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ORIGEN HISTÓRICO DE LA FILOSOFÍA:


Enviado por   •  12 de Mayo de 2013  •  5.001 Palabras (21 Páginas)  •  690 Visitas

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ORIGEN HISTÓRICO DE LA FILOSOFÍA:

GRECIA EN EL SIGLO VI

La filosofía no es una actividad aislada, al margen de la vida, ya que se haya

vinculada a las principales necesidades de los hombres. Al igual que el mito y la

religión, trata de saltar la distancia que separa al hombre frente al mundo extraño y

desconocido, en consecuencia inmanejable, con el que no es posible convivir

armónicamente. Hacer de ese mundo extraño y hostil, en el que el hombre se haya

como perdido, pues está por encima y más allá de él y del que se siente dependiente,

algo cercano y familiar, de manera que pueda instalarse y acomodarse en él,

sintiéndose, como dijo Hegel, como en su propia casa ese fue el objetivo y sentido

tanto de los mitos y las religiones como también de la filosofía.

La filosofía, al igual que el mito, es un sistema de interpretación que abarca tanto

al mundo de la naturaleza como al del hombre. Pero en un determinado tiempo y lugar

se produjo un importante cambio de aires que dio lugar a la aparición de un nuevo

espíritu de investigación que, abandonando los senderos por los que había transitado el

pensamiento mágico-religioso inició un nuevo caminar por los luminosos aires de la

razón. Esa nueva necesidad de explicar lógicamente las cosas tuvo lugar en la

civilización griega. Gracias a unos griegos razonadores y discursivos el universo de los

dioses fue poco a poco perdiendo protagonismo, para cederlo progresivamente a un

mundo cada vez más humano y humanizado. Frente a un mundo que para el

pensamiento mítico-religioso seguía siendo en gran medida un mundo desconocido y

misterioso que producía miedo y desconcierto, el nuevo hombre que la filosofía va a

engendrar tratará que quitar a lo asombroso su misterio, para hacerlo familiar.

Hay quien ha visto un milagro (Ernest Renan) en ese fenómeno cultural,

tradicionalmente llamado paso del mito al logos, inicio del pensamiento racional, de la

ciencia y de la filosofía. Con el término "milagro" se quiso comprender en tiempos

románticos un conjunto de hechos cuya inexplicabilidad aparente producía la

admiración de los historiadores de la filosofía. Hoy, al conocer mejor la situación que

posibilitó tal fenómeno cultural, tenemos que desechar tal calificativo y, sin pretender

llegar a una explicación causal, mostrar una descripción del fenómeno que, por lo

menos, nos lo haga comprender en parte.

1. La filosofía nació de una Grecia viajera.

Grecia ocupa una extensión relativamente pequeña en la extremidad sur oriental de Europa. Los dos rasgos

geográficamente más destacables son: la gran cantidad de costa que bordea el territorio

y la índole montañosa del mismo. Por el primer rasgo la presencia constante del mar

en las tres partes (continental, insular y peninsular) en que se divide territorialmente

Grecia. El segundo nos muestra la falta de extensión y pobreza para el cultivo de un

territorio cuyos productos más habituales eran la vid, el olivo y los frutos agrios. El

tercero un habitat disperso y heterogéneo. Hay en Grecia una predisposición

geográfica para la individualidad independiente, una invitación desde la heterogeneidad

del espacio físico hacia la diversidad, viveza y movilidad de diferentes formas de vida.

Las circunstancias geográficas condicionaron la vocación marinera del pueblo

griego. La naturaleza les convidaba a una vida anfibia y pronto se aventuraron hacia el

mar. Los griegos, mucho más que los egipcios o los persas, estaban predispuestos a la

innovación intelectual por no ser terratenientes apegados a la tierra, sino marinos. Pero

el mar exige audacia y espíritu de aventura, libera la conciencia merced al contacto con

costumbres nuevas y favorece el espíritu de empresa y de especulación, que está

ligado a la práctica del comercio y al cálculo de los riesgos. Pero el mar no fue

solamente para los griegos, como lo era también para los fenicios, un vehículo de

contactos comerciales o guerreros con los extranjeros, sino además el medio en que se

desarrolló su propia comunidad nacional. La Grecia que desempeñó un papel en la

evolución de la civilización y de la filosofía no fue la Grecia continental de Esparta o de

Tebas, sino la que, desde Jonia a Sicilia, se diseminó en una multitud de islas y de

llanuras costeras, en las que las acrópolis dominaban puertos establecidos a ras del

agua. La nación griega no tuvo un continente como ámbito de vida, sino un mar,

elemento inestable y deslumbrador, surcado no solo por comerciantes, sino por otros

extraños y audaces viajeros, que, sin más equipaje que su saber y su talento, eran los

representantes de la ciencia y de la filosofía. Los intercambios comerciales posibilitaron

el conocimiento de multitud de costumbres, mitos, hábitos, formas de vida... de otros

pueblos, lo cual fue decisivo para la configuración de una sociedad y cultura

abiertas (en cierto sentido cosmopolita) en la que el conocimiento de la diversidad de

opiniones sobre las mismas cuestiones actuaría de fermento de la duda y de la pregunta.

Como dice un adagio alemán, frecuentemente citado por Ortega y Gasset: "cuando se

hace un largo viaje, se trae algo que contar".

La conexión de la filosofía con los viajes aparece tan tempranamente que el

primer texto histórico en el que se menciona esta actividad intelectual aparece

ligada a la actitud viajera. Herodoto atribuye a Creso estas palabras con que saluda a

Solón: "Han llegado hasta nosotros muchas noticias tuyas, tanto de tu sabiduría (sofía)

como de tus viajes, y de que, movido por el gusto del saber (filosoféon), has recorrido

muchos países por examinarlos (theories). Existen numerosas referencias de que una

buena parte de los filósofos griegos hicieron viajes en torno a la Hélade y a Oriente.

Pero sobre todo los primeros grandes filósofos viajeros, Tales, Anaximandro,

Anaximenes, Pitágoras..., se debieron encontrar, con cierta sorpresa, con que los mitos

asumidos por las distintas civilizaciones del medio oriente eran claramente

incompatibles entre si, se contradecían escandalosamente y no todos ellos podían

admitirse como verdaderos por ese mismo motivo. Pero si los mitos griegos, egipcios,

babilónicos, hebreos, etc. se contradecían

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