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PABLO NERUDA El NUEVO SONETO


Enviado por   •  8 de Enero de 2018  •  Monografía  •  1.876 Palabras (8 Páginas)  •  214 Visitas

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PABLO NERUDA

El NUEVO SONETO

Cuando estés vieja, niña (Ronsard ya te lo dijo), 
te acordarás de aquellos versos que yo decía. 
Tendrás los senos tristes de amamantar tus hijos, 
los últimos retoños de tu vida vacía...

Yo estaré tan lejano que tus manos de cera 
ararán el recuerdo de mis ruinas desnudas. 
Comprenderás que puede, nevar en primavera 
y que en la primavera las nieves son más crudas.

Yo estaré tan lejano que el amor y la pena
que antes vacié en tu vida como un ánfora plena
estarán condenados a morir en mis manos...

Y será tarde porque se fue mi adolescencia, 
tarde porque las flores una vez dan esencia 
y porque aunque me llames yo estaré tan lejano


VÍRESE

Hoy que danza en mi cuerpo la pasiòn de Paolo 
y ebrio de un sueño alegre mi corazòn se agita:
hoy que sé la alegría de ser libre y ser solo 
como el pistilo de una margarita infinita:

oh mujer -carne y sueño-, ven a encantarme un poco, 
ven a vaciar tus copas de sol en mi camino: 
que en mi barco amarillo tiemblen tus senos locos 
y ebrios de juventud, que es el más bello vino.

Es bello porque nosotros lo bebemos 
en estos temblorosos vasos de nuestro ser
que nos niegan el goce para que lo gocemos. 
Bebamos. Nunca dejemos de beber.

Nunca, mujer, rayo de luz, pulpa blanca de poma, 
suavices la pisada que no te hará sufrir. 
Sembremos la llanura antes de arar la loma. 
Vivir será primero, después será morir.

Y después que en la ruta se apaguen nuestras huellas 
y en el azul paremos nuestras blancas escalas 
-flechas de 
oro que atajan en vano las estrellas-, 
oh Francesca, hacia dònde te llevarán mis alas!

SOR JUANA INES DE LA CRUZ

La Sentencia del Justo

Firma Pilatos la que juzga ajena
Sentencia, y es la suya. ¡Oh caso fuerte!
¿Quién creerá que firmando ajena muerte 
el mismo juez en ella se condena?

La ambición de sí tanto le enajena
Que con el vil temor ciego no advierte
Que carga sobre sí la infausta suerte,
Quien al Justo sentencia a injusta pena.

Jueces del mundo, detened la mano,
Aún no firméis, mirad si son violencias
Las que os pueden mover de odio inhumano;

Examinad primero las conciencias,
Mirad no haga el Juez recto y soberano
Que en la ajena firméis vuestras sentencias


A una Rosa

Rosa divina, que en gentil cultura
Eres con tu fragante sutileza
Magisterio purpúreo en la belleza,
Enseñanza nevada a la hermosura.

Amago de la humana arquitectura,
Ejemplo de la vana gentileza, 
En cuyo ser unió naturaleza
La cuna alegre y triste sepultura.

¡Cuán altiva en tu pompa, presumida
soberbia, el riesgo de morir desdeñas,
y luego desmayada y encogida.

De tu caduco ser das mustias señas!
Con que con docta muerte y necia vida,
Viviendo engañas y muriendo enseñas.

RUBEN DARIO

ITE, MISSA EST



Yo adoro a una sonámbula con alma de Eloísa,
virgen como la nieve y honda como la mar;
su espíritu es la hostia de mi amorosa misa,
y alzo al són de una dulce lira crepuscular. 

Ojos de evocadora, gesto de profetisa,
en ella hay la sagrada frecuencia del altar:
su risa en la sonrisa suave de Monna Lisa;
sus labios son los únicos labios para besar.

Y he de besarla un día con rojo beso ardiente;
apoyada en mi brazo como convaleciente
me mirará asombrada con íntimo pavor;

la enamorada esfinge quedará estupefacta;
apagaré la llama de la vestal intacta
¡y la faunesa antigua me rugirá de amor!

ALLA LEJOS


Buey que vi en mi niñez echando vaho un día
bajo el nicaragüense sol de encendidos oros, 
en la hacienda fecunda, plena de la armonía 
del trópico; paloma de los bosques sonoros 
del viento, de las hachas, de pájaros y toros 
salvajes, yo os saludo, pues sois la vida mía.

Pesado buey, tú evocas la dulce madrugada
que llamaba a la ordeña de la vaca lechera,
cuando era mi existencia toda blanca y rosada;
y tú, paloma arrulladora y montañera,
significas en mi primavera pasada
todo lo que hay en la divina Primavera.

Rosario castellano

Soneto del Emigrado 

Cataluña hilandera y labradora, 
viñedo y olivar, almendra pura,
Patria: rememorada arquitectura,
ciudad junto a la mar historiadora.

Ola de la pasión descubridora,
ola de la sirena y la aventura
-Mediterráneo- hirió tu singlatura
la nave del destierro con su proa.

Emigrado, la ceiba de los mayas
te dio su sombra grande y generosa
cuando buscaste arrimo ante sus playas.

Y al llegar a la Mesa del Consejo
nos diste el sabor noble de tu prosa
de sal latina y óleo y vino añejo.


Ser Río sin Peces

Ser de río sin peces, esto he sido.
Y revestida voy de espuma y hielo.
Ahogado y roto llevo todo el cielo
y el árbol se me entrega malherido.

A dos orillas del dolor uncido
va mi caudal a un mar de desconsuelo.
La garza de su estero es alto vuelo
y adiós y breve sol desvanecido.

Para morir sin canto, ciego, avanza
mordido de vacío y de añoranza.
Ay, pero a veces hondo y sosegado
se detiene bajo una sombra pura.
Se detiene y recibe la hermosura 
con un leve temblor maravillado.

Gustavo A. Bécquer

RIMA XIII 

Tu pupila es azul y, cuando ríes, 
su claridad süave me recuerda 
el trémulo fulgor de la mañana 
que en el mar se refleja. 

Tu pupila es azul y, cuando lloras, 
las transparentes lágrimas en ella 
se me figuran gotas de rocío 
sobre una vïoleta. 

Tu pupila es azul, y si en su fondo 
como un punto de luz radia una idea, 
me parece en el cielo de la tarde 
una perdida estrella.

RIMA I 

Yo sé un himno gigante y extraño 
que anuncia en la noche del alma una aurora, 
y estas páginas son de ese himno 
cadencias que el aire dilata en las sombras. 

Yo quisiera escribirle, del hombre 
domando el rebelde, mezquino idioma, 
con palabras que fuesen a un tiempo 
suspiros y risas, colores y notas. 

Pero en vano es luchar, que no hay cifra 
capaz de encerrarle; y apenas, ¡oh, hermosa!, 
si, teniendo en mis manos las tuyas, 
pudiera, al oído, cantártelo a solas.

...

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