Reconocer y distinguir características y conceptos distintivos del género narrativo
Enviado por angelafont • 27 de Diciembre de 2018 • Resumen • 612 Palabras (3 Páginas) • 247 Visitas
ACTIVIDAD. “ANÁLISIS NARRATIVO”.
2° A Taller Desarrollo
Unidad | Unidad Sobre la ausencia: exilio, migración e identidad (narrativa) |
Objetivo de Aprendizaje | Reconocer y distinguir características y conceptos distintivos del género narrativo |
Indicador de Evaluación |
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INSTRUCCCIONES:
- Observa con atención el cortometraje “La mansión en Petits Cubes” y lee atentamente el fragmento de “Francisca yo te amo”.
- Luego desarrolla de forma individual en tu cuaderno las preguntas de comprensión propuestas a continuación.
Cortometraje:
https://www.youtube.com/watch?v=N9zsDcp6e4U
Fragmento:
Ahora nos íbamos retirando; la gente se apiñaba porque el espacio abierto en el ruedo era demasiado angosto. Inmediatamente después de éste y antes que los grupos se dispersaran, se topaba uno con varios circenses que, al paso, ofrecían a la venta objetos recordatorios. Francisca estaba entre ellos. No habría podido eludirla aunque lo hubiese deseado; la aglomeración nos condujo muy cerca de ella, que se dirigía preferentemente a los padres de familia para que les compraran a los niños unas narizotas de payaso, de carey rojo. -Lléveles a los niños, señor, señora, para los regalones. ¡Mire qué divertidas son; a peso no más, a pesito! Estaba frente a mí. Nada había cambiado en ella. Todos esos años no la habían tocado con marca alguna, no habían dejado una huella siquiera en su rostro, o en su sonrisa la más tenue acentuación de una comisura, o en su talante el mero peso de un dejo. Ahí, aquí, estaba Francisca, la misma de antes, mi Francisca de aquel verano ya tan distante. -Sí, papá, cómprame una nariz -me pidió Luz. -Sí, sí, a mí también, yo también -se le unió Pablo. Cuando los niños estaban poniéndose las narices, ajustándose los elásticos, sólo entonces, ella me miró. Me sentí prendido de sus ojos y me quedé inmóvil. -Ya, papá, vamos... -Sí, Luz, ya, Pablo, ya vamos. -Un momento, señor... A usted le digo, por favor, un momento. Francisca se me había acercado aún más y me tomaba de un brazo, sujetándome. -¿Sí? -le dije, bajando la vista porque no me atrevía a sostener su mirada, que se había tomado inquisitiva. -Usted, señor, perdone, pero, ¿cómo se llama usted? Había una tensión tan contenida en su voz que me cortó el aliento. -Por favor, ¿cómo se llama usted, señor? -insistió ella. -¡Ya pues, papá, vámonos! -Sí, sí, Pablo, ya vamos... -Por favor, se lo ruego, señor, dígame su nombre... Como un alumbramiento recordé las palabras que su padre me dijera aquella lejana noche, después del ataque de Francisca: "Sólo a veces algunos nombres pueden removerle la memoria, y la dañan...". -Pablo -le contesté. -¿Cómo dice? -Que me llamo Pablo, igual que mi hijo, señorita. Qué más puedo agregar ahora. Sé que el tiempo nunca borra nada, sólo sabe escribir sobre las líneas anteriores otras y otras palabras de la misma biografía, continuando así su única faena, a su modo, pasando. El recuerdo de Francisca, que llevo entretejido como parte de mi alma, me pone triste a veces. Pero cada vez menos. La añoranza que siento por ella se me transfigura y renace del recinto suyo de mi memoria, cada vez más, como una evocación amorosa y tierna que me hace bien, y que viene y se va, y viene y se va y se va y viene, y viene y se va... y se va y viene... Francisca, Yo te amo Fragmento José Luis Rosasco |
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