Relato: La noche boca arriba

NOMBRE: Miriam Vanessa Martínez Machado

ACTIVIDAD: El Relato

La noche boca arriba

GRUPO: 89   M2 G20[pic 1]

Relato: La noche boca arriba

Les contare la historia de un hombre, con esta historia te pondré a viajar entre dos mundos uno real y otro de fantasía.^[a]

El hombre sale del hotel a dar un paseo en su motocicleta, realmente está disfrutando del paseo, así que no pone mucha atención a su alrededor; de pronto sale una mujer queriendo cruzar la calle aun cuando el semáforo estaba en verde, ya era tarde para reaccionar, frena con el pie y la mano, cae de golpe, escucha el grito de la mujer ¡hay^[b]! y cae como dormido de golpe.

Vuelve bruscamente del desmayo, Cuando cuatro o cinco hombres jóvenes lo sacaban de debajo de la moto, Sentía gusto a sal y sangre, le dolía la rodilla y cuando lo alzaron gritó, no soportaba la presión del brazo derecho. Mientras lo llevaban a una farmacia próxima, supo que la causante del accidente no tenía más que rasguños en las piernas.

Despacio, éntrenlo de espaldas, así va bien, y alguien con guardapolvo dándole de beber un trago que lo alivio.

La ambulancia llego ^[c]a los cinco minutos, lo subieron a una camilla donde pudo tenderse a gusto. El brazo casi no le dolía; de una cortadura en la ceja goteaba sangre por la cara.

Lo tuvieron largo rato en un cuarto con olor a hospital, llenando una ficha, quitándole la ropa y vistiéndolo con una camisa grisácea y dura. Lo llevaron más tarde a la sala de radio, y veinte minutos después, con la placa aun húmeda puesta sobre el pecho como una lápida negra, paso a la sala de operaciones. Alguien de blanco ^[d]alto y delgado se le acerco y se puso a mirar la radiografía. El hombre de blanco se le acercó otra vez, sonriendo, con algo que le brillaba en la mano derecha.

Como sueño era curioso porque estaba lleno de olores y el nunca soñaba con olores. Primero un olor a pantano, el olor cesó, y en cambio vino una fragancia compuesta y oscura como la noche en que se movía huyendo de los aztecas. Y todo era tan natural, tenía que huir de los aztecas que andaban a caza de hombre, y su única probabilidad era la de esconderse en lo más denso de la selva, cuidando de no apartarse de la estrecha calzada que solo ellos, los motecas conocían.  

Lo que más lo torturaba era el olor, <> pensó, tocando instintivamente el puñal de piedra atravesado en su ceñidor de lana. Un sonido ^[e]inesperado lo hizo agacharse y que dar inmóvil, temblando. Tener miedo no era algo extraño, en sus sueños abundaba el miedo. El sonido no se repitió. Talvez era un animal huyendo como él del olor a guerra. El miedo seguía ahí al igual que el olor dulzón a la guerra florida.

De repente abrió los ojos era de tarde, trataba de sonreír a su vecino, se despegó físicamente de la última visón de la pesadilla.

...