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Obra Venecia


Enviado por   •  14 de Febrero de 2019  •  Trabajo  •  6.206 Palabras (25 Páginas)  •  270 Visitas

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Venecia, © Accame, Jorge, Buenos Aires, Teatro Vivo, 1999.

Venecia, © Accame, Jorge, Buenos Aires, Teatro Vivo, 1999.

Cuadro 1

Patio de vivienda precaria. Dos salidas: una a la calle; otra hacia el interior de la casa. La Gringa sale con su bastón y escapa a la calle. Marta sale a buscarla, la alcanza y la conduce adentro. La Gringa se resiste un poco, pero finalmente se deja arrastrar por Marta.

CHATO.- (Entra desde la calle, trae un órgano electrónico) ¡Chicas! ¡Chicas! ¡Rita! (Entra Rita)

RITA. - ¿Qué hacés, Chato?

CHATO.- Mirá el aparato éste.

RITA.- ¿Y eso?

CHATO.- Está churo ¿no?

RITA.- A Ver, vení, apoyálo acá (Le despeja la mesa). ¿De dónde lo has sacado?

CHATO.- Me lo ha prestado el gordo Sarapura. Mirá lo que es, vamos a hacer capote con el aparato.

RITA.- ¿Vos sabés tocar?

CHATO.- Claro; me enseñó mi abuelo a tocar el acordeón. Este es más largo, hay que practicar más.

RITA.- Voy a llamar a la Graciela para que venga a bailar. (Hacia adentro) ¡Graciela! ¡Vení, que llegó el Chato! (Entra Graciela)

GRACIELA.- Hola, Chato. (Sorprendida al ver el órgano) ¿Y eso?

CHATO.- ¿Has visto? Es electrónico, me lo ha prestado el gordo Sarapura, me ha dado las instrucciones el gordo (Busca en el bolsillo, se juntan los tres frente al órgano). ¡Uh! He lavado la campera y se me ha mojado el papelito. ¿Y ahora? Algo vamos a rescatar (Lee) El rojo, no. No. Poverone, ésta hay que tocar: Pover, corré el Pover (Prueban el teclado y suena).

RITA.- Bueno, vamos a bailar, Graciela. ¿Practicaste en el espejo como te dije?

GRACIELA.- No.

RITA.- Pero si te he dicho. ¿Y ahora cómo vamos a bailar? No te voy a decir los pasos de nuevo, ya te dije. Vos me seguís y haces lo que podés. ¡Vamos, Chato!

CHATO.- Pará que voy a arreglar la partitura. Atentas, va (Chato toca una melodía popular y las chicas bailan, Marta ha entrado y las mira en silencio; termina el baile, se hace un silencio, las chicas se separan y descansan). ¡Qué lindo cómo han bailado! Los changos las van a mirar con los ojos como huevo frito. ¿Se van a poner ropa?

GRACIELA.- Una ropa negra con lentejuelas que le ha cosido la Rita, todo por aquí (Señala el pecho).

CHATO.- (A Rita) ¿Vamos?

RITA.- ¡Qué! ¿Ahora?

CHATO.- Y sí, ahora.

RITA.- Pero si ya noche te he dado...

CHATO.- Oh, pero ha sido anoche. Además tengo ganitas ahora.

RITA.- Esperá hasta más tarde, ¿meta? Estoy cansada. Recién terminé de bailar.

CHATO.- (Se enoja) Ah, no. Hay que respetar los arreglos. Ustedes me pidieron que les toque el organito para el número musical, yo les toco el organito para el número musical, pero ustedes (Hace gesto).

RITA.- (Se mira con las otras chicas) Puta (Se levanta).

CHATO.- No, así de mala gana, no.

GRACIELA.- Qué, ¿sos fino ahora? (Se levanta) ¿Querés conmigo?

CHATO.- (Asiente) En la variación está el gusto (Aparece la Gringa con una valija interrumpiendo. Se lleva por delante una silla con ropa y la tira al suelo).

GRACIELA.- ¿Qué hace, Gringa? Ha tirado toda la ropa.

GRINGA.- No me voy a poder rajar nunca de acá. (Graciela levanta la ropa y Rita sienta a la Gringa en una silla. Graciela se acerca y la Gringa la toca con una mano) ¿Quién sos vos?

GRACIELA.- Graciela, la chica nueva.

GRINGA.- Ah ¿Graciela? ¿Qué hacés aquí hija?

GRACIELA.- Estoy trabajando, hay que darle de comer a los músicos. ¿Y usted, Gringa?

GRINGA.- Yo, aquí estoy, esperando el barco.

GRACIELA.- ¿Qué barco?

GRINGA.- El Guiglio Cesare.

GRACIELA.- ¿Qué es eso?

MARTA.- Vieja, terminála con esa historia de Venecia.

CHATO.- Graciela... ¿vamos?

GRACIELA.- (Al Chato) Pará un cachito. (A Marta) ¿Qué historia de Venecia?

MARTA.- Hace rato le da. Sale con la valija, se para ahí y dice que está en el puerto esperando el barco. ¿Qué, no la has visto nunca?

GRACIELA.- No.

MARTA.- Ah. Claro, como la señora se levanta clientes con plata y desaparece por varios días...

GRACIELA.- ¿Qué querés decir?

MARTA.- Eso, nomás. Que la señora no tiene clientes, tiene novios.

GRACIELA.- ¿Y eso a vos que te importa? Yo aporto guita igual ¿o no?

RITA.- (A Marta) Dejála tranquila. A su edad vos hacías lo mismo.

MARTA.- ¡A su edad, a su edad! ¿Y qué te metés vos, si yo estoy hablando con ella?

CHATO.- (A Graciela) Graciela, ¿vamos?

GRACIELA.- Dejáme, boludo, ¿no ves que estoy peleando? (A Marta) ¿Qué tenés en contra mío?

MARTA.- ¿En contra tuyo?

GRACIELA.- Sí, sí, en contra mío. ¿Te crees que no me he dado cuenta? Desde que empecé a trabajar acá que parecés una víbora enroscada esperando para picarme.

MARTA.- Oh ¿qué le pasa a ésta? ¿Te pensás que sos tan importante? Para que te lo sepas ni me enteré cuándo llegaste.

GRACIELA.- ¡Sí, cómo no! Se te caía la baba, mirándome los zapatos rojos.

MARTA.- ¿Qué zapatos?

GRACIELA.- No te hagás la idiota. Los zapatos rojos con hebilla dorada.

CHATO.- Graciela, dale, terminen...

GRACIELA.- (A Chato) Papi, qué cargoso... ¿No tenés nada mejor que hacer?

CHATO.- ¿Cómo, nada mejor que hacer? Mamita, te estoy esperando.

GRACIELA.- Hacemos una cosa... andá, que yo después te voy a buscar.

CHATO.- Uh, ustedes dos están cortadas por la misma tijera, no quieren cumplir los arreglos. Ni acá les voy a tocar el organito (Alza el órgano, Rita se lo quiere sacar y tironean; la lleva arrastrando).

RITA.- (Suplica) No, vení. No te lo llevés. ¿Con qué vamos a bailar?

CHATO.- Con la radio bailá. ¿Ustedes que se creen, que yo estoy acá porque ustedes están para usarse? Yo estoy acá por afecto (Sale hacia la calle y Marta corre tras él).

RITA.- (Enojada, saliendo hacia el interior de la casa) ¿Ves, Graciela? Y ahora ¿cómo vamos a bailar sin música? Yo no bailo nada. Ya le había cosido las lentejuelas a la ropa...

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