PATIROLA

Era la noche más húmeda del año, José se encontraba contando el tiempo que le quedaba para cumplir 13, le faltaban 11 meses y 13 días. La ansiedad no lo dejaba conciliar el sueño, estaba desesperado por convertirse en un adolescente. Poco a poco el sueño le fue ganando y justo cuando estaba a punto de viajar al fantástico mundo del silencio escucho un ruido. Primero pensó que era su imaginación mas un momento escucho muchos ruidos que le continuaron. Se aproximó desesperadamente hasta su ventana para ver de dónde provenía el ruido a tan avanzadas horas de la noche.

No alcanzaba a ver nada pero podía sentir que algo lo estaba mirando devuelta así que se viró para coger la linterna que dejaba todas las noches junto a su cama pero su torpeza le gano y envió la linterna bajo la cama. Se arrastró hasta conseguirla y en un segundo ya se encontraba en la ventana de nuevo, buscando a esta misteriosa criatura. Todo entro en silencio y no lograba alumbrar nada aparte de las plantaciones hasta que de repente lo alcanzo a ver, era una bola de pelos. No era una bola de pelos cualquiera, era un hermoso oso de anteojos. Le pareció el ser más maravilloso del mundo. Para su mala fortuna esta aparición solo duro un segundo ya que al alumbrarlo el oso decidió huir.

Se acostó pero ahora lo que le impedía dormir ya no era su deseo de ser mayor, era la curiosidad por esta criatura. De repente sintió como la luz del sol le molestaba a los ojos, se había quedado dormido, pero no importaba. El día era su oportunidad, Paul tenía muchas libertades, siempre y cuando sea de día. Así que se levantó y empaco todo lo que necesitaba para ir en busca de él. Empezó a recapitular todo lo que sabía sobre estos osos, sabía que era difícil encontrarse con ellos ya que se movían bastante en busca de comida, huyen de los humanos, comen insectos, tienen una cara muy chistosa, y lo más importante, usan anteojos, como él.

Cruzó todo el bosque, primero siguió los senderos hasta que cayó en cuenta de que como no se acercan a los humanos para encontrarlo debía ir entre el bosque. Mientras más se adentraba más le gustaba, todo le parecía esplendido, los pequeños pajaros dando vueltas dentro de su nido, el croar de los sapos, la gran cantidad de insectos que había en tantos colores distintos. A pesar de vivir a pocos metros del bosque nunca había notado lo realmente hermoso que podía llegar a ser.

Pronto escucho una voz y noto que era la voz de su padre así que empezó a correr cuidadosamente a través de un pequeño riachuelo. Nada lo podía haber preparado para lo que estaba a punto de ver. Esa criatura que lo había fascinado tan solo horas atrás yacía muerta en el suelo junto con miles de árboles talados y cientos de animales más pequeños. Cómo alguien podría hacer algo tan horrible? No podía más con la rabia y la tristeza y no tuvo nada más que hacer que llorar y prometerse a si mismo que jamás formaría parte de esto, no quería formar parte de la destrucción.

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