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POESIAS DEL DIA DEL PADRE


Enviado por   •  16 de Agosto de 2013  •  339 Palabras (2 Páginas)  •  560 Visitas

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A mi papa

Papa, hombre lleno de virtudes

nos hiciste tan felices

a mis hermanos y a mamá,

aún hoy, en tus avanzados años

que el tiempo ha bañado,

tus cabellos de plata

tu cuerpo ya cansado,

y apenas puedes caminar,

todavía te preocupas

Por todos nosotros

Y preguntas por todos,

desde el más pequeño

hasta el más grande.

Tu justicia por los pobres

y tu bondad por los necesitados

lo llevo de herencia querido papá.

Hoy que es tu Día quiero decirte

que me siento orgullosa de ser tu hija.

Dios te bendiga querido papá.

Autor: Maria TorresPapa,

Mi viejito adorado

tu sabes cuanto te quiero

recordando el pasado

te escribiré lo que siento.

Cuando era niña inventabas

lindos cuentos y poemas

siempre había un nuevo tema

los cuentos eran de hadas

de reyes y princesas

y también nos recitabas

bellos versos de tu infancia

y algunos de Juan de Dios Peza.

Hoy vengo a darte las gracias

por todo lo que nos diste

por los regalos de la infancia

y lo mucho que nos quisiste.

Yo, de mis cuatros hermanos,

soy la que mejor te conoce

la que más a ti se parece

y dos gracias a Dios

por lo bien que no llevamos.

No te lo digo a menudo

ni tanto como quisiera

pero espero que tu sepas

lo mucho que yo te quiero

y que eres el mejor padre

de todo el mundo entero.

Autor: Raquel Cira Rodriguez

Recordando a mi padre

Te oigo en el silencio de noches largas,

escribiendo aquellos antiguos versos,

y te veo caminar cansadamente

por las calles de mi pueblo.

Te escucho murmurar entre diente:

“Ya me voy para viejo”

Aunque digan que estás muerto, yo no creo…

Cuando niño, sentía acariciar mis cabellos,

al llevarte a pasear con tanta alegría

aún siento la tibieza de tus manos,

de esas manos callosas de obrero

y con esas últimas monedas

me comprabas caramelos

aunque digan que estas muerto, yo no lo creo…

Siento el llanto acongojado en tu garganta

cuando el drama ya inundaba tu cerebro:

y tu férrea voluntad ya no podía,

nos dejaste como herencia, tu honradez,

tus virtudes y defectos, nos sirvieron

ser personas de bien fue tu legado

aunque digan que estas muerto, yo no lo creo…

Cuando miro al espejo y veo mi rostro,

marcado por las arrugas del tiempo,

y la muerte me lleve de este mundo

aunque digan que estoy muerto, hijo tú no creas…

Autor: Alfredo de Antonis

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