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Redacción


Enviado por   •  26 de Octubre de 2013  •  692 Palabras (3 Páginas)  •  172 Visitas

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Prólogo

Desocupado lector:

Lo que tiene ahora en sus manos es el resultado de infatigables esfuerzos para traducir los Sonetos. La presente traducción, que si bien no pretende ser una edición inmejorable, ha estado al riguroso cuidado de un grupo de traductores. Este grupo se ha adentrado en Shakespeare y en su mundo poético, no sin dificultad, para conocer cada una de sus palabras, comenzar un diálogo y reconocerlas como amigas; pero no hay que olvidar, desocupado lector, que a veces las letras también pueden ser volubles, ya que alguna puede mostrarse sencilla y luego demostrarnos su complejidad; sólo con el tiempo se va conociendo el carácter de cada palabra dentro del soneto.

Cada expresión poética exige sus propias reglas de traducción, así que no se debe estipular un sólo criterio, para la traducción de los Sonetos, ya que cada uno conforma su propio mundo, pues tratatan diferentes temas que no se abordan de igual manera. Sin embargo, cuando se traduce poesía los aspectos importantes que nunca debemos dejar de lado son el tono, el sentido y la forma, elementos que la presente traducción cuida en cada soneto. El tono crea la atmósfera, si se dejara de lado le quitaríamos todo el peso sensorial al poema; conservar el sentido es vital en toda traducción, porque sin sentido sencillamente no se diría nada; los Sonetos son forma, porque se nos presentan en verso perfectamente medido, con ritmo y con una división de estrofas definidas. Todos estos elementos están reflejados en la traducción, la cual le lector tendrá a bien leer.

Variante 1

-Muy bien, dígame ¿cómo se encuentra hoy?

-En general bien, pero algo desconcertada por ese sueño de anoche.

-¿Un sueño? ¡Perfecto! Comience por contarme su sueño.

-Pues bueno. Recuerdo que estaba corriendo sin rumbo, pero sentía una gran desesperación en el pecho. Me dolían las piernas por el esfuerzo, pero las ansías por seguir adelante, sin determe, eran más grandes que el dolor físico.

-Esa sensación es muy común en los sueños de persecución.

-Sí, justamente eso. Me sentía perseguida por unos entes; al principio no sabía lo que era, sólo sentía que daban zancadas ágiles, con un jadeo entrecortado, a vaces podía sentir su aliento caliente y gotas de saliva hierviendo me caían en la pantorrilla.

-¿Entes? Tal vez algún tipo de animal.

-¡Perros! Eran perros. Grandes, voluptuosos. Ahora entiendo su ágilidad, porque no importaba si corría más rápido, siempre estaban detrás de mí, infatigables. Cuando crucé un puente, ellos iban por el río, nadando; cuando pasé por un muro, ellos lo libraron de un salto; pero, cosa extraña, cuando subí la montaña, ellos se detuvieron ahí, al pie de mi montaña, se quedaron agitados, jadeando.

-Entonces, tenemos un puente, un muro y su montaña. ¿Eso es todo?

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