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Robert Hooke


Enviado por   •  15 de Agosto de 2013  •  Síntesis  •  2.509 Palabras (11 Páginas)  •  500 Visitas

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Robert Hooke es uno de aquellos científicos extraordinarios olvidados de la historia. Sí, la Ley de Hooke es harto conocida por los científicos, y su nombre, por tanto, nos es conocido; pero la cosa no pasa de ahí. Si figura cayó en el olvido mucho tiempo, sobre todo, por los intentos de Newton en borrarlo de la historia. Vale la pena repasar un poco su vida y, simplemente, dejarnos sorprender y disfrutar asombrándonos de lo que un científico genial es capaz.

Nacido en 1635, fue un niño enfermizo, con dolores de cabeza constantes. A los cuatro años pasó la viruela, lo que le dejó unas cicatrices de por vida. Ni siquiera se esperaba que sobreviviera y se dice que durante los primeros siete años de su vida se alimentó casi exclusivamente de leche, productos lácteos y fruta; pero nada de carne. Aunque era pequeño y delgado, y carecía de fuerza física, era un muchacho activo que disfrutaba corriendo y saltando. Su padre, afectado de ictericia, decidió que no quería sufrir más y se suicidó cuando el pequeño Robert contaba sólo con 13 años. A los 16 años de edad, desarrolló una pronunciada deformación corporal, una especie de contorsión, que él mismo atribuyó más tarde al hecho de haber pasado largas horas encorvado trabajando en un torno o con otras herramientas.

Llegó a ser muy hábil haciendo maquetas, entre ellas la de un barco de aproximadamente un metro de longitud con aparejos y velas. Además, en una ocasión, después de haber visto un viejo reloj de latón hecho pedazos, hizo un reloj de madera que funcionaba.

Como era un excelente dibujante, el resto de la familia decidió que debía trasladarse a Londres. Pero no tardó en perder interés por el arte: quería una instrucción más general y se matriculó en la escuela de Wetminster, donde devoró los Elementos de Euclides durante la primera semana de clase. Aprendió latín, griego y algo de hebreo.

Como otros muchos estudiantes pobres de aquellos tiempos, Hooke consiguió dinero trabajando como criado de uno de los estudiantes más ricos. Bueno, en este aspecto, a Newton no le fue mucho mejor. Aunque su madre era una mujer rica en aquel momento de su vida, se negó a pagar su matrícula para el ingreso del Trinity College, en Cambridge. Para poder pagársela, Newton se vio obligado a conseguir dinero vaciando orinales y peinando a los estudiantes mayores y más ricos. Pero volvamos a Hooke.

En aquella época, muchos de los miembros del grupo de Gresham College habían sido trasladados a Oxford por Oliver Cromwell para reemplazar a aquellos académicos a los que se consideraba “contaminados”. La definición de “contaminado” era que habían ayudado al bando realista durante la guerra. La destreza de Hooke para fabricar cosas y realizar experimentos hizo que no tuviera precio como ayudante para este grupo de científicos. Pronto llegó a ser el principal ayudante (pagado) de Robert Boyle. Y con la destreza que tenía, ya podemos imaginar que fue en gran medida responsable del éxito de la bomba de aire con la que se hicieron numerosos experimentos. Gracias a ella, Boyle pudo enunciar su famosa Ley de Boyle. Pero pudo hacer una cosa más: ser el primero en confirmar la afirmación de Galileo de que, en el vacío, una pluma y un trozo de plomo caen a la vez. Asimismo, pudo establecer que el sonido no se trasmite en el vacío.

Sin embargo, cuando Hooke quiso negociar la posibilidad de patentar el artilugio, se negó porque tenía que aceptar una cláusula según la cual se permitía a otras personas llevarse los beneficios derivados de cualquier mejora de su diseño. Nunca reveló el secreto de su invento y se lo llevó consigo a la tumba.

Al mismo tiempo que trabajaba para Boyle, también trabajaba con relojes. Buscaba unos que permitieran una medición exacta del tiempo durante la navegación. Sabía que los relojes de péndulo eran inútiles con los vaivenes del barco y sugirió utilizar muelles en lugar de la gravedad para accionar el reloj. Gracias a sus experimentos, construyó un reloj con muelle en espiral cosa que tuvo una importancia capital en la fabricación de los relojes de bolsillo y también hizo mejoras en el mecanismo de escape. En fin, que aunque no llegara a diseñar un reloj extrarodinariamente preciso hizo muchas mejoras respecto a los diseños existentes. Incluso regaló uno de sus relojes a Carlos II, quien se mostró muy complacido.

Vista esta pasión por la mecánica, no debería sorprenderos que os diga que fue quien inventó el engranaje universal que se utiliza en los vehículos a motor. Y también inventó el diafragma iris de las cámaras.

Fue también por aquella época en la que descubrió la famosa Ley de Hooke, aunque no la publicó hasta 1678. Si era conocida antes de él no lo sabemos; lo que sí sabemos es que nadie anterior a él la había publicado.

En 1665 se convirtió en profesor de geometría del Gresham College. Durante la estancia en ese College debía permanecer soltero. Pero la elección no fue un camino de rosas. Había perdido el puesto el año anterior por el voto de calidad del alcalde. Después de muchas discusiones, resultó que el alcalde no tenía derecho a votar para el nombramiento. Aquel mismo año también publicó su obra más importante: Micrographia.

Fue el libro que marcó realmente el momento en que la microscopía llegó a su mayoría de edad como disciplina científica. Tenía unas impresionantes imágenes de observaciones al microscopio que contenía variadas especies. Fue quien acuñó el término célula para describir las unidades básicas de los seres vivos. Su elección vino motivada por la observación de las células vegetales que le recordaban las “celdas” donde vivían los monjes. Todo aquello era increíble. Era el más indicado para escribir sobre esos temas, pues había construido el microscopio más potente de su tiempo, que tenía 30 aumentos.

Escribió que el microscopista Leeuwenhoek encontró en sus excrementos una gran cantidad de pequeños animales, que eran muy abundantes cuando estaba aquejado de diarrea y muy pocos o ninguno cuando estaba bien.

Geoffrey Keynes afirmaba que Micrographia se puede clasificar “entre los libros más importantes que se hayan publicado en toda la historia de la ciencia”. Samuel Pepys cuenta cómo se sentó a leer el libro hasta las dos de la madrugada, y se refería a él diciendo que era “el libro más ingenioso que he leído en toda mi vida”.

Además, estaba escrito en inglés, cosa inusual en aquella época, con un estilo muy claro y fácil de leer que garantizaba la accesibilidad para un amplio público lector.

Describía la estructura de las plumas, las características esenciales de

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