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Rojos Puntos De Vista


Enviado por   •  4 de Febrero de 2014  •  4.005 Palabras (17 Páginas)  •  957 Visitas

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1. XV ROJOS PUNTOS DE VISTA

(… o lo que me conto mi tía Silvia una noche en el hospital)

Verónica Maldonado

PERSONAJES

Martha

Anabel

Maribel

Guille

Silvia

La suegra

Mireya

Yo

Sobre el piso del escenario vacío, Mireya, una niña de siete u ocho años, traza con sus gises un enorme circulo. Apenas termina, entran: La Suegra, envuelta en una cobija ensangrentada: Martha empujando una máquina de coser; Anabel y Maribel; con bates de beisbol en las manos y arrastrando dos sillas; Silvia con el celular en la mano y una silla; Guille, empujando otra máquina de coser sobre la que hay varias libretas y plumas. Mireya salta dentro de un círculo. Todas nos colocamos alrededor siguiendo con atención a la niña. Mireya se detiene

Fragmento 1

MIREYA: Mi papá está en Estados Unidos. Mi mamá está haciendo el desayuno. Mi otro papá sigue dormido. Anoche me la pase con mi abuelita. Estaba debajo de la cama. Sin moverse.

SUEGRA: ¿Cómo carajos voy a moverme con tanto plástico enredado? A ver, prende la luz.

MIREYA: ¿Qué no ves el foco, abuelita?

SUEGRA: ¿Cuál foco, Mireyita? No me asustes, niña… Siento la cara dura, dura… como restirada de mugre.

MIREYA: Es que tienes la cara llena de costras, por eso no puedes ver el foco abuelita.

SUEGRA: ¿Y qué es eso que huele tan feo?

MIREYA: Eres tú, abuelita… Ya tienes dos días debajo de la cama

SUEGRA: ¡Dos días! ¿Pues qué pasó, hija?

Fragmento 2

Mireya sale del círculo. Maribel y Anabel se acercan a La Suegra y a empujones, hacen que entre al círculo.

ANABEL: Yo le dije a mi hermana: “Ya no la aguanto, pinche vieja”

MARIBEL: Yo pensé: “Si, pinche vieja”

ANABEL: Yo te dije: “Hay que matarla”

MARIBEL: Yo no te creí… No que fuera en serio, pues. Anabel es buena de hocicona… es la mayor y la respeto, pero eso no le quita lo hocicona. Matarla… tan fácil que fuera.

ANABEL: Hay que matarla.

Guille y Martha empujan las maquinas, jalan las sillas, se sientan comienzan a coser frenéticamente al tiempo que Anabel y Maribel golpean a la Suegra con los bates salvajemente. Oscuro. Mireya canta.

MIREYA: Que llueva que llueva la virgen de la cueva los pajarillos cantan la nube se levanta… que sí, que no… que sí.

Fragmento 3

Martha pende un cerillo, con una vela ilumina su rostro mientras las hermanas arrastran el cuerpo de la suegra fuera del círculo. La suegra, una vez fuera, se sienta a observar la escena.

SILVIA: No fue así. Así no paso

MARTHA: Así no se lo conté, Guillita ya le cambió cosas

GUILLE: Pues yo tampoco dije que así fueron las cosas

Fragmento 4

YO: La historia me la contó mi tía Silvia una larga noche de hospital. Una de esas noches en las que uno espera con el estómago apretado el inminente anuncio de la desgracia. Un hombre rencoroso fuma tras la vidriera, otro dormita cansado al no saber nada sobre su madre enferma, aquellos caminan o toman un café. Yo escucho. Te escucho, Martha.

MARTHA: Las conocí en la maquiladora de Cuidad Neza. Las cuatas. Eran hermanas pero no eran cuatas. El marido de Anabel andaba en Estados Unidos… Esa, la Mireyita, es su hija… La Maribel, pues no tenia marido, pero si cuatro chamacos. Yo acababa de regresar de hacer una maquila en Querétaro… con hambre bien cansada, lo que se dice bien jodida. Las cuatas eran mis vecinas… no éramos amigas… Bueno lo que se dice amigas, amigas… La cosa es que apenas entre a mi casa, sonó el teléfono…

YO: (En el celular de Silvia.) ¿Si? ¿Qué pasó? A ver, espérame… ¿Ahorita, ahorita? Es que acaba de llagar de… Sí, pero no ah cenado nada y… bueno. Yo le digo.

GUILLE: A las otras también las conocía, nos maquilaban cuellos y ropita de niño. Yo le conté la verdad, a Martha se le dio trabajo, me conto que en Querétaro ya no había maquila. Éstas llegaron después a la fábrica… y ella se puso blanca.

MARTHA: No me puse blanca, Guillita.

GUILLE: Transparente.

Fragmento 5

SUEGRA: ¿Y por qué no dijiste nada? ¿Por qué te quedaste calladota?

YO: Si, si dijo se lo conto todo… y mi tía Guille se lo contó a sus hermanas, y una de ellas me lo está contando justo ahora, aquí, en el hospital…

MARTHA: No, yo no dije nada se los juro por Dios muchachas.

ANABEL y MARIBEL: Pinche chismosa

SILVIA: No vas a creerlo

YO: Si, si voy a creerte porque ya aprendí que en este país, la realidad supera cualquier incredulidad. Tan lo creo, que lo voy a escribir. Estoy entumida y ese olor “ni de sangre, ni de muerte, sino todo a la vez”… plástico. Huele a plástico.

SILVIA: Con tu tía Guille trabajan dos asesinas mataron a la suegra de una.

Fragmento 6

MIREYA: Ahora, con mucho gusto les voy a cantar una canción…

SUEGRA: Cállate, niña… y vete a jugar por ahí, ni muerta me puedo desentender de ustedes, caramba. Como joden.

YO: En el hospital, un muchacho se retuerce de frio, acostado en el piso de la sala de espera, envuelto en tres chamarras…

SUEGRA: Para fríos, los míos… dos días debajo de la cama, envuelta con bolsas de plástico, amarrada como guajolote antes de Navidad.

YO: Hay una mujer que se pasa todo el día atendiendo a su hermano cuadripléjico… sólo sale para ir a pasear a su perro. A veces limpia la casa. Hoy el muchacho se puso delicado. El perro va a tener que esperar… mucho. Las noches son más largas en el piso de urgencias, entre sillas verdes de plástico… Afuera, entre las sombras, borrachas e impunes, caminan dos asesinas. La suegra espera bajo la cama el momento en que la van a ir a tirar…

SUEGRA: Hazte tu. Puro

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