Poema "A mi hermano Miguel"
Enviado por kevin8ct • 11 de Agosto de 2013 • 532 Palabras (3 Páginas) • 463 Visitas
Pero hay otro poema de hogar muy cercano al que comentamos, el III de Trilce, donde reina el mismo espíritu y se recuerda nuevamente a Miguel, pero rodeado allí de otra hermandad más simple pero a la vez compleja y simbólica que suman, con Miguel, cuatro entrañables hermanos: Aguedita, Nativa, Miguel y César. Dice:
Las personas mayores
¿a qué hora volverán?
Da las seis el ciego Santiago,
y ya está muy oscuro.
Madre dijo que no demoraría.
Aguedita, Nativa, Miguel,
cuidado con ir por allí, por donde
acaban de pasar gangueando sus memorias
dobladoras penas,
Casi sin apartarnos nada del poema "A mi hermano Miguel", en la densidad que aquí se teje, aparece una hermandad bajo el conjuro del número cuatro, que era además una cifra de un simbolismo cabalístico para César Vallejo y toda la cultura andina. Recordemos que el imperio incaico eraTahuan(cuatro)tinsuyo. Esta hermandad constituye su escudo, su defensa y –por así decirlo– su refugio, clan o grupo a quien advierte: no vayan a sucumbir, no vayan a fallar, "No me vayan a haber dejado solo, / y el único recluso sea yo".
Porque lo único que nos puede librar de la muerte es la hermandad –para él y para nosotros–. Y sus hermanos más cercanos en el afecto y en la intimidad entrañable son Aguedita, Nativa y Miguel. Si ellos se extravían, sI ellos se equivocan, o si ellos se tardan, si los coge en sus redes el misterio o el vacío, entonces me quedaré solo, en la oscuridad y nadie me hallará.
Pudiera ser que parte de su orfandad y frustración es cuando –aparte de sentir la fragilidad y posterior desaparición de sus padres– presiente que sus cuatro bastiones se derrumban. Aguedita, Nativa y Miguel han quedado en la poesía como un grito y una consigna, quizá también como una súplica y un alarido. De allí que cuando Miguel muere y a Aguedita y Natividad algo les pasa –por lo menos él no las encuentra– le invade entonces la oscuridad definitiva y la desolación como niño indefenso que lo fue siempre.
Aguedita, Natividad, Miguel?
Llamo, busco al tanteo en la oscuridad...
Los cuatro hermanos, dos mujeres y dos varones, contándolo a él, son su milicia, su grupo de combate, su baluarte de solidaridad. O, por lo menos, su compañía en la oscuridad. Defendían los cuatro flancos amenazantes como vigías de cada torre que da a la noche tenebrosa de los puntos cardinales. Tanto es así que él había hecho su nomenclatura familiar dividiendo a los doce hermanos que fueron, de cuatro en cuatro: "los viejos", "los mayores" y "los pequeños", tocándole a él cerrar lazos y defensas con Aguedita, Nativa y Miguel.
Fueron estos últimos hermanos de la descendencia Vallejo-Mendoza, los inseparables en los juegos en la casa paterna, por los corredores, el zaguán, la cocina y el patio,
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