Preguntas y Comentarios
Enviado por dihuerta • 26 de Agosto de 2014 • 3.617 Palabras (15 Páginas) • 235 Visitas
A. Preguntas y Comentarios
1. Sobre el estar pasotista.
El término “pasotista”, que se utiliza en España, significa “dejarse estar”. Es un modo de estar, que se aprecia como una sensación presente en la sociedad. Heidegger, en “Ser y Tiempo”, reflexiona sobre el ser humano como vía de acceso al ser, porque es el Dassein que tiene la particularidad de estar en el ‘Ahí del ser’, en la abertura. En esa abertura el primer ser que encuentra es el ser propio, por lo que adquiere una responsabilidad por el ser. Esta apertura al ser, este Da, es de carácter extático, es decir, lanza al hombre hacia un pasado originario, el de los estados de ánimo que nos hacen ser de un modo concreto. Los estados de ánimo son entonces una forma de estimar la realidad que se expresa de manera pre racional, pre reflexiva. El estado de ánimo es una apertura connatural a la realidad, un modo de templarse con la realidad pre reflexivamente pero que de suyo explicita elementos de interpretación de la realidad en que el Dassein se encuentra. En la apertura hacia la proyección de futuro que se abre en esta disposición anímica inicial, se descubre la posibilidad de la muerte, lo que causa un estado de angustia, y por eso el hombre vuelve anímicamente al presente. En este presente puede ser auténtico o inauténtico, según se asuma y enfrente la reflexión sobre el futuro. El modo inauténtico o impropio de ser lo caracteriza Heidegger a través de tres caracteres: la ambigüedad, la habladuría y la curiosidad. Para evadirse de una reflexión sobre el futuro el hombre se mueve en una relación de curiosidad de unos con otros. Lo que llama Dasman, la gente, el uno, son formas de vida impropia que se sostienen en la curiosidad, utilizan la habladuría para no entrar en conversaciones profundas y nos mantienen en un estado de ambigüedad respecto a nosotros mismos y a los demás, un estado pasotista. Se sale de ese estado cuando nos ponemos en relación con el futuro, con la posibilidad de la muerte, y se abre entonces un estado extático que nos abre al presente originario. Un estado propio que debemos reconocer como necesario y que se grafica en la vida de los santos, por ejemplo, que suelen aparecer ilustrados con una mano en la calavera, concordando con este modo heideggeriano de comprender la forma extática que nos lanza hacia la muerte.
Hoy estamos sumidos en una dictadura de los aparatos (cf. Jaspers), que debían servirnos para tener más tiempo y poder utilizarlo para el ocio –que según Aristóteles es necesario para la felicidad, la reflexión sobre lo que no sirve para nada sino que dice de sí mismo que es lo más importante pues no está en función de nada más-. Sin embargo, la tecnología no nos ha ayudado a liberar tiempo para el ocio sino que nos ha apurado todo. La interconexión constante, la encarnación de la aldea global nos asfixia en una necesidad de resolver situaciones inmediatas en tiempo presente, apretándonos e impidiendo la reflexión de sentido que debiera ayudar a que jerarquicemos y no vivamos de modo que los aparatos nos “dicten” nuestro ser.
2. Sobre la falta de sentido finalista en la sociedad actual.
La situación estructural actual de nuestra sociedad no quiere ver la relación entre fin, medios, circunstancias y el sujeto que debe hacer la reflexión. Como sociedad estamos viviendo esta circunstancia, que contrasta por ejemplo con la orientación finalista de Israel y de la cultura clásica, que podían incluso relativizar el presente hacia el fin. Quien tiene una orientación de sentido puede enfrentar cualquier cosa. Para Nietzsche, “El que tiene un para qué puede aceptar cualquier cómo”. Para este autor, la búsqueda de sentido es el gran mito del cristianismo, la vida no tiene ningún sentido y hay que succionar el sentido de todo y comenzar a vivir en esta especie de sinsentido.
¿Para qué hacer tantas cosas si no hemos resuelto el problema fundamental?
Un para qué que se podría proyectar con carácter trascendente. O sin carácter trascendente que igual da una orientación de sentido. (Alusión a la polémica en El Mercurio del Orgullo ateo, especialmente Squella, defendiendo una postura ética sin Dios, hacer acciones de bien sólo por el bien, en sentido intramundano, tendrían más mérito moral porque no esperan un “premio” en la otra vida.) La resolución del problema fundamental tiene una orientación de sentido para la vida.
Necesitamos tener respuestas de carácter finalistas para situaciones próximas. Estos fines próximos, si uno quiere vivir una vida más coherente de alguna manera tendríamos que tener una razón de fin último que le da más consistencia y fundamento a los fines próximos, más elementos de juicio en el momento presente, para no desplazar el telos de mis actos enfrentados a circunstancias coyunturales, haciéndome errar en relación a los nuevos fines de carácter mediato. Para las decisiones que vamos tomando ayuda tener una orientación de sentido de carácter general, esta claridad y hábito debiera estimularse o motivarse. En algunos momentos en la historia de la humanidad ha estado más clara esta orientación finalista de sentido, y hoy, en este arrebato de oferta media ni siquiera la orientación de sentido está presente.
El fin último, con su carácter de orientación de sentido, claramente se va realizando por personas humanas limitadas. La determinación de sentido se va produciendo también en la medida en que ese fin se va revelando en distintos acontecimientos que confirman o corrigen la orientación de sentido, que va madurando y cambiando en el desarrollo de la vida. Estructuración y confirmación en torno al sentido es un camino, una búsqueda, una construcción, donde vamos tanteando en torno al fin al cual nos dirigimos. Implícitamente lo vamos identificando como el bien y la felicidad, pero cómo eso se va explicitando y encarnando en cada vida concreta podría ser muy distinto. Aunque no se haya tematizado, sin embargo, todas las personas buscan la felicidad y el bien. Todo lo que nos inclina al fin es lo que nos acerca a la noción de la felicidad y la realización. Aristóteles señala que el ser humano a lo que tiende es hacia la felicidad. Es el primer intento reflexivo de plantear el fin. Al parecer vamos todos tras la felicidad.
La gran diferencia entre escuelas éticas va a estar en la consideración de los elementos instrumentales que nos acercará a esta realización felicitaría o finalista del sentido pleno del ser humano. Ver la articulación entre la propuesta que se hace al sujeto entre lo que se entiende por fin y los medios que se proponen acercan o hacen conseguir la felicidad. Allí entra la reflexión ética. Porque los instrumentos son claramente distintos, por ejemplo:
Para Aristóteles: hábitos operativos que lo alejen de extremos viciosos
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