Métrica De Amor Eterno
Enviado por poetics65 • 2 de Octubre de 2013 • 678 Palabras (3 Páginas) • 15.904 Visitas
Lo normal es llevar a cabo el siguiente proceso:
1º.- ANÁLISIS FORMAL DEL POEMA.
En ésta fase se analiza la estructura del mismo, la métrica, el tipo de estrofas, la rima, etc.
En este caso concreto, se trata de un poema formado por 2 estrofas de 4 versos con rima asonante. Los tres primeros son endecasílabos y el 4º heptasílabo (aunque el número de sílabas gramaticales es 6, las sílabas métricas son 7 puesto que el verso termina en palabra aguda). Algo parecido sucede con el 2º verso de cada estrofa, que tiene 10 sílabas gramaticales, equivalentes a 11 sílabas métricas, puesto que ambos versos terminan en palabra aguda (mar y crespón). A su vez, los versos 2º y 4º de cada una de las estrofas también riman en asonante, si bien el 2º es endecasílabo y el 4º es heptasílabo.
Por tanto, la estructura métrica del poema sería la siguiente:
11A
11B
11C
7 b
11A
11D
11E
7d
Observa que las letras son mayúsculas en los versos de arte mayor y las minúsculas corresponden a los versos de arte menor. Asimismo, te habrás dado cuenta de que el primer verso de la 1ª estrofa rima (en asonante) con el primero de la 2ª (11 A)
Las estrofas no corresponden, por su estructura, a ninguno de los tipos tradicionales definidos en la Preceptiva Literaria, pues, aunque podrían acercarse a cuartetos truncados, les faltaría la rima de los versos 1º y 4º. En realidad, se ajustan a la estructura de las "Rimas" de G.A. Bécquer, que se aparta de la estructura tradicional para crear nuevas estructuras poéticas, tan válidas como aquéllas.
2º PASO.- ANÁLISIS ESTILÍSTICO DEL POEMA:
Aquí hay que entrar en el sentido del poema, su significado, las características expresivas del mismo e incluso dar una opinión acerca de los aspectos estéticos y del mismo.
Por ejemplo: En este caso, se trata de una bellísima "Rima" de Gustavo Adolfo Bécquer, que forma parte del "Libro de los Gorriones". Su argumento constituye una promesa de amor eterno, por encima de la realidad universal y por encima de la muerte. Constituye un canto al amor profundo que, comparado en una bella metáfora con una llama viva, permanece encendido eternamente. En realidad, Bécquer no hace sino repetir lo mismo que Francisco de Quevedo escribiera, allá por el siglo XV en un delicioso soneto al "Amor constante, más allá de la muerte":
Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra que me llevare el blanco día
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansioso lisonjera,
mas no, de esotra parte, en la ribera
dejará la memoria donde ardía;
nadar sabe mi llama la agua fría
y perder el respeto a ley severa.
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