son consideradas menores de edad que necesitan guías espirituales varones que las conduzcan por la senda de la moralidad, sobre todo en materia de sexualidad, de relaciones de pareja y en la educación de sus hijos. Las normas morales a cumplir por las mujeres son dictadas por los varones. En el imaginario patriarcal religioso, influido por los clérigos, imames, rabinos, lamas, gurús, pastores y maestros espirituales, se las considera tentadoras. Esa imagen se ha elaborado a partir de determinados textos de algunos libros sagrados escritos en lenguaje patriarcal, considerados válidos en todo tiempo y lugar, y leídos con ojos fundamentalistas y mentalidad misógina.

b) Las mujeres casi nunca son reconocidas como sujetos religiosos. En no pocas religiones la divinidad suele ser masculina y tiende a ser representada sólo por varones. De lo que Mary Daly concluye, creo que certeramente: “Si Dios es varón, el varón es Dios”. Así, los varones se sienten legitimados divinamente para imponer su omnímoda voluntad a las mujeres y el patriarcado religioso. Dios legitima así el patriarcado en la sociedad. Precisamente porque sólo los varones pueden representar a Dios, sólo los varones pueden acceder al ámbito de lo sagrado, al mundo divino; subir al altar, ofrecer el sacrificio, dirigir la oración comunitaria en la mezquita, presidir el servicio religioso en las sinagogas (con algunas excepciones). Sólo los varones pueden ser sacerdotes en la Iglesia Católica, imames en el islam y rabinos en el judaísmo ortodoxo. En la Iglesia católica la ordenación sacerdotal de mujeres es considerada delito grave al mismo nivel que la pederastia, la herejía, la apostasía y se castiga de manera más severa que la pederastia: con la excomunión. La oración comunitaria de los viernes presidida por mujeres es calificada de profanación de lo sagrado.

c) La organización de las religiones se configura la mayoría de las veces patriarcalmente: todos los sacerdotes católicos y todos los imames son varones; el Dalai Lama es varón; la mayoría de los rabinos y de los lamas son hombres. Por ello, las religiones bien pueden definirse como perfectas patriarquías. Hay, con todo, honrosas excepciones en las iglesias de tradición protestante, que ordenan pastoras, sacerdotisas y obispas a las mujeres.

d) Las mujeres acceden con dificultad a puestos de responsabilidad en las comunidades religiosas. El poder suele ser detentado por varones. A las mujeres les corresponde acatar las órdenes. Lo que tiende a justificarse por el discurso androcéntrico de las religiones apelando a la voluntad divina: es Dios quien encomienda el poder y la autoridad a los varones. En el caso del cristianismo, se apela a Jesús para cerrar el paso a la ordenación sacerdotal de las mujeres. Lo afirma el papa en el libro-entrevista con el periodista Peter Seewald Luz del mundo: No es que no queramos ordenar a las mujeres sacerdotes, no es que no nos guste. Es que no podemos, porque así lo estableció Cristo, que dio a la Iglesia una figura con los Doce y, después, en sucesión con ellos, con los obispos y los presbíteros (los sacerdotes). Con la Biblia cristiana en la mano y desde una hermenéutica de género cabe hacer dos afirmaciones: a) que lo que pone en marcha Jesús de Nazaret no es una Iglesia jerárquico-patriarcal como la actual, sino un movimiento igualitario de hombres y mujeres; b) que Jesús de Nazaret no ordenó sacerdotes ni a hombres ni a mujeres. Todo lo contrario: excluyó directa y expresamente de la nueva religión el sacerdocio.

e) Las religiones legitiman de múltiples formas la exclusión de las mujeres de la vida

política, la actividad intelectual y el campo científico, y limitan sus funciones al ámbito doméstico, a la esfera de lo privado, a la educación de los hijos e hijas, a la atención al marido, al cuidado de los enfermos, de las personas mayores, etc. Cualquier tipo de presencia de las mujeres en la actividad política o social es considerado ajeno a la “identidad femenina” y un abandono de su verdadero campo de operaciones, que es el hogar, con la consiguiente culpabilización.

f) La mayoría de las religiones niegan a las mujeres el reconocimiento y el ejercicio de

los derechos reproductivos y sexuales:

- Las mujeres no son dueñas de su propio cuerpo, que es controlado por los confesores, directores espirituales, esposos, etc.

- A las mujeres no se les permite planificar la familia: deben tener los hijos y las

hijas que Dios quiera, los que Dios les mande, no los que ellas libremente decidan.

- No pueden ejercer la sexualidad fuera de los límites impuestos por la religión

(matrimonio, heterosexualidad). La práctica de la sexualidad fuera del matrimonio o

con personas de otro sexo es prohibida y condenada expresamente.

- Si deciden interrumpir el embarazo, incluso ateniéndose a la ley, son acusadas

de pecadoras y criminales, y se pide para ellas incluso penas de cárcel. En la condena y

criminalización del aborto coinciden los líderes religiosos, por ejemplo, del catolicismo y del islam.

2. Las religiones han ejercido históricamente —y siguen ejerciendo hoy— distintos tipos de violencia contra las mujeres: física, psíquica, simbólica, religiosa. Los textos sagrados dejan constancia de ello. Justifican pegar a las mujeres, lapidarla, ofrecerlas en sacrificio para cumplir una promesa y para aplacar la ira de los dioses, dejarlas encerrada en casa hasta que se mueran, imponerles silencio, no reconocerles autoridad, no valorar su testimonio en igualdad de condiciones que a los varones, considerarlas inferiores por naturaleza, exigirles sumisión al marido, etc. Las prácticas religiosas vienen a ratificarlo. A las mujeres

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