PRODUCTO 1 DE CARRERA MAGISTERIAL
Enviado por crisgonzalez • 24 de Marzo de 2014 • 1.177 Palabras (5 Páginas) • 353 Visitas
PRODUCTO No. 8
Documento donde los participantes significaran, a través del relato y del dialogo, sus propias experiencias afectivas y sus sentimientos en el proceso educativo.
Me resulta complicado empezar a escribir este producto aun cuando el tema es de mi interés y lo he reflexionado desde hace algunos años. Y mi cuestionamiento sigue vigente: ¿Hay lugar o no para los sentimientos en los procesos de aprendizaje en la educación?
Se trata de escribir sobre un tema que, al mismo tiempo que me interesa, lo encuentro difícil y complejo en el que no tengo muchas respuestas, aunque sí algunas preguntas, como las siguientes:
¿Qué lugar hay para los sentimientos y emociones en la educación? ¿Cómo participan, intervienen y se hacen presentes los sentimientos en los procesos de aprendizaje? ¿Cómo estorban y cómo ayudan? ¿De veras los dejamos fuera cuando los ignoramos?....
¿Podemos comprender y asimilar significativamente los conceptos independientemente de los sentimientos que suscitan en nosotros? ¿O será que los sentimientos forman parte de dicha comprensión y asimilación?.... Y cuando se trata de resolver problemas o intervenir profesionalmente en situaciones concretas ¿será posible, será deseable, recomendable, ignorar o excluir nuestros sentimientos? ¿Podemos educarnos sin integrar en nuestra vida, aprendizajes y sentimientos?...
Encontramos prejuicios, racismo, intolerancia, discriminación, violencia, por ejemplo. Identificamos conflictos serios en las familias y en las parejas; reconocemos que en el ámbito laboral la apatía y falta de interés con frecuencia repercuten en la baja productividad. En las escuelas identificamos problemas serios de falta de motivación y entusiasmo, de indiferencia y poca dedicación a los aprendizajes significativos, de falta de solidaridad y respeto entre estudiantes y maestros, sin hablar de los relacionados con la drogadicción y la inseguridad. Además de la intolerancia y falta de comunicación de los padres con sus hijos y maestros. ¿No es la educación un proceso de aprender a vivir bien? ¿Por qué no hacemos algo más propositivo e intencionado para promover un adecuado desarrollo e integración de nuestros sentimientos, de modo que se conviertan en una energía constructiva en nuestra vida y en las relaciones con los demás?
Desde otra perspectiva, nos damos cuenta de que hay ocasiones en las que nos sentimos muy contentos y satisfechos, mientras que en otros momentos andamos tristes y desalentados, frustrados y desconcertados. Sin embargo, ¿cuándo nos detenemos a tomar conciencia de lo que dichos sentimientos nos muestran respecto a cómo vamos viviendo? ¿Cuándo nos preguntamos lo que los sentimientos expresan y muestran de nosotros mismos en relación con las situaciones que vivimos?
Los sentimientos están siempre de algún modo presentes en nuestra experiencia, así que nuestras alternativas son, en realidad, reconocerlos e integrarlos explícitamente al proceso educativo, o tratarlos como si no estuvieran aunque sin por ello dejar de sentir sus efectos.
Quizá no es muy frecuente que nos preguntemos cómo se sienten los estudiantes en clases; cómo se sienten en el grupo y con respecto a los contenidos que les proponemos aprender. Si lo hiciéramos encontraríamos pistas valiosas que nos ayudarían a comprender el entusiasmo y el comportamiento productivo de los alumnos, o bien su apatía, desinterés y falta de rendimiento. Darnos cuenta de los estados afectivos de los alumnos, ayuda a comprender aspectos importantes de la dinámica grupal y personal respecto al trabajo de aprender y, por lo mismo, sirve para orientar nuestra toma de decisiones respecto a qué hacer y cómo promover los aprendizajes significativos que convergen en las competencias para la vida. Sin embargo, cuando pensamos que los alumnos están mal por sentir lo
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